Desde hace mucho tiempo,
he andado buscándote
he andado buscándote
y he sacrificado toda mi vida en pos de ello.
Recuerdo esos tiempos en que creí poseerte,
todo el mundo me decía que ya eras mía
porque todos creían que ya te poseía.
Parece que lo que indicaba que ya te poseía
era que actuaba, pensaba y sentía
de la misma manera que lo hacía la mayoría.
Con tal de poseerte,
yo renuncié a mi propia manera de ver el mundo,
a mi propio estilo de expresarme;
cambié mi manera de hablar, de vestir,
de comer, de peinar, de reír y hasta de llorar.
Compré muchas amistades
que se impactaban por la manera en que
te había conquistado hasta poseerte.
Muchas se enamoraron de mí
porque logré poseerte y a muchas yo enamoré,
poniéndote a vos como mi gran trofeo.
Nunca me di cuenta que al poseerte,
perdía todo lo que yo era.
Dejé de poseerme y era uno más que vos poseías.
¡Sorpresa! Yo no te poseía a vos.
Al contrario, vos me poseías a mí.
Me sedujiste, me hiciste caer en tu trampa sutil,
haciéndome creer que era yo quien te poseía,
como mi más preciado trofeo.
Ahora me doy cuenta que nunca te poseí,
porque has sido, sos y serás la eterna prostituta fina,
que por todos es aceptada, que a todos excitás
hasta que paguemos todo lo que tenemos
y somos para poseerte.
Hemos sido, somos y seremos adictos a vos,
tus eternos esclavos, tus víctimas.
Somos el alimento que te ha hecho crecer,
estar vigorosa, voluptuosa, simpre joven, hermosa y atractiva.
El mundo gira en torno a vos, lo sabés muy bien;
sos la única que podés hacer que yo no sea yo
y sea lo que vos querés que sea.
Ése soy yo: "el no-yo", el otro totalmente distinto a mí por vos.
Por el deseo incontrolable de ser yo,
simplemente me convertí en otro más,
totalmente ajeno y distinto a mí.
Hoy, en mis últimos momentos de vida,
trato de ser más el "no-yo",
y por eso descubro con dolor que no fuí,
sólo estuve aparentando ser yo.
Fui un espejísmo, una realidad irreal,
un ser sin ser, un amor sin amar.
Pero ya es tarde.
Muero sin haber vivido.
Voy a soñar eternamente con lo que nunca fui: YO.
Recuerdo esos tiempos en que creí poseerte,
todo el mundo me decía que ya eras mía
porque todos creían que ya te poseía.
Parece que lo que indicaba que ya te poseía
era que actuaba, pensaba y sentía
de la misma manera que lo hacía la mayoría.
Con tal de poseerte,
yo renuncié a mi propia manera de ver el mundo,
a mi propio estilo de expresarme;
cambié mi manera de hablar, de vestir,
de comer, de peinar, de reír y hasta de llorar.
Compré muchas amistades
que se impactaban por la manera en que
te había conquistado hasta poseerte.
Muchas se enamoraron de mí
porque logré poseerte y a muchas yo enamoré,
poniéndote a vos como mi gran trofeo.
Nunca me di cuenta que al poseerte,
perdía todo lo que yo era.
Dejé de poseerme y era uno más que vos poseías.
¡Sorpresa! Yo no te poseía a vos.
Al contrario, vos me poseías a mí.
Me sedujiste, me hiciste caer en tu trampa sutil,
haciéndome creer que era yo quien te poseía,
como mi más preciado trofeo.
Ahora me doy cuenta que nunca te poseí,
porque has sido, sos y serás la eterna prostituta fina,
que por todos es aceptada, que a todos excitás
hasta que paguemos todo lo que tenemos
y somos para poseerte.
Hemos sido, somos y seremos adictos a vos,
tus eternos esclavos, tus víctimas.
Somos el alimento que te ha hecho crecer,
estar vigorosa, voluptuosa, simpre joven, hermosa y atractiva.
El mundo gira en torno a vos, lo sabés muy bien;
sos la única que podés hacer que yo no sea yo
y sea lo que vos querés que sea.
Ése soy yo: "el no-yo", el otro totalmente distinto a mí por vos.
Por el deseo incontrolable de ser yo,
simplemente me convertí en otro más,
totalmente ajeno y distinto a mí.
Hoy, en mis últimos momentos de vida,
trato de ser más el "no-yo",
y por eso descubro con dolor que no fuí,
sólo estuve aparentando ser yo.
Fui un espejísmo, una realidad irreal,
un ser sin ser, un amor sin amar.
Pero ya es tarde.
Muero sin haber vivido.
Voy a soñar eternamente con lo que nunca fui: YO.