martes, 8 de diciembre de 2009

PUEBLO DE DIOS: LA ECLESIOLOGÍA DEL VATICANO II

DIAGNÓSTICO HISTÓRICO


LUCHAS DE PODER

Ahora, cuarenta y cuatro años después de la clausura del Vaticano II, parece que las condiciones no se ven tan favorables para comprender el alcance histórico de este concilio. Lo que estaba llamado a ser un nuevo comienzo, o, como diría Karl Rahner, “el comienzo de un comienzo”, se ha convertido en un conflicto latente pero camuflado entre lo “viejo” y lo “nuevo”, con predominio de lo “viejo”.

Es claro que en éstas últimas décadas, las posiciones preconciliares más conservadoras de la curia romana y del episcopado han cobrado mucha fuerza y están ejerciendo su poder desde posiciones estratégicas en la toma de decisiones. Podemos observar como vuelven a aparecer actitudes que el Vaticano II desechó y que eran una clara superación de una etapa histórica de Iglesia.

Estos grupos están extendiendo una valoración pesimista del concilio, penetrada de maniqueismo, un rechazo de la invitación del concilio a las Iglesias para que vuelvan a una actitud peregrina y misionera, como si ello implicase un abandono a la tradición, y, finalmente, una eclesiología “cerrada” del período postridentino, a favor de una Iglesia parapetada como una fortaleza, celosa de su pureza y provista de condenas .

Durante el primer período posconciliar se desencadenó en toda la Iglesia un impulso de renovación en fidelidad a lo que parecía exigencia indiscutible del concilio mismo. Sin embargo, ese impulso se fue convirtiendo muy pronto en sospechoso, de tal manera que un sector muy influyente de la Iglesia, sobre todo desde la curia romana, se vio en la necesidad de frenarlo para no presenciar la autodestrucción de la Iglesia.

Esto nos suscita una pregunta, ¿qué es lo que había que frenar: una interpretación equivocada del “verdadero concilio” o el impulso renovador exigido por el concilio mismo?

Cuando se generan movimientos y actitudes desde la institución jerárquica, siempre es necesario preguntarse qué intencionalidad tienen, cuál es su motivación, quién o quienes las han propuesto y ubicarlas en un contexto histórico, pues de esta manera saldrá la verdad a flote.

Esos pequeños sectores, pero muy influyentes y con mucho poder, vieron en el concilio una amenaza para la fe cristiana, la Iglesia y su ortodoxia. Por ello llegaron a expresar que “el concilio había significado un sufrimiento” .


DESACTIVAR EL CONCILIO

La estrategia ha sido entonces, desactivar el concilio, sin que parezca tal cosa. Se pretende vaciarle de todo contenido que pudiera parecer una innovación profunda en la comprensión de la fe y la Iglesia. Por eso, se ha buscado darle una perfecta continuidad con toda la “tradición” y con la Iglesia preconciliar. Se ha sospechado, incluso, de la intención de Juan XXIII en la convocación del concilio, indicando que nunca se pretendió “cambios de doctrina”, sino perfeccionar “el modo insatisfactorio de formularla” , de tal forma que simplemente se acomodara la doctrina de siempre a nuevos efectos pastorales. Así se pretende afirmar que, en el plano de las definiciones doctrinales, no ha cambiado nada.

Entonces, al desactivar el concilio, se hace posible el siguiente paso: apropiárselo, darle una interpretación auténtica, y culpar al posconcilio por sus interpretaciones erróneas sobre los documentos posconciliares, pues esa es la causa de la involución eclesial.

Esta posición ha sido constantemente afirmada por el actual papa Benedicto XVI, y antes cardenal Ratzinger, cuando fungía como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En el documento Informe sobre la fe, a los veinte años de la clausura del concilio, expresó:

Resulta incontestable que los últimos veinte años han sido decisivamente desfavorables para la Iglesia católica. Los resultados que han seguido al concilio parecen oponerse cruelmente a la esperanzas de todos... Se esperaba una nueva unidad católica, y ha sobrevenido una división tal que, en palabras de Pablo VI, se ha pasado de la autocrítica a la autodestrucción... Se esperaba un salto hacia adelante, y nos hemos encontrado ante un proceso progresivo de decadencia que se ha desarrollado en buena medida bajo el signo de un presunto “espíritu del concilio”, provocando de este modo su descrédito .


Viniendo esta afirmación de la máxima autoridad de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es evidente que se debe abandonar el “camino equivocado”, emprendido por la Iglesia desde el concilio, pues los resultados son catastróficos. Se hace necesario inaugurar un camino nuevo, que realmente acoja el Vaticano II que aún no ha comenzado. Esta “nueva fase” posconciliar debe buscar una “restauración global, en donde no se hable de un antes y un después del concilio, de forma que sea entendido en estricta continuidad con la tradición postridentina, pueda leerse y aplicarse sin sorpresas ni sobresaltos” .

Es claro pues, que la mentalidad de la minoría conciliar, para la que el concilio fue un sufrimiento, se ha ido apoderando de los centros decisorios de la Iglesia, prueba de ello es que su mayor y mejor exponente es ahora nuestro papa. Así se va imponiendo una práctica del Vaticano II en la que ellos pueden sentirse a gusto, en contra de la gran mayoría conciliar y el proceso innovador que se venía desarrollando. Es un gran esfuerzo por domesticar el Vaticano II. Parece que se está huyendo de algo a lo que se le tiene un miedo acérrimo: “la mera posibilidad de que este concilio pretendiera un cambio histórico en la comprensión de la fe cristiana y en la comprensión de la Iglesia a los veinte siglos de su historia” .

Pero, al mismo tiempo, es innegable que la intención del concilio al ser convocado por Juan XXIII, fue precisamente “para salir, con un empeño y esfuerzo común, de un largo período histórico que parecía ya concluido y carente de futuro” . Durante la época preconciliar se hablaba de fin de la “era constantiniana”, o “fin de la época postridentina”, con lo que se expresaba la convicción de que la conciencia había llevado a un concilio en la segunda mitad del siglo XX, y que desembocó en el aula conciliar, y fue la de cerrar etapa histórica de la Iglesia, y abrir una etapa histórica nueva.

Por ello, la afirmación de Ratzinger, sobre los veinte años posconciliares como “decisivamente desfavorables para la Iglesia católica”, no sería tan grave si no ocultara el propósito de domar al concilio, de encasillarlo dentro de los criterios de una tradición uniforme, y de excluir todo lenguaje sobre él que aluda a un cambio de rumbo en la marcha de la Iglesia.

Cabe preguntarse, entonces, ¿corresponde la opinión Ratzinger con la verdadera intención histórica de la mente de los Padres del Concilio ecuménico y la comprensión eclesial que éstos tenían? Se hace necesario, pues, escudriñar históricamente para encontrar los elementos que puedan sacar a la luz la verdad, pues finalmente, el cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, debe respetar al Concilio y su intención original, por encima de su propia opinión, como cualquier otro fiel o teólogo. ¿Cuál era la mente de los Padres del Concilio?


Una vez entendido el Vaticano II en “rigurosa continuidad con los concilios de Trento y Vaticano I”, y abandonada toda alusión a “giros copernicanos”, “fines de época”, o cosas semejantes, se estará, ciertamente, en condiciones de asumirlo sin sobresaltos, pero también sin responder a los desafíos históricos que estaban a la base del concilio mismo .


No cabe duda que durante estas décadas posconciliares, se ha estado viviendo una represión al interior de sí misma, y del cambio eclesial que el Vaticano II pretendió. Esto se ha hecho, sobre todo, a través de documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, especialmente durante el tiempo en que el cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, fungió como prefecto de la mismo. Esto se ha querido traducir en normas y leyes concretas y una renovada inquisición posconciliar. Otro ejemplo claro sobre esta domesticación del Vaticano II lo encontramos en Código de Derecho Canónico (1983), en el que algunos cánones dan la impresión de que los deseos de la minoría conciliar, han adquirido más peso que las nuevas propuestas hechas por voluntad de la mayoría .

LA HISTORIA Y SU FUNCIÓN CRÍTICA DESENMASCARADORA

He aquí la importancia de recurrir a la historia con una mirada crítica, pues sólo contextualizando lo dicho y escrito se puede recuperar la intención original del Vaticano II y encausarlo por la vía adecuada, sin manipulaciones de minorías poderosas anti-Vaticano II. Es la fuerza de la verdad.

Se hace importante destacar un hecho importante: la primera sesión del concilio inició rechazando los esquemas presentados por la comisión central, previa al concilio, y que obligó a preparar otros nuevos, elaborados por nuevas comisiones desde planteamientos totalmente distintos. Además, leyendo la “Introducción histórica” de la “Constitución dogmática sobre la Iglesia”, que por cierto se tuvo que agregar por una decisión de la Secretaría general del Concilio, se descubren sin mayor esfuerzo las tensiones y conflictos que se dieron durante la preparación y aprobación de dicha Constitución, y que junto a un seguimiento crítico de las votaciones de las seis redacciones del documento y la metamorfosis que sufrió, nos develan el contexto y la intención de la mayoría de los Padres Conciliares contra la minoría poderosa que pretendía más de lo mismo .

