lunes, 12 de octubre de 2009

PABLO Y LAS COMUNIDADES CRISTIANAS



¿Dónde se reunían las primeras comunidades cristianas? ¿Quiénes formaban parte de las comunidades? ¿Qué hacían?

Comunidades domésticas “abiertas”
Como fruto de la misión de Pablo y de otras personas, surgieron muchas comunidades en los pueblos y en las grandes ciudades del Imperio Romano.

Basándonos en lo que J. Becker expone en su libro Pablo, apóstol de los paganos, un primer dato que encontramos es que las comunidades cristianas no mantienen una relación directa con el Templo, símbolo de la unidad en el judaísmo, sino que se reúnen en las casas de algunas familias (Rm 16, 5; 1 Cor 16, 19).

Ahora bien, ¿quiénes formaban parte de las comunidades? Al parecer, en las comunidades cristianas participaban gente pobre y también personas acomodadas de los estratos intermedios (1 Cor 1, 26-27). Son comunidades “abiertas” a todas las personas. Es decir, no ponen como condición para ingresar ningún requisito cultural ni económico.

Para Pablo el rasgo fundamental de la comunidad es la unidad. Ahora bien, ¿es posible la unidad en una sociedad que marca fuertes diferencias entre hombres y mujeres, esclavos y libres, griegos y judíos, ricos y pobres? Según Becker, las comunidades de Pablo, abiertas a todas las personas, hacían un gran “esfuerzo de integración”. El énfasis de Pablo es que unirse a Cristo significa echar abajo las diferencias, todas las personas tienen la misma dignidad, todos somos uno en Cristo (Gál 3, 26-28). En la comunidad ya no deben existir desigualdades ni divisiones entre ricos y pobres, hombres y mujeres, judíos y griegos. Este ideal se expresa mediante la comunión de bienes y la solidaridad (1 Cor 16, 1-3).

Comunidades cristianas comprometidas
¿Cómo se relacionaban las comunidades cristianas con el mundo que les rodea? En el tiempo de Pablo pensaban que era inminente el fin de los tiempos (1 Cor 7, 29). Esto hizo que algunas comunidades, como la de Tesalónica, se desentendieran de la vida y el trabajo; Pablo les llama a asumir sus compromisos cotidianos (1 Ts 5, 1-22).

El culto a diversas divinidades y las doctrinas extrañas eran muy frecuentes en el mundo helenístico-romano. En este aspecto es muy claro que las comunidades rechazan y no toleran la idolatría y todas las prácticas derivadas de la misma (1 Cor 10, 14-22). Aunque rechazan el culto a las divinidades, aceptan a las autoridades del imperio. Pablo recomienda cumplir con los deberes de la sociedad (Rm 13, 1-7), pero al mismo tiempo exige de la comunidad una conducta ejemplar con los demás, no sólo dentro sino fuera de la comunidad (1 Ts 4, 9-12; Flp 4, 8-9; Gál 6, 10). No es del todo justo decir que las comunidades de Pablo no tenían una actitud crítica ante el imperio, a este respecto Becker afirma que la comunidad cristiana “pretendía evangelizar y hacer cambiar a las personas, pero no se tenía una idea de cómo debía ser un Estado y su sociedad”.

Las comunidades cristianas en el Imperio Romano
“Para caracterizar los estratos sociales del Imperio Romano en la época postaugustana, lo mejor es representar la pirámide dividida en tres partes. La cúspide la ocupaba el estamento romano de los senadores, seguido inmediatamente del estamento ecuestre… Este pequeño grupo gozaba hereditariamente de inmensos privilegios. Acumulaban la riqueza, el poder y la educación. El cristianismo paulino no había entrado aún en ese primer estamento.

La amplia base de la pirámide estaba compuesta por la gran masa de los no propietarios, los esclavos, los mercenarios, los pequeños artesanos, los agricultores, etc… Entre el estamento superior y el inferior encontramos la capa media que, promovida por medidas imperiales, ocupaba sobre todo los suburbios y había alcanzado un relativo bienestar con el comercio, la producción o la prestación de servicios. Cuando Pablo evangelizaba las ciudades, se relacionaba sobre todo con esta pequeña burguesía y con el estamento urbano inferior. Dejó de lado la población rural porque centró su actividad en las ciudades helenísticas” (Becker).

