viernes, 28 de agosto de 2009

BASES MILITARES GRINGAS EN COLOMBIA Y OTROS MERENGUES...



La situación que ha surgido a raíz de las supuestas bases estadounidenses en territorio colombiano, nos invitan a ver más allá de lo evidente y leer entre-líneas.

En mi caso particular, tengo que confesar que mi lectura de los hechos la hago como guatemalteco, que llevo viviendo 30 meses en Colombia, y que tiene la experiencia de su propio país.

Nací y crecí en un ambiente de conflicto armado interno (1960-1996), una lucha entre ejército y guerrilla, el asesinato de cientos de miles de campesinos, la gran mayoría indígenas, inocentes; secuestros, persecución, etc.

También he vivido el momento histórico de la "FIRMA DE LOS ACUERDOS DE PAZ" en 1996, el surgimiento de las pandillas juveniles, llamadas maras, y los grupos del llamado "crimen organizado", que mantienen en zozobra a mi país en la actualidad.

Además, siempre me ha gustado acercarme un poco a la historia, más allá de la versión oficial de los hechos, y así poder tener una actitud más crítica y reflexiva.

Por eso, cuando observo la realidad de este querido país, lo complejo de su realidad debido a todos los componentes que la conforman me atrevo a escribir algunas pocas palabras.

Con respecto al narcotráfico, que por cierto está en el fondo de todo este merengue, si lo que se quiere es acabar con él, haciendo una caricatura del esquema económico simple, existen algunos elementos simples a tomar en cuenta: la oferta, el mercado y la demanda. La droga es, en este caso, el producto que se ofrece al mercado en el que existe una demanda. Esa demanda está compuesta por millones de personas que en distintos países tienen la "necesidad" de consumirla; y el mercado va desde lo micro hasta lo macro, desde la gente más pobre a la más rica, en todos los continentes del planeta.

El negocio de la droga es sumamente rentable, lo mejor de lo mejor. Tiene sus riesgos, pero parece que a muchas personas les ha parecido que vale la pena arriesgarse. El mercado es amplio y la demanda parece que crece exponencialmente. Cada cual que se convierte en parte del sistema de distribución disfruta de buenas ganancias, todo según el nivel en que se encuentre dentro del mismo.

Este negocio se pone mejor cuando a ello se le da el valor agregado de la venta de armas, de todo tipo y a múltiples escalas. Además, debido a los riesgos que conlleva el narcotráfico, las armas son su mejor garantía de éxito. Sin lugar a dudas, hay países y grandes empresas que están muy interesadas en que este negocio de la droga no se acabe: "es la gallina de los huevos de oro".

El lavado de dinero, que mueve miles de acciones en "Wall Street", que sostiene grandes empresas en muchos lugares del mundo y, además son el mayor ingreso de muchas naciones, y hacen que sus economías se estabilicen un poco, hace que otro buen grupo de naciones, entidades comerciales y personas específicas no quieran que se acabe el "súper negocio mix" de la droga y la venta de armas.

Dentro de los actores en todo este conflicto que se centra en Colombia, pero que tiene grandes repercusiones a nivel mundial, ¿A quiénes realmente NO les interesa que esto se solucione? ¿Quiénes son los más grandes beneficiados, económicamente hablando? ¿Quiénes tienen intenciones malévolas ocultas detrás de su apariencia bonachona?


Esto continuará........................

viernes, 7 de agosto de 2009

LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE DE Y EN JESÚS: GRACIA DE DIOS



¿Qué significa para usted esta frase de Pablo: “somos justificados por la fe de y en Jesús y no por la obras de la ley”?

Considerada como el “testamento de Pablo”, la carta a los Romanos nos expone de una forma más completa y ordenada su teología de la salvación. La carta se divide en dos partes: Rm 1-11 donde expone sus reflexiones sobre la salvación y Rm 12-15 en las que saca las consecuencias prácticas para la comunidad. El núcleo principal de la carta es Rm 1-8.

Veamos entonces que nos dice Pablo sobre la salvación en Rm 1-8.

Rm 1, 1-17 es una introducción en la que Pablo presenta el tema principal de la carta: El Evangelio de Jesucristo es para todos los pueblos, para toda la humanidad (Rm 1, 16). Cuando Pablo usa la palabra Evangelio no se refiere a un texto escrito, sino a una persona, Jesús, que con su muerte y resurrección nos salva.

Lea en este momento el texto Rm 1, 18 – 3, 20.