¿Qué implicó tales decisiones? Fundamentalmente tres cosas:

• Se tuvo mayor conciencia de que se estaba pretendiendo superar una visión estrecha de una determinada tradición dominante de los últimos siglos, para recuperar niveles más profundos de la tradición eclesial, con lo cual no se partía de cero.
• En el ambiente se creía que era, prácticamente imposible, que la Iglesia pudiera iniciar un camino nuevo, por eso el discurso inaugural de Juan XXIII causó un gran impacto y creo la conciencia de que el concilio tenía que asumir eso como tarea fundamental y razón de ser .
• Se asumió concientemente esta soberanía conciliar, “que rechazaba cualquier condicionamiento de la curia romana, deseando abrirse libre y responsablemente su propio camino”. Con una libertad sin reservas, dispuesta a “ponerlo todo en discusión”, desde un “planteamiento nuevo”. Esta libertad “llevaría al concilio, a lo largo de sus cuatro sesiones, muy lejos de cuanto hubiera podido preverse” . Además, esto permitió que se pudieran nombrar como asesores a varios teólogos que previo al concilio fueron censurados y reprimidos, confinándolos al silencio por el Santo Oficio. Reconociendo a la vez, el daño que se había causado con estas metodologías de sospecha y represoras.

Sin embargo, resulta muy ingenuo creer que el conflicto entre la minoría conciliar y la mayoría que buscó el cambio histórico ya terminó. Por ello profundizaremos más sobre el tema eclesiológico que es centro de la discusión.

lunes, 2 de noviembre de 2009

EL SISTEMA NEOLIBERAL, ¿ES UNA IDEOLOGÍA MORAL?



El sistema neoliberal es, fundamentalmente, un versión corregida y aumentada de unos principios filosóficos clásicos, vividos y expresados por el capitalismo en su más cruda expresión: 1) el mercado libre, global y total, dirigido por la supuesta “mano invisible; 2) el Estado reducido a su mínima expresión, sin intervención en el mercado; 3) la primacía del propio interés, del individualismo competitivo.

Además, el neoliberalismo tiene una ética propia basada en determinados valores, tales como: la competitividad, la calidad, la eficacia, la libertad, el realismo, el equilibrio económico, todos ellos en función del mercado.

Es claro que en este sistema neoliberal, el centro lo ocupa el mercado con sus propias leyes que le sostienen, le legitiman y le garantizan perpetuidad.

Sin embargo, se hace necesario “echar un ojo” a la realidad actual para ver que tan efectivo es el sistema neoliberal para responder a las necesidades de la humanidad y si garantiza la vida digna para todos. Por ello, se hace necesario realizar, como decía Ignacio Ellacuría, un coproanálisis de la realidad, pues tal como lo hace el médico, analizando los resultados encontrados en las heces, se descubre el estado de salud del paciente, así sucede, entonces, con la realidad al ser examinada como el medio en donde actúa el neoliberalismo.

Como resultado del coproanálisis, descubrimos que las cifras de personas viviendo en la pobreza ha crecido de manera alarmante. Se ha producido una desigualdad creciente entre ricos y pobres. Cada vez unos pocos ricos son más ricos y muchos pobres son más pobres. El fenómeno de la exclusión es el más claro ejemplo de la gravedad del estado de salud de la realidad. Toda aquella persona, pueblo o nación que no es capaz de participar en el sistema de mercado, debido a no ser competitiva, a no cumplir los estándares internacionales de calidad (normas ISO: International Organization for Standardization), o no poseer capital para la inversión, queda inmediatamente fuera, es desechada, se le considera sencillamente como un sobrante.

El que no produce no sirve. El que no es competitivo no sirve. El que no tiene capital para invertir no sirve. El que no se puede certificar internacionalmente no sirve. En fin, cerca del 85% de la población mundial no sirve.

El resultado del coproanálisis es alarmante. Parece que el paciente está agonizando. La gran mayoría de la población mundial está condenada a morir. Parece que ahora es un enorme privilegio ser explotado con tal de no ser excluido. Es mejor ser instrumentalizado que ser desechado del sistema.

El ser humano se ha convertido en una herramienta del mercado. Toda forma de solidaridad y cooperativismo es asesinada. El Estado sólo sirve para salvaguardar los derechos del mercado y su perpetuidad. Desde la dimensión ecológica, existe una destrucción brutal que ha generando un grave desequilibrio climático, escasez dramática de los recursos naturales y, por tanto, daño irreversible que puede llevarnos a la desaparición como especie.

Sumado a lo anterior, está el problema del trabajo, que debería ser aquella actividad humana que le permitiera al ser humano satisfacer sus necesidades elementales de vida y realizarse como persona. Pero, lamentablemente, el trabajo está supeditado al mercado, se ha convertido en una actividad que denigra, que deshumaniza y despersonaliza, convirtiéndolo en un medio al servicio del mercado. El trabajo no está cumpliendo su función de garantizar el desarrollo personal y social, ni el equilibrio psicológico necesario. Es fácil constatar en nuestros pueblos que las mayorías son simplemente mano de obra barata y desechable para el sistema neoliberal.

El sistema neoliberal ha inyectado sus principios, valores y leyes en las relaciones sociales, en el sistema educativo, en el pensamiento mismo del ser humano. El sistema mediático de comunicación está envenenado de neoliberalismo. De tal forma que ahora, prácticamente, nacemos configurados para funcionar en el sistema. Todo ámbito de la realidad parece estar configurado “neoliberalmente”.

Es indiscutible, pues, que el sistema neoliberal, por ser un conjunto de ideas que condiciona e incluso llega a determinar las relaciones sociales, con el fin de conservarse, legitimarse y perpetuarse, creando una conciencia falsa, pues se presenta como la única posibilidad para garantizar el progreso y el desarrollo de la humanidad, es una ideología.

Es claro, entonces, que el sistema neoliberal es éticamente injusto, moralmente malo y religiosamente pecaminoso. La situación de exclusión, pobreza, muerte y desesperanza se califica como inhumana, antievangélica y como una violación permanente de la dignidad de las personas. Se ha generado un círculo de violencia institucionalizada a causa del lucro sin freno, convirtiéndose el neoliberalismo en una megaestructura de pecado.

El neoliberalismo es un sistema muy efectivo para crear riqueza, sin embargo, el precio a pagar es muy alto: pobreza y exclusión de las mayorías. La vida del ser humano está por encima de cualquier sistema, está por encima de la competitividad y del mercado con todos sus tentáculos. Un sistema que excluye, que crea mayorías sobrantes, no sirve.

Desde el seguimiento radical de Jesús, nos vemos configurados para romper con el sistema actual, pues no es posible servir a dos amos. O servimos a Dios y su proyecto de vida, o servimos al dinero y su proyecto neoliberal de muerte.

El seguimiento de Jesús nos hace adoptar una actitud de resistencia ante el neoliberalismo y a buscar la generación de proyectos alternativos que garanticen la vida de toda la humanidad y no sólo de unos pocos, en justicia, de tal forma que la persona humana y su dignidad sea lo que prime.

La clave del seguimiento de Jesús es el Reino de Dios que se construye en la historia. El Reino de Dios se constituye en una dimensión generadora de esperanza, de sentido de nuevos proyectos alternativos, de dinamismos históricos. Es claro que existe una lucha duélica entre el el Reino de Dios y el anti-Reino. No es posible una negociación en este sentido.

No se debe olvidar que las raíces del mal están dentro del corazón humano y en las estructuras sociales de pecado basadas en proyectos de muerte, tal como el sistema neoliberal. Por ello se hace necesario denunciar este sistema injusto y superar una vivencia fragmentada del evangelio. Para eliminar el pecado personal y estructural se necesita integrar la justicia y la misericordia, lo racional y lo simbólico, la cruz y la resurrección.

Todo sistema injusto será condenado siempre por el cristianismo auténtico y, como decía Monseñor Romero: “La Iglesia no dejará de ser voz de los que no tienen voz mientras haya oprimidos” (Homilía 20/05/1979).

lunes, 12 de octubre de 2009

PABLO Y LAS COMUNIDADES CRISTIANAS



¿Dónde se reunían las primeras comunidades cristianas? ¿Quiénes formaban parte de las comunidades? ¿Qué hacían?

Comunidades domésticas “abiertas”
Como fruto de la misión de Pablo y de otras personas, surgieron muchas comunidades en los pueblos y en las grandes ciudades del Imperio Romano.

Basándonos en lo que J. Becker expone en su libro Pablo, apóstol de los paganos, un primer dato que encontramos es que las comunidades cristianas no mantienen una relación directa con el Templo, símbolo de la unidad en el judaísmo, sino que se reúnen en las casas de algunas familias (Rm 16, 5; 1 Cor 16, 19).

Ahora bien, ¿quiénes formaban parte de las comunidades? Al parecer, en las comunidades cristianas participaban gente pobre y también personas acomodadas de los estratos intermedios (1 Cor 1, 26-27). Son comunidades “abiertas” a todas las personas. Es decir, no ponen como condición para ingresar ningún requisito cultural ni económico.

Para Pablo el rasgo fundamental de la comunidad es la unidad. Ahora bien, ¿es posible la unidad en una sociedad que marca fuertes diferencias entre hombres y mujeres, esclavos y libres, griegos y judíos, ricos y pobres? Según Becker, las comunidades de Pablo, abiertas a todas las personas, hacían un gran “esfuerzo de integración”. El énfasis de Pablo es que unirse a Cristo significa echar abajo las diferencias, todas las personas tienen la misma dignidad, todos somos uno en Cristo (Gál 3, 26-28). En la comunidad ya no deben existir desigualdades ni divisiones entre ricos y pobres, hombres y mujeres, judíos y griegos. Este ideal se expresa mediante la comunión de bienes y la solidaridad (1 Cor 16, 1-3).