Las comunidades cristianas frente al Imperio Romano
“Este cristianismo primitivo no llegaba con ningún programa para cambiar el mundo. No se propuso resolver el problema de los esclavos, construir una sociedad basada en la justicia social, recomendar una distribución del poder político, liberar a los grupos oprimidos, desencadenar debates generales sobre los derechos humanos. Ya la esperanza en el inminente fin del mundo cerraba esas perspectivas… No podemos transferir a la antigüedad los debates político-sociales que tienen vigencia desde la época de la Ilustración. Sin embargo, esto representa sólo una cara de la moneda.

Como el cristianismo era una oferta hecha a todos los habitantes de la ciudad, eso significaba que en una casa cristiana se reunían todos, muchos de ellos sin haber mantenido antes, o apenas, relaciones entre sí: pobres y acomodados, esclavos y libres, mujeres y hombres, griegos y orientales, gente de diversas profesiones, etc. Estamos así ante la tarea decisiva de estas comunidades domésticas… Se trata de una tarea que no tiene equivalente en ninguna otra comunidad religiosa de la antigüedad, ya que esas comunidades practicaban la selección social y profesional. Aquí tuvo, pues, el cristianismo una tarea especialmente llamativa” (Becker).



Las comunidades cristianas y la casa
“La casa de la antigüedad como recinto donde vive la familia pasó a ser el centro de la comunidad local, el lugar de reunión para el culto divino, alojamiento para misioneros y enviados, foco de irradiación misionera y marco para la nueva vida cristiana. La casa de la antigüedad, gobernada por el padre de familia, era el elemento decisivo de la ciudad y del Estado del Imperio Romano. La familia era el único entramado social que conoció la antigüedad. La casa solía ser también fundamental para la economía, porque allí se producía lo que era la base del sustento de la familia… De ahí que fuera una opción especialmente afortunada la que hizo el cristianismo cuando eligió la casa como base de su difusión” (Becker).

La Iglesia universal
“La comunidad local entendida como un colectivo ligado a la casa y que se reúne en ella no debe hacernos pensar en la existencia de numerosas comunidades domésticas que formaran una asociación privada y limitaran sus actividades y relaciones a su propio ámbito local. La comunidad local estaba presidida por una conciencia eclesial totalizante y un sentimiento de unidad... Esto ocurrió sobre todo porque Pablo dio a todos las comunidades el mismo testimonio sobre Cristo e introdujo el bautismo y la cena del Señor en las comunidades.

Pero no se limitó a esto, sino que confió a la comunidad la responsabilidad de toda la Iglesia. Así Filipos apoyó financieramente la misión paulina. Las comunidades acogían temporalmente a otros misioneros; pero, sobre todo, las comunidades enviaban colaboradores a la misión o hacían una colecta para Jerusalén. Hay, pues, suficientes indicios concretos de que Pablo esperaba que las comunidades participaran activamente en la construcción de la comunidad escatológica a escala mundial. Estas indicaciones, entre otras, sobre la promoción que hizo Pablo de una Iglesia universal no pueden extrañar en él, porque fue el primer teólogo del cristianismo primitivo que desarrolló una concepción unitaria de la Iglesia” (Becker).

La liturgia en las comunidades de Pablo
Las comunidades de Pablo celebran la liturgia en sus casas. No hay objetos de culto, vestidos y preparativos rituales, como tampoco existe una separación entre la liturgia y la vida, que gira en torno al bautismo y la eucaristía.

El bautismo lo administraban miembros de la comunidad y misioneros (1 Cor 1, 11-16), “en el nombre de Jesús” (1 Cor 6, 11); por el bautismo, el creyente se incorpora al “cuerpo de Cristo” (1 Cor 12, 13; Gál 3, 26-28); recibe los dones del Espíritu Santo (1 Cor 6, 11) y, en consecuencia, debe dejar atrás el pasado y emprender “una nueva vida” (Rm 6, 1-4). En el acto del bautismo, el creyente hacía una profesión de fe ante la comunidad con una fórmula semejante a Rm 10, 9.