En este texto, Pablo expone cuál es la situación de la humanidad antes de la muerte y resurrección de Jesús. La lectura de este texto nos puede dejar desconcertados y confundidos. Toda la humanidad vive bajo el yugo del pecado que conduce a la muerte. El pecado es alejamiento de Dios, que Pablo describe mediante la imagen de la “ira de Dios”. El trasfondo de éste: los judíos pensaban que al cumplir la ley están más cerca de Dios y los pecadores son los demás, los que no cumplen la ley.

¿Usted cree que por asistir todos los días a misa y comulgar, por tener obras de caridad, por servir al pobre, etc., está más cerca de Dios? ¿Usted cree que sus obras le salvan y justifican ante Dios?

Pablo desautoriza este modo de pensar y afirma que “están todos bajo el pecado” (Rm 3, 20), tanto los judíos con su ley, como los paganos que adoran los ídolos.

En Rm 3, 21 – 2, 25, Pablo anuncia qué es lo que se manifiesta en el Evangelio: la “justicia de Dios”. Todos estábamos en pecado y todos somos salvados por Jesús; salvados no por las obras de la ley, sino por la justicia y el amor de Dios manifestado en Jesús (Rm 3, 23-24). La teología tradicional, ha reducido la Gracia a una “cosa” y al hacerla girar casi exclusivamente sobre la categoría del “mérito” (no ilegítima en sí misma, pero sí en su inflación excesiva, la cual impide mantener su cambio radical de significado cuando el ser humano la dice de su relación de Dios), acabó por convertir el tratado de la Gracia en un tratado de “pesas y medidas”.

Para explicar el efecto de la Gracia en el ser humano, o el efecto concreto de la victoria sobre el pecado, Pablo acuñó la palabra “justificación”. No resulta hoy un vocablo muy útil, porque la justificación suena casi siempre a excusa o disculpa ofrecida ante las demás personas y que, por tanto, impide la condena o la falta de aprecio de la gente. Y es un dato innegable que la vida de los seres humanos es una búsqueda constante o un tejido continuo de tales “justificaciones”: el ser humano es necesidad de justificación, aun al margen de si las justificaciones que él asigna son objetivamente válidas y verdaderas.

Pero, en realidad, no era ése exactamente el significado paulino del término, el cual, no obstante, es comprensible para nosotros etimológicamente; pues justificar equivale a “hacer justo”, en el sentido más amplio de la palabra. Una persona “justificada” es, por tanto, una persona “buena”, cuya bondad no resiste todos los “controles de calidad”. La justificación paulina es, pues, la transformación de la persona, de inhumana en buena y, por tanto, en plenamente humana.

Esta aproximación al término “justificación” nos permite comprender también que, en el horizonte semántico moderno, puede sustituirse por “realización humana”, “humanización”, “rehabilitación”, “perdón”, “liberación” (de la inhumanidad de la persona), “regeneración”, etc. No obstante, es preciso reconocer que no tenemos hoy una palabra que sustituya unívoca y adecuadamente (y pedagógicamente) a la antigua justificación.

La Gracia, pues, comienza con la transformación del ser humano “justificándolo”, si bien esa justificación debe ser entendida como algo histórico que, a la vez que ya está, ha de desarrollarse. En Rm 5 – 8, Pablo intenta perseguir experiencialmente ese desarrollo.

Rm 5, 1-21 es el centro nuclear de la carta. Aquí el lenguaje de Pablo cambia radicalmente, ya no habla de la “ira de Dios”, sino del “amor de Dios” (Rm 5, 5); ya no dice que estamos alejados de Dios, sino que “estamos en paz con Dios” (Rm 5, 1); ya no habla de una situación de muerte, sino de vida (Rm 5, 18). Este cambio se debe al gran acontecimiento salvador: la muerte y resurrección de Jesús que nos reconcilia con Dios (Rm 5, 10-11).

Rm 6, 1 – 8, 17. Si antes Pablo habló de la humanidad antes de Jesús, ahora habla de la comunidad después de la muerte y resurrección de Jesús y hasta la salvación final. En estos textos Pablo habla en primera persona del plural: “nosotros”, se refiere a la comunidad, que después de haber sido justificada por la fe en Jesús, recibe el Espíritu para vivir una “vida nueva” (Rm 6, 4), como “hijos de Dios” (Rm 8, 14-17); es un tiempo de lucha interior contra las fuerzas del pecado (Rm 7, 21-23).