Comunidades cristianas comprometidas
¿Cómo se relacionaban las comunidades cristianas con el mundo que les rodea? En el tiempo de Pablo pensaban que era inminente el fin de los tiempos (1 Cor 7, 29). Esto hizo que algunas comunidades, como la de Tesalónica, se desentendieran de la vida y el trabajo; Pablo les llama a asumir sus compromisos cotidianos (1 Ts 5, 1-22).

El culto a diversas divinidades y las doctrinas extrañas eran muy frecuentes en el mundo helenístico-romano. En este aspecto es muy claro que las comunidades rechazan y no toleran la idolatría y todas las prácticas derivadas de la misma (1 Cor 10, 14-22). Aunque rechazan el culto a las divinidades, aceptan a las autoridades del imperio. Pablo recomienda cumplir con los deberes de la sociedad (Rm 13, 1-7), pero al mismo tiempo exige de la comunidad una conducta ejemplar con los demás, no sólo dentro sino fuera de la comunidad (1 Ts 4, 9-12; Flp 4, 8-9; Gál 6, 10). No es del todo justo decir que las comunidades de Pablo no tenían una actitud crítica ante el imperio, a este respecto Becker afirma que la comunidad cristiana “pretendía evangelizar y hacer cambiar a las personas, pero no se tenía una idea de cómo debía ser un Estado y su sociedad”.

Las comunidades cristianas en el Imperio Romano
“Para caracterizar los estratos sociales del Imperio Romano en la época postaugustana, lo mejor es representar la pirámide dividida en tres partes. La cúspide la ocupaba el estamento romano de los senadores, seguido inmediatamente del estamento ecuestre… Este pequeño grupo gozaba hereditariamente de inmensos privilegios. Acumulaban la riqueza, el poder y la educación. El cristianismo paulino no había entrado aún en ese primer estamento.

La amplia base de la pirámide estaba compuesta por la gran masa de los no propietarios, los esclavos, los mercenarios, los pequeños artesanos, los agricultores, etc… Entre el estamento superior y el inferior encontramos la capa media que, promovida por medidas imperiales, ocupaba sobre todo los suburbios y había alcanzado un relativo bienestar con el comercio, la producción o la prestación de servicios. Cuando Pablo evangelizaba las ciudades, se relacionaba sobre todo con esta pequeña burguesía y con el estamento urbano inferior. Dejó de lado la población rural porque centró su actividad en las ciudades helenísticas” (Becker).

Las comunidades cristianas frente al Imperio Romano
“Este cristianismo primitivo no llegaba con ningún programa para cambiar el mundo. No se propuso resolver el problema de los esclavos, construir una sociedad basada en la justicia social, recomendar una distribución del poder político, liberar a los grupos oprimidos, desencadenar debates generales sobre los derechos humanos. Ya la esperanza en el inminente fin del mundo cerraba esas perspectivas… No podemos transferir a la antigüedad los debates político-sociales que tienen vigencia desde la época de la Ilustración. Sin embargo, esto representa sólo una cara de la moneda.

Como el cristianismo era una oferta hecha a todos los habitantes de la ciudad, eso significaba que en una casa cristiana se reunían todos, muchos de ellos sin haber mantenido antes, o apenas, relaciones entre sí: pobres y acomodados, esclavos y libres, mujeres y hombres, griegos y orientales, gente de diversas profesiones, etc. Estamos así ante la tarea decisiva de estas comunidades domésticas… Se trata de una tarea que no tiene equivalente en ninguna otra comunidad religiosa de la antigüedad, ya que esas comunidades practicaban la selección social y profesional. Aquí tuvo, pues, el cristianismo una tarea especialmente llamativa” (Becker).



Las comunidades cristianas y la casa
“La casa de la antigüedad como recinto donde vive la familia pasó a ser el centro de la comunidad local, el lugar de reunión para el culto divino, alojamiento para misioneros y enviados, foco de irradiación misionera y marco para la nueva vida cristiana. La casa de la antigüedad, gobernada por el padre de familia, era el elemento decisivo de la ciudad y del Estado del Imperio Romano. La familia era el único entramado social que conoció la antigüedad. La casa solía ser también fundamental para la economía, porque allí se producía lo que era la base del sustento de la familia… De ahí que fuera una opción especialmente afortunada la que hizo el cristianismo cuando eligió la casa como base de su difusión” (Becker).

La Iglesia universal
“La comunidad local entendida como un colectivo ligado a la casa y que se reúne en ella no debe hacernos pensar en la existencia de numerosas comunidades domésticas que formaran una asociación privada y limitaran sus actividades y relaciones a su propio ámbito local. La comunidad local estaba presidida por una conciencia eclesial totalizante y un sentimiento de unidad... Esto ocurrió sobre todo porque Pablo dio a todos las comunidades el mismo testimonio sobre Cristo e introdujo el bautismo y la cena del Señor en las comunidades.

Pero no se limitó a esto, sino que confió a la comunidad la responsabilidad de toda la Iglesia. Así Filipos apoyó financieramente la misión paulina. Las comunidades acogían temporalmente a otros misioneros; pero, sobre todo, las comunidades enviaban colaboradores a la misión o hacían una colecta para Jerusalén. Hay, pues, suficientes indicios concretos de que Pablo esperaba que las comunidades participaran activamente en la construcción de la comunidad escatológica a escala mundial. Estas indicaciones, entre otras, sobre la promoción que hizo Pablo de una Iglesia universal no pueden extrañar en él, porque fue el primer teólogo del cristianismo primitivo que desarrolló una concepción unitaria de la Iglesia” (Becker).

La liturgia en las comunidades de Pablo
Las comunidades de Pablo celebran la liturgia en sus casas. No hay objetos de culto, vestidos y preparativos rituales, como tampoco existe una separación entre la liturgia y la vida, que gira en torno al bautismo y la eucaristía.

El bautismo lo administraban miembros de la comunidad y misioneros (1 Cor 1, 11-16), “en el nombre de Jesús” (1 Cor 6, 11); por el bautismo, el creyente se incorpora al “cuerpo de Cristo” (1 Cor 12, 13; Gál 3, 26-28); recibe los dones del Espíritu Santo (1 Cor 6, 11) y, en consecuencia, debe dejar atrás el pasado y emprender “una nueva vida” (Rm 6, 1-4). En el acto del bautismo, el creyente hacía una profesión de fe ante la comunidad con una fórmula semejante a Rm 10, 9.

La vida litúrgica de las comunidades gira, sobre todo, en torno a la eucaristía (1Cor 11, 23-27). Parece que las comunidades de Corinto, antes de la eucaristía, hacían una comida ordinaria. A ellos se refiere Pablo cuando las personas acomodadas de la comunidad se comían todo y dejaban sin nada a los esclavos y asalariados (1Cor 11, 17-22): “Esta ya no es la cena del Señor” afirma Pablo, porque han roto el signo fundamental: la comunión de los fieles. Donde no hay justicia y unidad no puede haber eucaristía.

En algunas cartas de Pablo podemos encontrar profesiones de fe (1 Cor 8, 6), himnos (Flp 2, 6-11), acción de gracias (1 Cor 1, 4-7; Flp 1, 3-6) que nos dan una idea de la liturgia de la palabra en sus comunidades.

Los ministerios en la comunidad de Pablo
Las comunidades de Pablo se reúnen en asambleas generales cuando surgen asuntos importantes (Hch 15, 6; 1 Cor 5, 4-5; Gál 2, 11-14). Las comunidades no tienen una organización jerárquica, sino ministerial. Pablo describe la comunidad como un “cuerpo” donde todos sus miembros tienen una tarea y una sola cabeza: Cristo. Como afirma Becker, las tareas o ministerios pertenecían a la comunidad, no a una persona determinada, y los podían desempeñar una o varias personas, turnándose unas a otras. Pablo da especial importancia a los carismas de misión, sólo en segundo término habla del carisma de gobierno o dirección de las comunidades (1 Cor 12, 27-30).

Parece que algunos miembros de la comunidad de Corinto tenían especial predilección por el don de lenguas, quizá por ser más espectacular y llamativo. Pablo sin embargo advierte que prefiere el don de la profecía porque su mensaje se entiende y “edifica a toda la comunidad” (1 Cor 14, 4) y, sobre todo, enseña que el don principal es la caridad (1 Cor 13, 1-13). Sin la práctica concreta del amor solidario, todos los demás carismas pierden su sentido.

Los ministerios y la organización de las comunidades
El hecho de que Pablo desarrollara en sus comunidades una conciencia de Iglesia universal no implica que Pablo organizara una autoridad central. Como afirma J. Comblin (Pablo: trabajo y misión) , para Pablo “no había organización alguna de todos los cristianos en dependencia de una autoridad central... Para unir a todos los cristianos bastaba con Cristo y el Espíritu, el bautismo y la cena del Señor”.

Esto no quiere decir, por otra parte, que las comunidades fueran anárquicas. Por supuesto que había personas que “presidían” cada comunidad. ¿Qué hizo Pablo para organizar las comunidades? A este respecto Becker afirma: “Nos consta, ante todo, lo que no hizo: no creó cargos locales ni provinciales para declinar en ellos su responsabilidad. Determinadas tareas en la comunidad son asumidas por personas concretas y éstas debían ser respetadas (Rm 12, 6-13; 1 Cor 12, 28; 1 Tes 5, 12-13); pero las tareas pertenecían a la comunidad y podían desempeñarlas una persona o varias, o relevándose unas a otras... Cada comunidad es la única responsable de todo. No es una parte de la Iglesia, sino el cuerpo íntegro de Cristo” (Becker).