La vida litúrgica de las comunidades gira, sobre todo, en torno a la eucaristía (1Cor 11, 23-27). Parece que las comunidades de Corinto, antes de la eucaristía, hacían una comida ordinaria. A ellos se refiere Pablo cuando las personas acomodadas de la comunidad se comían todo y dejaban sin nada a los esclavos y asalariados (1Cor 11, 17-22): “Esta ya no es la cena del Señor” afirma Pablo, porque han roto el signo fundamental: la comunión de los fieles. Donde no hay justicia y unidad no puede haber eucaristía.

En algunas cartas de Pablo podemos encontrar profesiones de fe (1 Cor 8, 6), himnos (Flp 2, 6-11), acción de gracias (1 Cor 1, 4-7; Flp 1, 3-6) que nos dan una idea de la liturgia de la palabra en sus comunidades.

Los ministerios en la comunidad de Pablo
Las comunidades de Pablo se reúnen en asambleas generales cuando surgen asuntos importantes (Hch 15, 6; 1 Cor 5, 4-5; Gál 2, 11-14). Las comunidades no tienen una organización jerárquica, sino ministerial. Pablo describe la comunidad como un “cuerpo” donde todos sus miembros tienen una tarea y una sola cabeza: Cristo. Como afirma Becker, las tareas o ministerios pertenecían a la comunidad, no a una persona determinada, y los podían desempeñar una o varias personas, turnándose unas a otras. Pablo da especial importancia a los carismas de misión, sólo en segundo término habla del carisma de gobierno o dirección de las comunidades (1 Cor 12, 27-30).

Parece que algunos miembros de la comunidad de Corinto tenían especial predilección por el don de lenguas, quizá por ser más espectacular y llamativo. Pablo sin embargo advierte que prefiere el don de la profecía porque su mensaje se entiende y “edifica a toda la comunidad” (1 Cor 14, 4) y, sobre todo, enseña que el don principal es la caridad (1 Cor 13, 1-13). Sin la práctica concreta del amor solidario, todos los demás carismas pierden su sentido.

Los ministerios y la organización de las comunidades
El hecho de que Pablo desarrollara en sus comunidades una conciencia de Iglesia universal no implica que Pablo organizara una autoridad central. Como afirma J. Comblin (Pablo: trabajo y misión) , para Pablo “no había organización alguna de todos los cristianos en dependencia de una autoridad central... Para unir a todos los cristianos bastaba con Cristo y el Espíritu, el bautismo y la cena del Señor”.

Esto no quiere decir, por otra parte, que las comunidades fueran anárquicas. Por supuesto que había personas que “presidían” cada comunidad. ¿Qué hizo Pablo para organizar las comunidades? A este respecto Becker afirma: “Nos consta, ante todo, lo que no hizo: no creó cargos locales ni provinciales para declinar en ellos su responsabilidad. Determinadas tareas en la comunidad son asumidas por personas concretas y éstas debían ser respetadas (Rm 12, 6-13; 1 Cor 12, 28; 1 Tes 5, 12-13); pero las tareas pertenecían a la comunidad y podían desempeñarlas una persona o varias, o relevándose unas a otras... Cada comunidad es la única responsable de todo. No es una parte de la Iglesia, sino el cuerpo íntegro de Cristo” (Becker).

Carismas
En sus cartas Pablo nos dice que los carismas son dones del Espíritu Santo “para provecho común” (1 Cor 12, 7). Cuando Pablo hace ver a la comunidad de Corinto que prefiere el don de profecía al don de lenguas, el argumento es muy claro: “el que habla lenguas se edifica a sí mismo, pero el que profetiza edifica a toda la comunidad” (1Cor 14, 4). Los carismas no son privilegios para sobresalir, sino servicios para edificar la comunidad; por eso el principal carisma es el amor (1 Cor 13, 1).

Durante los viajes, Pablo mantenía contacto con las comunidades a través de mensajeros (cf. Col 4, 10; 1 Cor 1, 11; 16, 12-17; 1 Tes 3, 2-6), y a partir del segundo viaje, también lo hacía a través de cartas. Pedía que sus cartas fueran leídas en las reuniones de la comunidad (1 Tes 5, 27) y que fuesen enviadas también a las demás comunidades. La segunda carta a los Corintios, por ejemplo, fue escrita para todas las comunidades de Grecia (2 Cor 1, 1). Pedía también que las comunidades intercambiaran las cartas que recibían (Col 4, 16).