En Rm 8, 18-39, Pablo nos habla de la esperanza (Rm 8, 24). No sólo la comunidad sino toda la creación aguarda, con dolores de parto, el tiempo de la liberación definitiva (Rm 8, 22). Y termina con un himno al amor de Dios (Rm 8, 31-39), es un texto que cierra el arco que se abrió en Rm 5, 5. Hemos de notar que Pablo no predica una esperanza evasiva, ni una espiritualidad alejada del mundo. Cuando habla de esperanza menciona el hambre, la persecución, los peligros y sufrimientos que la comunidad padece, porque ser justificados no significa que desaparecen todos los problemas; pero la comunidad tiene la certeza que nada ni nadie le separará ya del amor de Dios, ese amor que libera (Rm 8, 35a).

En pocas palabras, se presenta la Gracia en el ser humano como un proceso de liberación DE (liberación del pecado, de la Ley, de lo anticuado y obsoleto, etc.). Nos recuerda el carácter histórico de esa liberación y, por eso, su experiencia contradictoria: el ser humano se siente, a la vez, libre y esclavo. Y, finalmente, presenta la transformación producida por la Gracia como una liberación PARA (para las obras del Espíritu de Dios -y, por tanto, de los hijos de Dios- y no del falso espíritu humano).

¿Qué exige al cristianismo en América Latina pronunciarse sobre la justificación por la fe?
Básicamente, exige tener como punto de partida la vida actual de los pobres y excluidos, y en relación a estos, la vida de los demás. El pobre hace referencia al oprimido, al débil, al hambriento; al marginado, rechazado, deslegitimado, indigno, humillado, impotente, insignificante; al sujeto excluido en el plano económico-cultural.

Ante el gran desafío de la exclusión creciente de grandes sectores de la humanidad al acceso de las necesidades básicas, indispensables para vivir dignamente, ¿qué tiene que decir la justificación por la fe?

En estas sociedades donde el mercado tiende a regular las leyes, hay libertad para que todos participen, pero obviamente no son muchos los que tienen medios para hacerlo. Estos, que son la mayoría, quedan excluidos, y su vida se torna permanentemente amenazada. El costo social de este sistema es tan grande que teólogos y economistas develan su carácter idolátrico porque exigen el sacrificio de vidas humanas.

En Latinoamérica necesitamos pensar a partir de la propia humanidad negada, con los no-persona, que Gustavo Gutiérrez los define como “aquellos no considerados como seres humanos por el actual orden social: clases explotadas, razas marginadas, culturas despreciadas -donde la mujer de esos sectores es, doblemente explotada, marginada y despreciada. De acuerdo a la experiencia, muy frecuentemente la vida en la marginación carcome espacios íntimos de la persona hasta hacerla indigna e insignificante, frente a sí misma, frente a los demás y hasta frente a Dios. El sentido de la vida desaparece en el horizonte.

¿Qué hacer entonces, ante la el hambre y la insignificancia que desafían la doctrina de la justificación de la fe?

Al mencionar la vida de los pobres, el tema de la justificación pasa necesariamente por otra lógica distinta a la conocida. La existencia de los pobres nos indica también que hay seres responsables de su existencia. Lo que se quiere decir es que un acercamiento orientado hacia la afirmación de la persona se vuelve indispensable en un contexto donde los rostros de los seres humanos han sido deformados por la pobreza, la violación de sus derechos y la humillación.

Si lo que amenaza la vida de los seres humanos es pecado, hoy día éste se percebe como un poder indestructible. San Pablo lo percibió así en su historia, como un mecanismo tejido bajo la injusticia, que hace de todos los humanos sus esclavos, los que dirigen sin Dios el destino de la historia, y los dirigidos por aquellos. Es un sistema que amenaza la vida de muchos, de la gran mayoría.

Es estudio de la justificación como afirmación de la vida ha de tener el rostro peculiar del pobre, no solo su opresión económica, sino también, su dignidad negada como ser humano.

Busque y lea Rm 5, 1-12. ¿Cuál es la idea principal de este texto? ¿Qué quiere decir la palabra “justificación” en la teología de Pablo? ¿Cuál es, para Pablo, la prueba de que Dios nos ama? ¿Qué significa, para Pablo la “fe en Jesucristo”? ¿Se trata de fe sólo de palabras? ¿Por qué?
Comparando este texto con Rm 1, 18 – 3, 20, ¿qué diferencias encuentra? ¿Qué aplicación concreta da usted a la teología de Pablo en nuestra realidad?