Carismas
En sus cartas Pablo nos dice que los carismas son dones del Espíritu Santo “para provecho común” (1 Cor 12, 7). Cuando Pablo hace ver a la comunidad de Corinto que prefiere el don de profecía al don de lenguas, el argumento es muy claro: “el que habla lenguas se edifica a sí mismo, pero el que profetiza edifica a toda la comunidad” (1Cor 14, 4). Los carismas no son privilegios para sobresalir, sino servicios para edificar la comunidad; por eso el principal carisma es el amor (1 Cor 13, 1).

Durante los viajes, Pablo mantenía contacto con las comunidades a través de mensajeros (cf. Col 4, 10; 1 Cor 1, 11; 16, 12-17; 1 Tes 3, 2-6), y a partir del segundo viaje, también lo hacía a través de cartas. Pedía que sus cartas fueran leídas en las reuniones de la comunidad (1 Tes 5, 27) y que fuesen enviadas también a las demás comunidades. La segunda carta a los Corintios, por ejemplo, fue escrita para todas las comunidades de Grecia (2 Cor 1, 1). Pedía también que las comunidades intercambiaran las cartas que recibían (Col 4, 16).

Pablo escribió muchas cartas. No todas se conservaron. En las cartas a los Corintios, él menciona dos o tres cartas a la misma comunidad que no conocemos (cf 1 Cor 5, 9; 2 Cor 2, 3 – 4, 9; 7, 8-12). En la carta a los Colosenses, habla de una carta escrita a la comunidad de Odisea, que no se conservó (Col 4, 16).
Casi siempre Pablo escribe las cartas junto con sus compañeros de misión. Ellos aparecen a su lado en el saludo inicial y los recuerdos finales. Parece ser que discutían entre ellos el asunto, antes de escribir.

Una de las pocas cartas sin recomendaciones personales, ni saludos finales, es la carta a los Gálatas. Es que la relación entre Pablo y la comunidad estaba tensa, enervada. “Falsos hermanos” estaban queriendo separar a los Gálatas de Pablo (Gál 2, 4; 16,8; 3, 1; 4, 16-17). Pablo estaba irritado y fue obligado a defenderse. Otra carta, sin recomendaciones ni saludos, es la carta a los Efesios; se trata, probablemente, de una carta circular, una especie de encíclica, igual para todas las comunidades. La copia que conservamos es la que fue enviada a la comunidad de Éfeso.

Pablo viajaba, pero no se desligaba: Continuaba con el liderazgo y la coordinación general de las comunidades entre los paganos, como se le pidió en el Concilio Ecuménico de Jerusalén (Gál 2, 7-10). Mantenía contacto constante con las comunidades fundadas por él y con la Iglesia como un todo.

Busque en su Biblia Gál 3, 27-28; Rm 10, 12; 1 Cor 12, 13; Col 3, 10-11.
¿Cuál es la idea que se repite en estos textos? ¿Qué ideal plantea Pablo a las comunidades cristianas? ¿Qué aplicación tiene hoy?

Busque y lea Rm 13, 1-7.
¿Qué dice Pablo sobre las relaciones entre la comunidad y las autoridades del imperio? A la luz de nuestra realidad, ¿cómo interpretaría este texto? ¿Pablo justificaría los abusos de poder? ¿Por qué?

Busque y lea 1 Cor 10, 14-33.
¿A qué problema en concreto se refiere Pablo? ¿Cuáles son las idolatrías de nuestro tiempo? ¿Qué recomienda Pablo a la comunidad sobre su relación con la sociedad: que rechacen todo, que se aíslen? ¿Qué pide en los versículos 24 y 33?



¿Cómo vive tu comunidad, encerrada o abierta a los problemas del mundo?

Busque y lea 1 Cor 11, 17-27.
Según este texto, ¿qué problema se da en la comunidad de Corinto? ¿Por qué dice Pablo a los corintios que sus celebraciones “ya no son la cena del Señor”? ¿En qué condiciones se debe celebrar la cena del Señor?

Busque y lea 1 Cor 12, 4 – 13, 3.
¿Qué son los carismas? ¿Cuál es el criterio para discernir si un carisma proviene o no del Espíritu Santo? ¿Cuál es el carisma más importante y cuáles son sus características?

Busque y lea 1 Cor 14, 1-12.
¿Según el texto, qué otro problema se da en las reuniones de la comunidad de Corinto? ¿Cuál es el argumento de Pablo para preferir el don de profecía al don de lenguas? ¿Que aconseja Pablo para superar el desorden en la comunidad de Corinto? ¿Se dan este tipo de problemas y situaciones en nuestras comunidades? ¿Qué hacemos para resolver estos problemas?

¿A qué se deben las tensiones y conflictos que a veces se producen en tu comunidad y en la Iglesia en general? ¿A qué ministerios se les da más importancia en tu comunidad y la Iglesia en general? ¿Por qué? ¿Qué hacemos para resolver estas diferencias?

jueves, 8 de octubre de 2009

¿DÓNDE Y CUÁNDO SE GENERA LA EXCLUSIÓN?




Es alarmante constatar la creciente Exclusión de grandes sectores de la humanidad al acceso de las necesidades básicas, indispensables para vivir dignamente. La Exclusión se convierte entonces, en la evidencia más rotunda de la grave crisis de un sistema económico inhumano que se ve obligado a generar este tipo de no-personas, desechables, y necesarios para poder mantenerse1.

Todo esto trata del sistema capitalista salvaje y voraz, llevado hasta el extremo por el endurecimiento de las “normas de juego”, con todo tipo de políticas económicas neo-liberales; libertad en los precios de mercado; limitación mínima al rol del estado en la economía, caracterizado por la privatización de las empresas estatales y del servicio nacional con sus respectivos centros (agua, electricidad, gas, teléfono, salud, educación, etc.); y la centralidad en la productividad, la eficiencia, la eficacia y el mérito personal.

El mercado se convierte en una especie de paraíso, que posee mano invisible y con ella regula las leyes de la oferta y la demanda, y su supuesto equilibrio, garantizando la libertad y la posibilidad para que “todos participen”, pero, obviamente, sólo una minoría tiene las posibilidades, los medios requeridos para hacerlo. Mientras que las mayorías que no pueden participar del mercado quedan excluidas del sistema y su vida se ve permanentemente amenazada2.

Existe una deuda externa, que bien debería llamarse deuda eterna, pues, según los economistas, es impagable. Guatemala, un país clasificado como subdesarrollado, con su PIB abonado a su deuda externa, apenas y alcanza a cubrir los intereses, nunca abona al capital, lo cual confirma el hecho de que la deuda será eterna. Y todos sus habitantes están condenados, de generación en generación, a pagar intereses y vivir a merced de los intereses del G8 ampliado. Y, como Guatemala, muchos otros ejemplos...

Las implicaciones dentro de cada país con deuda externa eterna, se ven reflejadas en el mercado interno: las micro y mediana empresas se ver despedazadas y devoradas por las grandes transnacionales que, gracias a los tratados de libre comercio (TLC's), tienen las puertas totalmente abiertas a nuestros países que dejan de ser productores y se convierten en simples consumistas, proveedores de materia prima a bajo costo y mano de obra barata, mientras aguantan las exigencias de productividad y luego son desechados, Excluidos totalmente del sistema.

Se da entonces un juego con las leyes, pues el mercado rechaza cualquier tipo de leyes que le controlen, pues él presume que tiene plena libertad de autoregularse sin ninguna interferencia externa. Como consecuencia se elaboran leyes contra aquellos que piden leyes de control y equidad en el mercado.

Cualquier movimiento que se oponga al sistema y proteste por la carestía de la vida, la insatisfacción de necesidades elementales, la inflación, la baja de salarios, el desempleo, etc, todo ello fruto del sistema, son reprimidos por las fuerzas armadas o fuerzas del “orden”, según las leyes de Seguridad Nacional, y que a partir del 11 de septiembre de 2001, se les llama grupos o movimientos terroristas3.

Todas las leyes orientadas a un trabajo digno y justo quedan en simple letra muerta, pues quienes imponen las leyes laborales son el mercado y las transnacionales. El límite de horas de trabajo, las condiciones laborales, la seguridad laboral y las prestaciones son manipuladas y tergiversadas a conveniencia del sistema.
Franz Hinkelammert dice en ese sentido:
La lógica de las mayorías solo dice algo nuevo si se la entiende como un criterio de la formación de las relaciones sociales de producción y por consiguiente, del sistema de propiedad y de conducción de la economía misma, en el sentido de una sociedad que no admite excluidos, sean éstos mayorías o minorías. Se trata de una sociedad en la cual nadie sea marginado... Nadie debe poder satisfacer sus necesidades sacrificando la vida del otro. La satisfacción de las necesidades básicas de cada uno tiene que ser englobada en una solidaridad humana, que no excluya a nadie de la satisfacción de sus necesidades básicas. El “no matarás” se transforma en un: respetarás la vida del otro en el marco de la satisfacción de las necesidades básicas4.
El “no matarás”, expresado como el derecho fundamental e inalienable a la vida, pasa necesariamente por la satisfacción de las necesidades fundamentales: alimento, salud, techo, trabajo, etc., y en el respeto y realización de las mismas se define la raíz de su dignidad como ser humano y sus valores. Por consiguiente, su negación se convierte en una seria amenaza antropológica pues se generan no-humanos, no-personas, “los nadies”.

Jamás en la historia, la humanidad poseyó la abundancia de riqueza, el nivel técnico-científico y el rápido desarrollo humano como en nuestra época, pero también jamás la brecha entre países ricos y países pobres ha sido tan escandalosa, asimétrica y excluyente como ahora. El G8 y el capitalismo central con unos 800 millones de habitantes controlan y hegemonizan más poder económico, tecnológico, informativo, político y militar que el resto de los aproximadamente 4,000 millones viviendo en Asia, África, Europa Oriental, y América Latina, donde también un reducido porcentaje participa de las relaciones y los estándares de vida de los países hegemónicos5.