Pablo escribió muchas cartas. No todas se conservaron. En las cartas a los Corintios, él menciona dos o tres cartas a la misma comunidad que no conocemos (cf 1 Cor 5, 9; 2 Cor 2, 3 – 4, 9; 7, 8-12). En la carta a los Colosenses, habla de una carta escrita a la comunidad de Odisea, que no se conservó (Col 4, 16).
Casi siempre Pablo escribe las cartas junto con sus compañeros de misión. Ellos aparecen a su lado en el saludo inicial y los recuerdos finales. Parece ser que discutían entre ellos el asunto, antes de escribir.

Una de las pocas cartas sin recomendaciones personales, ni saludos finales, es la carta a los Gálatas. Es que la relación entre Pablo y la comunidad estaba tensa, enervada. “Falsos hermanos” estaban queriendo separar a los Gálatas de Pablo (Gál 2, 4; 16,8; 3, 1; 4, 16-17). Pablo estaba irritado y fue obligado a defenderse. Otra carta, sin recomendaciones ni saludos, es la carta a los Efesios; se trata, probablemente, de una carta circular, una especie de encíclica, igual para todas las comunidades. La copia que conservamos es la que fue enviada a la comunidad de Éfeso.

Pablo viajaba, pero no se desligaba: Continuaba con el liderazgo y la coordinación general de las comunidades entre los paganos, como se le pidió en el Concilio Ecuménico de Jerusalén (Gál 2, 7-10). Mantenía contacto constante con las comunidades fundadas por él y con la Iglesia como un todo.

Busque en su Biblia Gál 3, 27-28; Rm 10, 12; 1 Cor 12, 13; Col 3, 10-11.
¿Cuál es la idea que se repite en estos textos? ¿Qué ideal plantea Pablo a las comunidades cristianas? ¿Qué aplicación tiene hoy?

Busque y lea Rm 13, 1-7.
¿Qué dice Pablo sobre las relaciones entre la comunidad y las autoridades del imperio? A la luz de nuestra realidad, ¿cómo interpretaría este texto? ¿Pablo justificaría los abusos de poder? ¿Por qué?

Busque y lea 1 Cor 10, 14-33.
¿A qué problema en concreto se refiere Pablo? ¿Cuáles son las idolatrías de nuestro tiempo? ¿Qué recomienda Pablo a la comunidad sobre su relación con la sociedad: que rechacen todo, que se aíslen? ¿Qué pide en los versículos 24 y 33?



¿Cómo vive tu comunidad, encerrada o abierta a los problemas del mundo?

Busque y lea 1 Cor 11, 17-27.
Según este texto, ¿qué problema se da en la comunidad de Corinto? ¿Por qué dice Pablo a los corintios que sus celebraciones “ya no son la cena del Señor”? ¿En qué condiciones se debe celebrar la cena del Señor?

Busque y lea 1 Cor 12, 4 – 13, 3.
¿Qué son los carismas? ¿Cuál es el criterio para discernir si un carisma proviene o no del Espíritu Santo? ¿Cuál es el carisma más importante y cuáles son sus características?

Busque y lea 1 Cor 14, 1-12.
¿Según el texto, qué otro problema se da en las reuniones de la comunidad de Corinto? ¿Cuál es el argumento de Pablo para preferir el don de profecía al don de lenguas? ¿Que aconseja Pablo para superar el desorden en la comunidad de Corinto? ¿Se dan este tipo de problemas y situaciones en nuestras comunidades? ¿Qué hacemos para resolver estos problemas?

¿A qué se deben las tensiones y conflictos que a veces se producen en tu comunidad y en la Iglesia en general? ¿A qué ministerios se les da más importancia en tu comunidad y la Iglesia en general? ¿Por qué? ¿Qué hacemos para resolver estas diferencias?

jueves, 8 de octubre de 2009

¿DÓNDE Y CUÁNDO SE GENERA LA EXCLUSIÓN?




Es alarmante constatar la creciente Exclusión de grandes sectores de la humanidad al acceso de las necesidades básicas, indispensables para vivir dignamente. La Exclusión se convierte entonces, en la evidencia más rotunda de la grave crisis de un sistema económico inhumano que se ve obligado a generar este tipo de no-personas, desechables, y necesarios para poder mantenerse1.