“No es el esfuerzo humano, no es la Ley; es un dádiva de iniciativa gratuita de Dios, justifica a quien el quiere, no a una que quisiera por su propio orgullo subir hasta Dios ¡Imposible! Sólo Dios llama a esta justificación. Pero ese Dios no es un Dios que no lo podamos encontrar. Esto es lo más bello: que Dios se hizo hombre y salió por los caminos para encontrarse con ellos. En Cristo está la justificación de Dios. Cristo es el Dios que perdona, el Dios que justifica. Cristo es el Dios que ha venido no a condenar sino a perdonar. A nadie excluye” (Monseñor Romero, Homilía 11 de junio de 1978).

¿Cómo explica Monseñor Romero la justificación? ¿Cómo podemos traducir esta doctrina de la justificación a nuestras vidas?

COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA E IDEOLOGÍA


En primer lugar, trataré de definir lo que se entiende por ideología y por doctrina social de la Iglesia, para luego poder concluir si la doctrina social de la Iglesia puede ser una ideología o no.


Ideología

El término ideología fue formulado por Destutt de Tracy en 1796, y originalmente denominaba la ciencia que estudia las ideas, su carácter, origen y las leyes que las rigen, así como las relaciones con los signos que las expresan1.

Con el tiempo, esta concepción fue cambiando. Medio siglo más tarde, Marx dirá:

"Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres son reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vía. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. no tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia."2

Podemos decir entonces, que la ideología, para el materialismo histórico marxista, forma parte de la superestructura, junto con el sistema político, la religión, el arte y el campo jurídico. Está determinada por las condiciones materiales de las relaciones de producción o estructura económica y social y el reflejo que produce es llamado “falsa conciencia”.3

Dicho con otras palabras, la ideología es un conjunto de ideas que actúa como un lubricante para mantener fluidas las relaciones sociales, pretendiendo su conservación o su transformación o la restauración de un sistema previamente existente, pero que crean una conciencia falsa, proporcionando el mínimo consenso social mediante la justificación del predominio de las clases dominantes y del poder político.

En sociología, se entiende por ideología cuando una idea determinada es ampliamente compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. Además, interpreta y justifica los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales, a cuyos intereses sirve, y explica la realidad de una forma asumible y tranquilizadora para que pueda mantenerse la interpretación o justificación previa, tal como estaba en el imaginario individual y colectivo, independientemente de la circunstancia real4.

A tal punto ha llegado la transformación del término ideología, que se ha quedado con una concepción negativa, que pretende despojar al ser humano de su libertad, sumergiéndolo en la mentira, convirtiéndolo en parte de una masa que se pretende manipular y, si triunfa, dominar. Se puede decir que son una especie de herramientas de control, dominación y alienación social.

La mayoría de las ideologías han tenido su origen en una corriente filosófica, siendo una versión muy simplificada y, a veces, distorsionada, de la filosofía original, lo que se produce, de forma general, cuando un pensamiento original se convierte en “…ismo”5.



Doctrina social de la Iglesia

En primer lugar, se hace necesario decir que la enseñanza social de la Iglesia se origina del encuentro del Evangelio y de sus exigencias éticas, y los problemas de la vida social del ser humano. Esta interrelación se convierte en asunto para la reflexión moral, de tal forma que la Iglesia busca dar respuestas, sobre todo a las diversas situaciones de miseria y los problemas relacionados con el desarrollo, la industrialización, la globalización y, en especial, los problemas socio-económicos6.

Debido a que esta doctrina social de la Iglesia se ha venido formando con el tiempo, ha adquirido una identidad propia, con un perfil teológico bien definido, que, además, está sustentada filosóficamente y complementado con las ciencias humanas y sociales.

Las fuentes de la doctrina social son: La Sagrada Escritura, las enseñanzas de los santos Padres, los grandes teólogos morales y el Magisterio. Puede decirse con certeza que su fundamento y objeto es la dignidad de la persona humana con sus derechos inalienables, que están en el centro de la verdad sobre el ser humano. Su sujeto es la comunidad de creyentes en Jesucristo. Sus contenidos son: la visión del ser humano y de la sociedad, como sujeto central de la antropología cristiana7.

La doctrina social de la Iglesia, en cuanto parte integrante de la concepción cristiana de la vida, tiene un carácter eminentemente teológico, por tanto científico. La vida y el Evangelio se interpelan mutuamente en el plano del anuncio del Evangelio y la promoción humana. Por ello, se puede decir que encierra lo antropológico, lo teológico y lo espiritual; expresándose en la caridad, la justicia y la paz8.