1. Cfr. Tamez, Elsa. Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos. Editorial DEI. San José, Costa Rica. 1993. Pp. 41-42.

2. Cfr. Ibid.

3. Cfr. Ibid. P. 43.

4. Hinkelammert, Franz. Democracia y totalitarismo. Editorial DEI. San José, Costa Rica. 1987. Pp. 151, 153.

5. Cfr. Thai Hop, Pablo. Los excluidos, extraña criatura del nuevo paradigma tecno-científico. http://servicioskoinonia.org/relat/120.htm. Consultado 25 de mayo de 2009, 8:51 p.m.

jueves, 1 de octubre de 2009

EL FENÓMENO DE LA EXCLUSIÓN



Conceptualización

¿De qué hablamos cuando hablamos de Exclusión? Este es un fenómeno que no puede circunscribirse al ámbito de lo privado o limitarse a lo político, a lo económico, etc. Es un fenómeno que está presente en donde esté el ser humano y afecta todas sus relaciones interpersonales.

¿Qué sociedad tenemos en la que existen, se diversifican y amplían situaciones graves de Exclusión? En definitiva, “la Exclusión hoy es un fenómeno social y una cuestión política, económicamente mala, socialmente corrosiva y políticamente explosiva”1; y podemos agregar, antropológicamente inhumana y cristianamente condenable.

El fenómeno de la exclusión está estrechamente vinculado a la pobreza y la marginación. Pobreza, es cuando las personas carecen de los medios para vivir con dignidad, es decir, satisfaciendo todas las necesidades básicas: alimentación, salud, educación, vivienda, etc., mientras que la pobreza extrema es aquella situación grave en que las personas no alcanzan a cubrir tan siquiera la necesidad de alimentación2.

La persona marginada es aquella “que está al margen, por voluntad propia o circunstancias ajenas a él. En algún momento y lugar la marginación ha sido voluntaria”3, es decir que se podía optar a ello como una medida de rechazo al sistema, sin embargo, dadas las circunstancias actuales del sistema hegemónico, la situación se da de manera, podríamos decir, “natural”.
Esto es claro en el sistema de mercado neoliberal actual, que gracias a la globalización ha llegado, prácticamente, a todo el mundo. El sistema de mercado exige personas que respondan a ciertos criterios impuestos por quienes ostentan el poder económico-comercial, se les conoce como “NORMAS ISO 9000”, con todas sus variantes. Estas normas determinan quienes están al centro del sistema y quienes se van relegando “procesualmente” al margen del mismo. Es así como se va clasificando al ser humano por sus capacidades productivas, entendiéndolas como fuerza de trabajo, conocimiento o capital. Sin embargo, el hecho que se encuentren “al margen”, “marginadas”, hace que aún estén dentro del sistema, pues “sirven” como mano de obra barata o como consumidores de los productos defectuosos o de baja calidad, una especie de consumidores de carroña.

La Exclusión4 es la situación en la cual las personas quedan “fuera de... una persona, un colectivo, un sector , un territorio, está excluido si no pertenece a... no se beneficia de un sistema o espacio social, político, cultural, económico, al no tener acceso al objeto propio que lo constituye: relaciones, participación en las decisiones, en la creación de bienes y servicios por la cultura y la economía, etc.”5 Son personas que no son tomadas en cuenta a la hora de organizar la sociedad y decidir las medidas socio-políticas que han de incidir en sus vidas y en su muerte6.

La diferencia es clara: las personas excluidas están “fuera de”, es decir no tienen ninguna participación dentro del sistema, son el sobrante, ya que no sirven para producir, porque no son clasificados ni siquiera como mano de obra barata, y por tanto son incapaces de ser consumidores de lo que produce el sistema.
A partir de este acercamiento conceptual, podemos fácilmente identificar a las personas excluidas con las personas que viven la pobreza, sobre todo la extrema, porque ser pobre hoy es ser excluido.

Este acercamiento lo hemos hecho desde el punto de vista económico, sin embargo se debe tener presente que el fenómeno de la Exclusión es un proceso, y como tal, está relacionado con otros procesos que abarcan lo social, lo cultural, lo religioso, lo político. Cuando los procesos se interrelacionan, forman parte de un sólo sistema, entonces la situación se agrava exponencialmente.

Ahora bien, el sistema pretende hacer creer que la Exclusión es algo casual, sin embargo, es necesario desenmascarar esa ideología, y decir que ella es “manifestación, expresión y resultado de una determinada estructura social... Es la propia organización social la que elabora en su interior “poblaciones sobrantes””7.

La Exclusión es un fenómeno dinámico que afecta a todos los ámbitos y escalas de la sociedad humana: la polarización Norte-Sur, Centro-Margen, Desarrollo-Subdesarrollo, Trabajo-Desempleo, Mujer-Hombre, Campo-Ciudad, etc. Todos ellos interactúan como ámbitos opuestos. Vivimos en una sociedad que excluye: diecisiete de cada veinte seres humanos viven en situación de Exclusión (PNUD 2004).

Podemos formularnos muchas preguntas, algunas de ellas: ¿Excluidos de qué? ¿Quienes son? ¿Dónde están? ¿Cuáles son las estructuras, los mecanismos que el sistema social tiene para provocar la Exclusión? ¿Por qué aumenta exponencialmente la Exclusión? ¿A quien o quienes beneficia?

El concepto de la exclusión cada día se amplía y se convierte en un paradigma desde el cual podemos hacer que nuestra sociedad tome conciencia de sí misma y de sus disfunciones. Ya Ignacio Ellacuría, haciendo un análisis de la realidad latinoamericana decía que al ver el “tercer mundo” el “primero” podrá, como en un espejo invertido, reconocerse en su realidad desfigurada, pero verdadera, a partir de lo que produce: los pueblos crucificados. Y lo mismo decía usando la metáfora del coproanálisis: si un médico quiere saber cómo está la salud de un paciente hay que hacer un análisis de heces. Pues bien, lo que aparece en este análisis es la tragedia del tercer mundo, lo cual da la medida de la salud del primer mundo que lo produce8.

Ambas metáforas, la del espejo y la del coproanálisis se pueden aplicar específicamente al fenómeno de la Exclusión y darán como resultado que dicho fenómeno es el resultado del sistema hegemónico que, por cierto, tiene nombres y apellidos claros.

Esto hace afirmar que la Exclusión es “el resultado necesario y obligado de la Globalización... que cada vez se ha constreñido a lo económico y ha concentrado el poder, mucho poder en pocas manos, cada vez más poder en menos manos... El pensamiento que es motor de la actividad humano material y espiritual, se ha reducido al Pensamiento Único. Nos han secuestrado el pensamiento...”9. Con la Exclusión queda fuera del sistema la Utopía. Ella se convierte en otra excluida más, con lo cual no quedan esperanzas en el horizonte humano. Parece que ya no hay lugar para otras opciones, no hay posibilidad de otros sueños, de otras realidades.
La exclusión globalizada es el fenómeno perfecto para generar no seres humanos: “los nadies”.

1. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 2.

2. Cfr. Tesis doctorales de economía. Definición y medición de la pobreza. http://www.eumed.net/tesis/amc/11.htm. Consultado 24 de mayo de 2009, 9:31 p.m.

3. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 3.

4. Procede del verbo latino “excludere”, que significa echar a una persona o cosa fuera de un sistema cerrado o fuera del lugar que ocupa.

5. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 3.

6. Cfr. Thai Hop, Pablo. Los excluidos, extraña criatura del nuevo paradigma tecno-científico. http://servicioskoinonia.org/relat/120.htm. Consultado 25 de mayo de 2009, 8:51 p.m.

7. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 3.

8. Cfr. Sobrino, Jon. Ignacio Ellacuría, el hombre y el cristiano. “Bajar de la cruz al pueblo crucificado”. Editorial Centro Monseñor Romero UCA. San Salvador, El Salvador. 2006. P. 39.

9. Bel Adell, Carmen. Exclusión social: origen y características. http://www.google.com.co/search?q=exclusi%C3%B3n+social%3A+origen+y+caracter%C3%ADsticas+Carmen+Bel+Adell&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=com.ubuntu:es-AR:unofficial&client=firefox-a. Consultado 26 de mayo de 2009, 10: 42 p.m. P. 5.

viernes, 11 de septiembre de 2009

LAS MUJERES COMPROMETIDAS CON EL EVANGELIO



¿Pensás que Pablo limitó la participación de las mujeres en las comunidades? ¿Por qué?

¿Pablo contrario a la participación de las mujeres?
Algunas personas se apoyan en Pablo para argumentar que la mujer debe estar callada en la comunidad y someterse al hombre. La misión de las mujeres se reduce a servir; quienes deciden son los hombres. Es cierto que en las cartas de Pablo hay textos que parecen justificar la superioridad del hombre sobre la mujer y el rol pasivo de éstas en las comunidades.

Por ejemplo: 1 Cor 11, 2-16; 14, 34-35; Ef 5, 21-24; 1 Tim 2, 9-15. Lea los textos y coméntelos.

No hay que olvidar que las primeras comunidades cristianas crecen en un ambiente patriarcal y machista, que margina a la mujer y le prohíbe participar en la vida pública. No debe extrañarnos que en cierto modo Pablo y sus comunidades reflejen la manera de pensar de su ambiente. Dentro de la cultura de aquel tiempo, no había lugar para la mujer. La función de la mujer estaba en el recinto interior de la casa, en la vida de la familia. Y ahí, de hecho, ella coordinaba, era la dueña de la casa. Por tanto, en la iglesia ella sólo podría tener lugar y participación, si la iglesia funcionase en el interior de las casas.