Todo esto trata del sistema capitalista salvaje y voraz, llevado hasta el extremo por el endurecimiento de las “normas de juego”, con todo tipo de políticas económicas neo-liberales; libertad en los precios de mercado; limitación mínima al rol del estado en la economía, caracterizado por la privatización de las empresas estatales y del servicio nacional con sus respectivos centros (agua, electricidad, gas, teléfono, salud, educación, etc.); y la centralidad en la productividad, la eficiencia, la eficacia y el mérito personal.

El mercado se convierte en una especie de paraíso, que posee mano invisible y con ella regula las leyes de la oferta y la demanda, y su supuesto equilibrio, garantizando la libertad y la posibilidad para que “todos participen”, pero, obviamente, sólo una minoría tiene las posibilidades, los medios requeridos para hacerlo. Mientras que las mayorías que no pueden participar del mercado quedan excluidas del sistema y su vida se ve permanentemente amenazada2.

Existe una deuda externa, que bien debería llamarse deuda eterna, pues, según los economistas, es impagable. Guatemala, un país clasificado como subdesarrollado, con su PIB abonado a su deuda externa, apenas y alcanza a cubrir los intereses, nunca abona al capital, lo cual confirma el hecho de que la deuda será eterna. Y todos sus habitantes están condenados, de generación en generación, a pagar intereses y vivir a merced de los intereses del G8 ampliado. Y, como Guatemala, muchos otros ejemplos...

Las implicaciones dentro de cada país con deuda externa eterna, se ven reflejadas en el mercado interno: las micro y mediana empresas se ver despedazadas y devoradas por las grandes transnacionales que, gracias a los tratados de libre comercio (TLC's), tienen las puertas totalmente abiertas a nuestros países que dejan de ser productores y se convierten en simples consumistas, proveedores de materia prima a bajo costo y mano de obra barata, mientras aguantan las exigencias de productividad y luego son desechados, Excluidos totalmente del sistema.

Se da entonces un juego con las leyes, pues el mercado rechaza cualquier tipo de leyes que le controlen, pues él presume que tiene plena libertad de autoregularse sin ninguna interferencia externa. Como consecuencia se elaboran leyes contra aquellos que piden leyes de control y equidad en el mercado.

Cualquier movimiento que se oponga al sistema y proteste por la carestía de la vida, la insatisfacción de necesidades elementales, la inflación, la baja de salarios, el desempleo, etc, todo ello fruto del sistema, son reprimidos por las fuerzas armadas o fuerzas del “orden”, según las leyes de Seguridad Nacional, y que a partir del 11 de septiembre de 2001, se les llama grupos o movimientos terroristas3.

Todas las leyes orientadas a un trabajo digno y justo quedan en simple letra muerta, pues quienes imponen las leyes laborales son el mercado y las transnacionales. El límite de horas de trabajo, las condiciones laborales, la seguridad laboral y las prestaciones son manipuladas y tergiversadas a conveniencia del sistema.
Franz Hinkelammert dice en ese sentido:
La lógica de las mayorías solo dice algo nuevo si se la entiende como un criterio de la formación de las relaciones sociales de producción y por consiguiente, del sistema de propiedad y de conducción de la economía misma, en el sentido de una sociedad que no admite excluidos, sean éstos mayorías o minorías. Se trata de una sociedad en la cual nadie sea marginado... Nadie debe poder satisfacer sus necesidades sacrificando la vida del otro. La satisfacción de las necesidades básicas de cada uno tiene que ser englobada en una solidaridad humana, que no excluya a nadie de la satisfacción de sus necesidades básicas. El “no matarás” se transforma en un: respetarás la vida del otro en el marco de la satisfacción de las necesidades básicas4.
El “no matarás”, expresado como el derecho fundamental e inalienable a la vida, pasa necesariamente por la satisfacción de las necesidades fundamentales: alimento, salud, techo, trabajo, etc., y en el respeto y realización de las mismas se define la raíz de su dignidad como ser humano y sus valores. Por consiguiente, su negación se convierte en una seria amenaza antropológica pues se generan no-humanos, no-personas, “los nadies”.