Evidentemente, la doctrina social tiene una finalidad netamente pastoral, pues busca generar e impulsar la promoción integral del ser humano a través de una praxis de liberación cristiana. Eso quiere decir que, esta doctrina social de la Iglesia provee una serie de principios que iluminan cada época y en cualquier situación de la realidad social, anunciando la verdad sobre el ser humano y su dignidad y derechos, denuncia las situaciones de injusticia, y coopera con los cambios positivos de la sociedad para el verdadero progreso humano9.

Decimos entonces, que la doctrina social de la Iglesia presenta una serie de principios y un conjunto de enseñanzas que pretender orientar la vida social del ser humano. Sin embargo, lo más importante es concretar estas palabras en hechos sociales que transformen la realidad. Por ello, Juan XXIII afirmaba que la “una doctrina social no debe ser materia de mera exposición. Ha de ser, además, objeto de aplicación práctica.

Finalmente, se puede decir que la comprensión de la doctrina social de la Iglesia incluye la lectura de los hechos sociales a partir de la revelación de Dios, de tal forma que se traduzca en una praxis social aplicable a las distintas situaciones históricas, y al actuar protagónico de la comunidad de creyentes en Jesucristo.

“El cristiano sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Difundir esta doctrina constituye, por tanto, una verdadera prioridad pastoral, para que las personas, iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción: “La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia””10.


Conclusión

A partir del acercamiento a la concepción de ideología y doctrina social de la Iglesia, expreso varias razones por las cuales, considero yo, la doctrina social de la Iglesia no puede ser considerada una ideología:

1.La ideología busca mantener, transformar o rescatar algún sistema de principios de carácter social-económico-político, para satisfacer ciertos intereses personales o de grupos privilegiados que ostentan el poder. Legitiman el statuo quo. Mientra que la doctrina social de la Iglesia da unos criterios, unas enseñanzas y orientaciones que buscan transformar la realidad, para garantizar la vida del ser humano y su dignidad integral, así como un orden justo de las relaciones sociales y sus dimensiones.

2.La ideología tiene un carácter absolutista, que busca imponerse por cualquier medio. En cambio, la doctrina social de la Iglesia ofrece con libertad, propone y no impone, vive el criterio de la libertad y sabe que no posee las soluciones pero sí orienta hacia ellas.

3.Las ideologías tienden a ser estáticas y cerradas. La doctrina social de la Iglesia tiene un carácter dinámico en la historia y en cada lugar, muestra apertura a los signos de los tiempos.

4.El fundamento de la ideología está en la filosofía. En cambio, el fundamento de la doctrina social de la Iglesia está en la teología.

5.En el centro de la ideología están las cuestiones de carácter político-social-económico. En el centro de la doctrina social de la Iglesia está el ser humano con sus deberes y derechos inalienables, con los valores de la caridad, la justicia y la paz.



“La doctrina social de la Iglesia no ha sido pensada desde e principio como un sistema orgánico, sino que se ha formado en el curso del tiempo, a través de las numerosas intervenciones del Magisterio sobre temas sociales… Una clarificación decisiva en este sentido la encontramos, precedida de una significativa indicación en la Laborem exercens, en la encíclica Sollicitudo rei socialis: la doctrina social de la Iglesia “no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente al de la teología moral”. No se puede definir según parámetros socioeconómicos. No es un sistema ideológico o pragmático, que tiende a definir y componer las relaciones económicas, políticas y sociales…”11



1. http://es.wikipedia.org/wiki/Ideolog%C3%ADa. Consultado 02 de junio de 2009.
2. http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/Marx-Ideologia.htm. Consultado 02 de junio de 2009.
3. Cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Ideolog%C3%ADa. Consultado 02 de junio de 2009.
4. Cfr.Ibid.
5. Ejemplos: Platón, platonismo; Marx, marxismo; etc.
6. Cfr. Congregación para la doctrina de la fe. Instrucción Libertatis conscientia sobre la libertad cristiana y la liberación. 22 de marzo de 1986. No. 72.
7. Cfr. Pablo VI. Carta Encíclica Populorum progressio. 26 de marzo de 1967. No. 13.
8. Cfr. Pablo VI. Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi. 8 de diciembre de 1975. No. 29, 31.
9.Cfr. Juan Pablo II. Carta Encíclica Laborem exercens. 14 de septiembre de 1981. No. 1.
10. Consejo Pontificio “Justicia y Paz”. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Printer Colombia. 2005. No. 7.
11. Ibid. No. 72.