Ahora bien, las comunidades fundadas por Pablo se reunían en las casas del pueblo. Por eso son llamadas Iglesias Domésticas. En casi todas las iglesias domésticas mencionadas en las cartas de Pablo aparece el nombre de una mujer, en cuya casa la comunidad se reúne: en la casa de la pareja migrante Priscila y Aquila, tanto en Roma (Rm 16,5), como en Corinto (1 Cor 16, 19); en la de Filemón y Apia (Flp 2); en la casa de Lidia en Filipo (Hch 16, 15); en la casa de Ninfa en Laodicea, que llega a recibir una carta de Pablo, carta que no se ha conservado; en la casa de Filólogo y Julia, Nereo y su hermana y de Olimpas. Por tanto, a través de la creación de las iglesias domésticas, Pablo abrió espacio para que las mujeres pudieran ejercer la función de coordinadora en las comunidades.

Para valorar el alcance y la novedad de esta iniciativa de Pablo, conviene recordar lo siguiente. En aquel tiempo los judíos no permitían comunidades o sinagogas sólo de mujeres. Exigían que, como mínimo hubiera diez hombres, para que se pudiese formar una comunidad. Por esto no había sinagoga en Filipo, ya que allá había un grupo solamente de mujeres. Estas se reunían fuera de la ciudad para rezar (Hch 16, 13). Pablo tuvo el coraje de transgredir la costumbre de su propio pueblo y permitió que el grupo de mujeres de Filipo formase una comunidad (Hch 16, 13-15).

En estas recomendaciones, Pablo habla con toda naturalidad de mujeres que son diaconisa, colaboradora en Jesucristo o apóstol. Títulos y funciones importantes en la vida y organización de las comunidades. Son presentadas como personas que se fatigan por los demás en las comunidades. Las comunidades y el propio Pablo deben mucho a algunas de ellas, ya que le ayudaron y arriesgaron la propia vida por él. Las trata con cariño y las llama hermana, madre y compañera de prisión.

Pues bien, si Pablo fuese contrario a la participación de las mujeres y tuviera una imagen negativa de ellas, no las hubiera mencionado en sus cartas. Era evidente que estas mujeres tuvieron un protagonismo y liderazgo importante en sus comunidades y por eso Pablo está agradecido con ellas, las elogia y las recomienda a las comunidades. Son mujeres valientes que han compartido el sufrimiento de la cárcel, que han arriesgado su vida por él, que han ayudado al pueblo y que han asumido cargos y tareas importantes en la comunidad.

Lo importante es que en las cartas de Pablo hay otros textos donde el apóstol valora y reconoce el protagonismo de las mujeres en sus comunidades. Por ejemplo, en el final de la carta a los Romanos (Rm 16, 1-16), Pablo menciona, por lo menos, a diez mujeres:

“Les recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la comunidad de Cencrea. Ella ha ayudado a mucha gente y a mí también”. Probablemente uno de los tantos servicios que Febe prestó fue el de ser portadora de la carta de Pablo para la comunidad de Roma.
“Saludos para Priscila y Aquila, mis colaboradores en Jesucristo, que arriesgaron la propia cabeza para salvar mi vida”. Pablo agradece a los dos en nombre propio y en nombre de todas las comunidades del mundo pagano. Era en casa de este matrimonio donde se reunía la comunidad.
“Saludos para María, que trabajó mucho por ustedes”.
“Saludos para Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, apóstoles importantes”. Algunos manuscritos antiguos transformaron el nombre de Junia en Junio, tal vez porque les resultaba extraño que una mujer recibiera de Pablo el título de apóstol.
“Saludos para Trifena y Trifosa y para la querida Pérsida”. De las tres dice que se fatigaron mucho en el Señor.
“Saludos para Rufo y su madre que es la mía también”.
“Saludos para Filólogo y Julia, para Nereo y su hermana y para Olimpas”. Parece que la comunidad se reúne en su casa, pues Pablo añade: “y para todos los santos que están con ellos”.

Hoy, nadie en su sano juicio, pone en duda la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. La sociedad ha avanzado mucho en este aspecto, aunque todavía hay mucho camino que recorrer. Muchas mujeres luchan por su derecho a participar en la vida pública y en la Iglesia. Si Pablo viviera hoy apoyaría estas luchas. Los textos citados no se pueden manipular para justificar algo que es contra el Evangelio de Jesús.

Por otra parte, se debe estudiar el conocido texto de Gál 3, 26-28; cuando Pablo dice “ya no hay hombre no mujer”, está planteando que en la comunidad ya no debe haber diferencias ni desigualdades, como las hay en la sociedad. Ni el judío es más que el griego, ni el libre más que el esclavo, ni el hombre es más que la mujer. Todos somos iguales, “uno en Cristo”. El machismo es contrario al ideal de Pablo.

El lado materno y femenino del lenguaje de Pablo
Para describir su trabajo en las comunidades, Pablo usa imágenes maternas y femeninas. Escribe a los Tesalonicenses: “Les tratamos con cariño, como madre que da calor a los hijos que amamanta” (1 Tes 2, 7). Y a los Gálatas: “Hijos míos, sufro nuevamente como dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes” (Gál 4, 19). Y a los Corintios: “Les di a beber leche, no alimento sólido, pues ustedes no podían soportarlo” (1 Cor 3, 2). “¿Seré menos amado justamente porque les dedico más amor?” (2 Cor 12, 15). Y a los Filipenses: “Dios es mi testigo de que les amo a todos con la ternura de Jesucristo” (Flp 1, 8). Y para describir el proceso doloroso de la renovación en curso, en el cual todo y todos estaban envueltos, escribe a los Romanos: “Sabemos que toda la creación gime y sufre dolores de parto hasta el presente. Y no solo ella, también nosotros que poseemos los primeros frutos del Espíritu, gemimos en nuestro interior, esperando la adopción, la liberación de nuestro cuerpo” (Rm 8, 22-23). El movimiento de las comunidades, doloroso y esperanzado, es comparado con una mujer embarazada, que lleva con cuidado el futuro hijo que va a nacer con dolores de parto.

En la carta a los Gálatas, Pablo enumera, por un lado, lo que él llama las obras de la carne (Gál 5, 22-23). Carne significa el ser humano en cuanto cerrado sobre sí mismo, sin apertura a Dios, entregado a las influencias de la ideología dominante. Espíritu significa el ser humano en cuanto abierto a Dios y a la nueva visión del mundo que nos fue revelada en Jesús. En nuestra lengua, la palabra carne es femenina; en hebreo, es masculino. En nuestra lengua, la palabra Espíritu es masculino, en el hebreo es femenina.

Ahora haga usted mismo la investigación y anote en la carta a los Gálatas: ¿cuántas de las obras de las obras de la carne enumeradas por Pablo en Gál 5, 19-21, son defectos típicamente masculinos? ¿Y cuántos de los frutos del Espíritu, citados en Gál 5, 22-23, son virtudes típicamente femeninas? El resultado de esta comparación es significativo.

La ternura y la atención cariñosa
Un libro apócrifo de los primeros siglos dice que, a la hora del martirio, al cortarle la cabeza a Pablo, en vez de sangre salió leche. Era el modo en que las comunidades recordaban la actitud materna y llena de ternura de Pablo con ellas.

Una pequeña muestra de esta relación cariñosa y amiga que había entre Pablo y las comunidades se trasluce en la despedida de los coordinadores de las comunidades de Éfeso. Después del discurso, según dice Lucas, “Pablo se arrodilló y rezó con ellos. Entonces todos comenzaron a llorar mucho; y echándose al cuello de Pablo lo besaban. Estaban muy tristes, principalmente porque había dicho que nunca más verían su cara. Y se fueron con él hasta el barco” (Hch 20, 36-38). Esta misma sensibilidad y ternura aparece en las cartas, sobre todo en la carta a los Filipenses, donde Pablo derrama la amistad que siente por aquella comunidad, inicialmente sólo de mujeres.

En una época en que la mujer no tenía voz frente al hombre, causa admiración el hecho de que Pablo, al hablar de una pareja amiga, coloque el nombre de la esposa antes del nombre del marido: “Priscila Y Aquila” (Rm 16, 3; “ Tm 4, 19). En la carta a los Corintios, sin embargo, dice “Aquila y Priscila” (1Cor 16, 19).

Pablo supo ser duro e inflexible en la defensa de los valores de la vida y del Evangelio, pero la dureza de la lucha no apegó en él la capacidad de ser un amigo cariñoso y acogedor, delicado y atento. No perdió la ternura.

Pablo y el matrimonio
En el momento de escribir la carta a los Corintios, Pablo no era casado (1 Cor 7, 8). Algunos piensan que era viudo. Otros dicen que su esposa se había separado de él (cf 1 Cor 7, 15-16). No lo sabemos. Pablo no estaba contra el matrimonio. ¡Al contrario! Había en aquel tiempo una teoría que prohibía el matrimonio. Pablo reaccionó con fuerza y la condenó como “doctrina demoníaca” (1 Tm 4, 1), como “hipocresía de mentirosos” (1 Tm 4, 2) y como “cuentos de viejas” (1 Tm 4, 7). Aun sin ser casado, defendía su derecho a tener una compañera (1 Cor 9, 5).