Jamás en la historia, la humanidad poseyó la abundancia de riqueza, el nivel técnico-científico y el rápido desarrollo humano como en nuestra época, pero también jamás la brecha entre países ricos y países pobres ha sido tan escandalosa, asimétrica y excluyente como ahora. El G8 y el capitalismo central con unos 800 millones de habitantes controlan y hegemonizan más poder económico, tecnológico, informativo, político y militar que el resto de los aproximadamente 4,000 millones viviendo en Asia, África, Europa Oriental, y América Latina, donde también un reducido porcentaje participa de las relaciones y los estándares de vida de los países hegemónicos5.

1. Cfr. Tamez, Elsa. Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos. Editorial DEI. San José, Costa Rica. 1993. Pp. 41-42.

2. Cfr. Ibid.

3. Cfr. Ibid. P. 43.

4. Hinkelammert, Franz. Democracia y totalitarismo. Editorial DEI. San José, Costa Rica. 1987. Pp. 151, 153.

5. Cfr. Thai Hop, Pablo. Los excluidos, extraña criatura del nuevo paradigma tecno-científico. http://servicioskoinonia.org/relat/120.htm. Consultado 25 de mayo de 2009, 8:51 p.m.

jueves, 1 de octubre de 2009

EL FENÓMENO DE LA EXCLUSIÓN



Conceptualización

¿De qué hablamos cuando hablamos de Exclusión? Este es un fenómeno que no puede circunscribirse al ámbito de lo privado o limitarse a lo político, a lo económico, etc. Es un fenómeno que está presente en donde esté el ser humano y afecta todas sus relaciones interpersonales.

¿Qué sociedad tenemos en la que existen, se diversifican y amplían situaciones graves de Exclusión? En definitiva, “la Exclusión hoy es un fenómeno social y una cuestión política, económicamente mala, socialmente corrosiva y políticamente explosiva”1; y podemos agregar, antropológicamente inhumana y cristianamente condenable.

El fenómeno de la exclusión está estrechamente vinculado a la pobreza y la marginación. Pobreza, es cuando las personas carecen de los medios para vivir con dignidad, es decir, satisfaciendo todas las necesidades básicas: alimentación, salud, educación, vivienda, etc., mientras que la pobreza extrema es aquella situación grave en que las personas no alcanzan a cubrir tan siquiera la necesidad de alimentación2.

La persona marginada es aquella “que está al margen, por voluntad propia o circunstancias ajenas a él. En algún momento y lugar la marginación ha sido voluntaria”3, es decir que se podía optar a ello como una medida de rechazo al sistema, sin embargo, dadas las circunstancias actuales del sistema hegemónico, la situación se da de manera, podríamos decir, “natural”.
Esto es claro en el sistema de mercado neoliberal actual, que gracias a la globalización ha llegado, prácticamente, a todo el mundo. El sistema de mercado exige personas que respondan a ciertos criterios impuestos por quienes ostentan el poder económico-comercial, se les conoce como “NORMAS ISO 9000”, con todas sus variantes. Estas normas determinan quienes están al centro del sistema y quienes se van relegando “procesualmente” al margen del mismo. Es así como se va clasificando al ser humano por sus capacidades productivas, entendiéndolas como fuerza de trabajo, conocimiento o capital. Sin embargo, el hecho que se encuentren “al margen”, “marginadas”, hace que aún estén dentro del sistema, pues “sirven” como mano de obra barata o como consumidores de los productos defectuosos o de baja calidad, una especie de consumidores de carroña.

La Exclusión4 es la situación en la cual las personas quedan “fuera de... una persona, un colectivo, un sector , un territorio, está excluido si no pertenece a... no se beneficia de un sistema o espacio social, político, cultural, económico, al no tener acceso al objeto propio que lo constituye: relaciones, participación en las decisiones, en la creación de bienes y servicios por la cultura y la economía, etc.”5 Son personas que no son tomadas en cuenta a la hora de organizar la sociedad y decidir las medidas socio-políticas que han de incidir en sus vidas y en su muerte6.

La diferencia es clara: las personas excluidas están “fuera de”, es decir no tienen ninguna participación dentro del sistema, son el sobrante, ya que no sirven para producir, porque no son clasificados ni siquiera como mano de obra barata, y por tanto son incapaces de ser consumidores de lo que produce el sistema.
A partir de este acercamiento conceptual, podemos fácilmente identificar a las personas excluidas con las personas que viven la pobreza, sobre todo la extrema, porque ser pobre hoy es ser excluido.