El hecho de no casarse él, tenía que ver con su manera de valorar y vivir su propia vocación y con su experiencia personal de Cristo (1Cor 7, 32). Tenía que ver también con su convicción de que en Cristo ya había llegado el fin de los tiempos (1 Cor 7, 29-31). Era urgente movilizar todo y a todos para la misión. Por eso mismo tiene el coraje de recomendar a las mujeres solteras que no se casen, sino que continúen en el estado que se encuentran (1 Cor 7, 27-28.33-34). Esta recomendación era contraria a las costumbres de la época. Casada, la mujer estaría presa al marido, dependiente de él todo él en todo (cf 1 Cor 11, 10), y no tendría condiciones concretas para dedicarse a la misión. No casada, estaría libre “para cuidar de las cosas del Señor y del modo de agradar al Señor” (1 Cor 7, 32).

Buscá Rm 16, 1-16. ¿Qué nos enseña este texto sobre la participación de las mujeres en las comunidades cristianas: sólo pueden asistir a las reuniones o deben tener funciones de liderazgo? ¿Por qué?

Leé y compará Gál 3, 26-28 con 1Cor 14, 34-35: ¿Qué dice Pablo en cada uno de estos textos? ¿A cuál de los dos textos debemos dar prioridad? ¿Podemos dar un valor absoluto al consejo que da a la comunidad de los corintios? ¿Por qué?

En la Iglesia, como comunidad del Pueblo de Dios, ¿qué tareas hacen las mujeres? ¿qué tareas hacen los hombres? ¿Por qué?

¿Quienes toman las decisiones en la Iglesia, comunidad del Pueblo de Dios, sólo los hombres, las mujeres o ambos?

¿A qué te ha invitado esta reflexión?

lunes, 7 de septiembre de 2009

BASES MILITARES GRINGAS EN COLOMBIA Y OTROS MERENGUES... PARTE 2


... Es difícil solucionar un conflicto como el que existe en Colombia, en el que tantos factores se entrelazan y la verdad queda oculta y bien enredada.

En la actualidad, existe un temor ante la posibilidad de que en este país se establezcan bases militares estadounidenses, ya que eso originaría seríos problemas con los países vecinos que no desean presencia militar gringa cerca de sus fronteras.

La razón que da el gobierno de Colombia es que es una vía que posibilitará acabar con el narcotráfico, y a la vez, con la guerrilla y los paramilitares. Además, se afirma que no son propiamente bases militares extranjeras sino apoyo militar para el ejército de su país. ¿Qué tipo de apoyo será? ¿Vendrán desarmados los militares gringos?

En realidad, esta realidad me hace recordar no sólo la historia y realidad de mi país, Guatemala, sino también la famosa "Pax Romana", que básicamente consistía en la paz a través de la violencia militar, la represión y la muerte, de ser necesario, de todas aquellas personas que se opusieran a los intereses del imperio. Al parecer, la "Pax Romana" no ha desaparecido sino evolucionado con ciertas variantes. Ahora, en nombre de los Derechos Humanos se violan los derechos más fundamentales de la vida de muchas personas, se reprimen sus voces, se censuran sus expresiones y exigencias a la vida y a la búsquede de alternativas más humanas.

No entiendo aun, cómo es posible que un pueblo o una nación se arme tanto y luego no pretenda que su población sea violenta y represora o víctima y reprimida. La historia no se equivoca, ya está escrita y hay que saber leerla con ojos abiertos y críticos, para no cometer los mismos errores del pasado.

Como bien dijo Cantinflas en una de sus tantas películas, parece que en lugar de entender ámense unos con otros, hemos entendido ármense unos contra otros. Me atrevo a afirmar que, si Colombia sigue armándose más cada día, nunca, nunca, nunca alcanzará la paz verdadera, la paz que es fruto de la justicia social, de la garantía de vida de todas las personas que la habitan. La violencia se transformará de ejército vrs. guerrilla y paramilitares, a una violencia de policía y ejército vrs. crimen organizado y violencia urbana.

Amigos colombianos me preguntan: ¿es que acaso sos guerrillero o simpatizante de Chávez?, ¿acaso no te das cuenta de lo beneficiosa que es la seguridad democrática? Si la solución que está planteando Uribe no es la idónea, entonces, ¿cuál es la solución?

En fin, no tengo la solución en mis manos, y si la tuviera no sería algo mágico e inmediato ni fácil. Sin embargo, mientras se gasta la mayor parte del presupuesto de un país en armas y el sostenimiento de un ejército, dejando es segundo o tercer plano la inversión en salud, alimentación, educación, etc., simplemente se está cambiando el escenario, el telón de fondo de la injusticia, y ésta seguirá existiendo a sus anchas y con total libertad.

Finalmente, desde mi opción cristiana, no puede estar de acuerdo con ningún tipo de violencia, venga de donde venga. No creo que esa sea la vía para conseguir la paz en ningún lugar del mundo. Cualquier tipo de violencia tiene sus consecuencias y, la mayoría de veces, estas consecuencias son peores que el mal que pretenden curar.

Oremos a Dios, propongamos nuevas alternativas y dispongámonos a comprometernos por transformar nuestra realidad de acuerdo a los criterios del Reino de Dios, mostrado por Jesús.

Y vos, ¿qué opinás?

viernes, 28 de agosto de 2009

BASES MILITARES GRINGAS EN COLOMBIA Y OTROS MERENGUES...



La situación que ha surgido a raíz de las supuestas bases estadounidenses en territorio colombiano, nos invitan a ver más allá de lo evidente y leer entre-líneas.

En mi caso particular, tengo que confesar que mi lectura de los hechos la hago como guatemalteco, que llevo viviendo 30 meses en Colombia, y que tiene la experiencia de su propio país.

Nací y crecí en un ambiente de conflicto armado interno (1960-1996), una lucha entre ejército y guerrilla, el asesinato de cientos de miles de campesinos, la gran mayoría indígenas, inocentes; secuestros, persecución, etc.

También he vivido el momento histórico de la "FIRMA DE LOS ACUERDOS DE PAZ" en 1996, el surgimiento de las pandillas juveniles, llamadas maras, y los grupos del llamado "crimen organizado", que mantienen en zozobra a mi país en la actualidad.

Además, siempre me ha gustado acercarme un poco a la historia, más allá de la versión oficial de los hechos, y así poder tener una actitud más crítica y reflexiva.

Por eso, cuando observo la realidad de este querido país, lo complejo de su realidad debido a todos los componentes que la conforman me atrevo a escribir algunas pocas palabras.

Con respecto al narcotráfico, que por cierto está en el fondo de todo este merengue, si lo que se quiere es acabar con él, haciendo una caricatura del esquema económico simple, existen algunos elementos simples a tomar en cuenta: la oferta, el mercado y la demanda. La droga es, en este caso, el producto que se ofrece al mercado en el que existe una demanda. Esa demanda está compuesta por millones de personas que en distintos países tienen la "necesidad" de consumirla; y el mercado va desde lo micro hasta lo macro, desde la gente más pobre a la más rica, en todos los continentes del planeta.

El negocio de la droga es sumamente rentable, lo mejor de lo mejor. Tiene sus riesgos, pero parece que a muchas personas les ha parecido que vale la pena arriesgarse. El mercado es amplio y la demanda parece que crece exponencialmente. Cada cual que se convierte en parte del sistema de distribución disfruta de buenas ganancias, todo según el nivel en que se encuentre dentro del mismo.

Este negocio se pone mejor cuando a ello se le da el valor agregado de la venta de armas, de todo tipo y a múltiples escalas. Además, debido a los riesgos que conlleva el narcotráfico, las armas son su mejor garantía de éxito. Sin lugar a dudas, hay países y grandes empresas que están muy interesadas en que este negocio de la droga no se acabe: "es la gallina de los huevos de oro".

El lavado de dinero, que mueve miles de acciones en "Wall Street", que sostiene grandes empresas en muchos lugares del mundo y, además son el mayor ingreso de muchas naciones, y hacen que sus economías se estabilicen un poco, hace que otro buen grupo de naciones, entidades comerciales y personas específicas no quieran que se acabe el "súper negocio mix" de la droga y la venta de armas.

Dentro de los actores en todo este conflicto que se centra en Colombia, pero que tiene grandes repercusiones a nivel mundial, ¿A quiénes realmente NO les interesa que esto se solucione? ¿Quiénes son los más grandes beneficiados, económicamente hablando? ¿Quiénes tienen intenciones malévolas ocultas detrás de su apariencia bonachona?


Esto continuará........................

viernes, 7 de agosto de 2009

LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE DE Y EN JESÚS: GRACIA DE DIOS



¿Qué significa para usted esta frase de Pablo: “somos justificados por la fe de y en Jesús y no por la obras de la ley”?

Considerada como el “testamento de Pablo”, la carta a los Romanos nos expone de una forma más completa y ordenada su teología de la salvación. La carta se divide en dos partes: Rm 1-11 donde expone sus reflexiones sobre la salvación y Rm 12-15 en las que saca las consecuencias prácticas para la comunidad. El núcleo principal de la carta es Rm 1-8.

Veamos entonces que nos dice Pablo sobre la salvación en Rm 1-8.

Rm 1, 1-17 es una introducción en la que Pablo presenta el tema principal de la carta: El Evangelio de Jesucristo es para todos los pueblos, para toda la humanidad (Rm 1, 16). Cuando Pablo usa la palabra Evangelio no se refiere a un texto escrito, sino a una persona, Jesús, que con su muerte y resurrección nos salva.

Lea en este momento el texto Rm 1, 18 – 3, 20.