Este acercamiento lo hemos hecho desde el punto de vista económico, sin embargo se debe tener presente que el fenómeno de la Exclusión es un proceso, y como tal, está relacionado con otros procesos que abarcan lo social, lo cultural, lo religioso, lo político. Cuando los procesos se interrelacionan, forman parte de un sólo sistema, entonces la situación se agrava exponencialmente.

Ahora bien, el sistema pretende hacer creer que la Exclusión es algo casual, sin embargo, es necesario desenmascarar esa ideología, y decir que ella es “manifestación, expresión y resultado de una determinada estructura social... Es la propia organización social la que elabora en su interior “poblaciones sobrantes””7.

La Exclusión es un fenómeno dinámico que afecta a todos los ámbitos y escalas de la sociedad humana: la polarización Norte-Sur, Centro-Margen, Desarrollo-Subdesarrollo, Trabajo-Desempleo, Mujer-Hombre, Campo-Ciudad, etc. Todos ellos interactúan como ámbitos opuestos. Vivimos en una sociedad que excluye: diecisiete de cada veinte seres humanos viven en situación de Exclusión (PNUD 2004).

Podemos formularnos muchas preguntas, algunas de ellas: ¿Excluidos de qué? ¿Quienes son? ¿Dónde están? ¿Cuáles son las estructuras, los mecanismos que el sistema social tiene para provocar la Exclusión? ¿Por qué aumenta exponencialmente la Exclusión? ¿A quien o quienes beneficia?

El concepto de la exclusión cada día se amplía y se convierte en un paradigma desde el cual podemos hacer que nuestra sociedad tome conciencia de sí misma y de sus disfunciones. Ya Ignacio Ellacuría, haciendo un análisis de la realidad latinoamericana decía que al ver el “tercer mundo” el “primero” podrá, como en un espejo invertido, reconocerse en su realidad desfigurada, pero verdadera, a partir de lo que produce: los pueblos crucificados. Y lo mismo decía usando la metáfora del coproanálisis: si un médico quiere saber cómo está la salud de un paciente hay que hacer un análisis de heces. Pues bien, lo que aparece en este análisis es la tragedia del tercer mundo, lo cual da la medida de la salud del primer mundo que lo produce8.

Ambas metáforas, la del espejo y la del coproanálisis se pueden aplicar específicamente al fenómeno de la Exclusión y darán como resultado que dicho fenómeno es el resultado del sistema hegemónico que, por cierto, tiene nombres y apellidos claros.

Esto hace afirmar que la Exclusión es “el resultado necesario y obligado de la Globalización... que cada vez se ha constreñido a lo económico y ha concentrado el poder, mucho poder en pocas manos, cada vez más poder en menos manos... El pensamiento que es motor de la actividad humano material y espiritual, se ha reducido al Pensamiento Único. Nos han secuestrado el pensamiento...”9. Con la Exclusión queda fuera del sistema la Utopía. Ella se convierte en otra excluida más, con lo cual no quedan esperanzas en el horizonte humano. Parece que ya no hay lugar para otras opciones, no hay posibilidad de otros sueños, de otras realidades.
La exclusión globalizada es el fenómeno perfecto para generar no seres humanos: “los nadies”.

1. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 2.

2. Cfr. Tesis doctorales de economía. Definición y medición de la pobreza. http://www.eumed.net/tesis/amc/11.htm. Consultado 24 de mayo de 2009, 9:31 p.m.

3. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 3.

4. Procede del verbo latino “excludere”, que significa echar a una persona o cosa fuera de un sistema cerrado o fuera del lugar que ocupa.

5. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 3.

6. Cfr. Thai Hop, Pablo. Los excluidos, extraña criatura del nuevo paradigma tecno-científico. http://servicioskoinonia.org/relat/120.htm. Consultado 25 de mayo de 2009, 8:51 p.m.

7. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 3.

8. Cfr. Sobrino, Jon. Ignacio Ellacuría, el hombre y el cristiano. “Bajar de la cruz al pueblo crucificado”. Editorial Centro Monseñor Romero UCA. San Salvador, El Salvador. 2006. P. 39.

9. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 5.