En este texto, Pablo expone cuál es la situación de la humanidad antes de la muerte y resurrección de Jesús. La lectura de este texto nos puede dejar desconcertados y confundidos. Toda la humanidad vive bajo el yugo del pecado que conduce a la muerte. El pecado es alejamiento de Dios, que Pablo describe mediante la imagen de la “ira de Dios”. El trasfondo de éste: los judíos pensaban que al cumplir la ley están más cerca de Dios y los pecadores son los demás, los que no cumplen la ley.

¿Usted cree que por asistir todos los días a misa y comulgar, por tener obras de caridad, por servir al pobre, etc., está más cerca de Dios? ¿Usted cree que sus obras le salvan y justifican ante Dios?

Pablo desautoriza este modo de pensar y afirma que “están todos bajo el pecado” (Rm 3, 20), tanto los judíos con su ley, como los paganos que adoran los ídolos.

En Rm 3, 21 – 2, 25, Pablo anuncia qué es lo que se manifiesta en el Evangelio: la “justicia de Dios”. Todos estábamos en pecado y todos somos salvados por Jesús; salvados no por las obras de la ley, sino por la justicia y el amor de Dios manifestado en Jesús (Rm 3, 23-24). La teología tradicional, ha reducido la Gracia a una “cosa” y al hacerla girar casi exclusivamente sobre la categoría del “mérito” (no ilegítima en sí misma, pero sí en su inflación excesiva, la cual impide mantener su cambio radical de significado cuando el ser humano la dice de su relación de Dios), acabó por convertir el tratado de la Gracia en un tratado de “pesas y medidas”.

Para explicar el efecto de la Gracia en el ser humano, o el efecto concreto de la victoria sobre el pecado, Pablo acuñó la palabra “justificación”. No resulta hoy un vocablo muy útil, porque la justificación suena casi siempre a excusa o disculpa ofrecida ante las demás personas y que, por tanto, impide la condena o la falta de aprecio de la gente. Y es un dato innegable que la vida de los seres humanos es una búsqueda constante o un tejido continuo de tales “justificaciones”: el ser humano es necesidad de justificación, aun al margen de si las justificaciones que él asigna son objetivamente válidas y verdaderas.

Pero, en realidad, no era ése exactamente el significado paulino del término, el cual, no obstante, es comprensible para nosotros etimológicamente; pues justificar equivale a “hacer justo”, en el sentido más amplio de la palabra. Una persona “justificada” es, por tanto, una persona “buena”, cuya bondad no resiste todos los “controles de calidad”. La justificación paulina es, pues, la transformación de la persona, de inhumana en buena y, por tanto, en plenamente humana.

Esta aproximación al término “justificación” nos permite comprender también que, en el horizonte semántico moderno, puede sustituirse por “realización humana”, “humanización”, “rehabilitación”, “perdón”, “liberación” (de la inhumanidad de la persona), “regeneración”, etc. No obstante, es preciso reconocer que no tenemos hoy una palabra que sustituya unívoca y adecuadamente (y pedagógicamente) a la antigua justificación.

La Gracia, pues, comienza con la transformación del ser humano “justificándolo”, si bien esa justificación debe ser entendida como algo histórico que, a la vez que ya está, ha de desarrollarse. En Rm 5 – 8, Pablo intenta perseguir experiencialmente ese desarrollo.

Rm 5, 1-21 es el centro nuclear de la carta. Aquí el lenguaje de Pablo cambia radicalmente, ya no habla de la “ira de Dios”, sino del “amor de Dios” (Rm 5, 5); ya no dice que estamos alejados de Dios, sino que “estamos en paz con Dios” (Rm 5, 1); ya no habla de una situación de muerte, sino de vida (Rm 5, 18). Este cambio se debe al gran acontecimiento salvador: la muerte y resurrección de Jesús que nos reconcilia con Dios (Rm 5, 10-11).

Rm 6, 1 – 8, 17. Si antes Pablo habló de la humanidad antes de Jesús, ahora habla de la comunidad después de la muerte y resurrección de Jesús y hasta la salvación final. En estos textos Pablo habla en primera persona del plural: “nosotros”, se refiere a la comunidad, que después de haber sido justificada por la fe en Jesús, recibe el Espíritu para vivir una “vida nueva” (Rm 6, 4), como “hijos de Dios” (Rm 8, 14-17); es un tiempo de lucha interior contra las fuerzas del pecado (Rm 7, 21-23).

En Rm 8, 18-39, Pablo nos habla de la esperanza (Rm 8, 24). No sólo la comunidad sino toda la creación aguarda, con dolores de parto, el tiempo de la liberación definitiva (Rm 8, 22). Y termina con un himno al amor de Dios (Rm 8, 31-39), es un texto que cierra el arco que se abrió en Rm 5, 5. Hemos de notar que Pablo no predica una esperanza evasiva, ni una espiritualidad alejada del mundo. Cuando habla de esperanza menciona el hambre, la persecución, los peligros y sufrimientos que la comunidad padece, porque ser justificados no significa que desaparecen todos los problemas; pero la comunidad tiene la certeza que nada ni nadie le separará ya del amor de Dios, ese amor que libera (Rm 8, 35a).

En pocas palabras, se presenta la Gracia en el ser humano como un proceso de liberación DE (liberación del pecado, de la Ley, de lo anticuado y obsoleto, etc.). Nos recuerda el carácter histórico de esa liberación y, por eso, su experiencia contradictoria: el ser humano se siente, a la vez, libre y esclavo. Y, finalmente, presenta la transformación producida por la Gracia como una liberación PARA (para las obras del Espíritu de Dios -y, por tanto, de los hijos de Dios- y no del falso espíritu humano).

¿Qué exige al cristianismo en América Latina pronunciarse sobre la justificación por la fe?
Básicamente, exige tener como punto de partida la vida actual de los pobres y excluidos, y en relación a estos, la vida de los demás. El pobre hace referencia al oprimido, al débil, al hambriento; al marginado, rechazado, deslegitimado, indigno, humillado, impotente, insignificante; al sujeto excluido en el plano económico-cultural.

Ante el gran desafío de la exclusión creciente de grandes sectores de la humanidad al acceso de las necesidades básicas, indispensables para vivir dignamente, ¿qué tiene que decir la justificación por la fe?

En estas sociedades donde el mercado tiende a regular las leyes, hay libertad para que todos participen, pero obviamente no son muchos los que tienen medios para hacerlo. Estos, que son la mayoría, quedan excluidos, y su vida se torna permanentemente amenazada. El costo social de este sistema es tan grande que teólogos y economistas develan su carácter idolátrico porque exigen el sacrificio de vidas humanas.

En Latinoamérica necesitamos pensar a partir de la propia humanidad negada, con los no-persona, que Gustavo Gutiérrez los define como “aquellos no considerados como seres humanos por el actual orden social: clases explotadas, razas marginadas, culturas despreciadas -donde la mujer de esos sectores es, doblemente explotada, marginada y despreciada. De acuerdo a la experiencia, muy frecuentemente la vida en la marginación carcome espacios íntimos de la persona hasta hacerla indigna e insignificante, frente a sí misma, frente a los demás y hasta frente a Dios. El sentido de la vida desaparece en el horizonte.

¿Qué hacer entonces, ante la el hambre y la insignificancia que desafían la doctrina de la justificación de la fe?

Al mencionar la vida de los pobres, el tema de la justificación pasa necesariamente por otra lógica distinta a la conocida. La existencia de los pobres nos indica también que hay seres responsables de su existencia. Lo que se quiere decir es que un acercamiento orientado hacia la afirmación de la persona se vuelve indispensable en un contexto donde los rostros de los seres humanos han sido deformados por la pobreza, la violación de sus derechos y la humillación.

Si lo que amenaza la vida de los seres humanos es pecado, hoy día éste se percebe como un poder indestructible. San Pablo lo percibió así en su historia, como un mecanismo tejido bajo la injusticia, que hace de todos los humanos sus esclavos, los que dirigen sin Dios el destino de la historia, y los dirigidos por aquellos. Es un sistema que amenaza la vida de muchos, de la gran mayoría.

Es estudio de la justificación como afirmación de la vida ha de tener el rostro peculiar del pobre, no solo su opresión económica, sino también, su dignidad negada como ser humano.

Busque y lea Rm 5, 1-12. ¿Cuál es la idea principal de este texto? ¿Qué quiere decir la palabra “justificación” en la teología de Pablo? ¿Cuál es, para Pablo, la prueba de que Dios nos ama? ¿Qué significa, para Pablo la “fe en Jesucristo”? ¿Se trata de fe sólo de palabras? ¿Por qué?
Comparando este texto con Rm 1, 18 – 3, 20, ¿qué diferencias encuentra? ¿Qué aplicación concreta da usted a la teología de Pablo en nuestra realidad?

“No es el esfuerzo humano, no es la Ley; es un dádiva de iniciativa gratuita de Dios, justifica a quien el quiere, no a una que quisiera por su propio orgullo subir hasta Dios ¡Imposible! Sólo Dios llama a esta justificación. Pero ese Dios no es un Dios que no lo podamos encontrar. Esto es lo más bello: que Dios se hizo hombre y salió por los caminos para encontrarse con ellos. En Cristo está la justificación de Dios. Cristo es el Dios que perdona, el Dios que justifica. Cristo es el Dios que ha venido no a condenar sino a perdonar. A nadie excluye” (Monseñor Romero, Homilía 11 de junio de 1978).

¿Cómo explica Monseñor Romero la justificación? ¿Cómo podemos traducir esta doctrina de la justificación a nuestras vidas?

COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA E IDEOLOGÍA


En primer lugar, trataré de definir lo que se entiende por ideología y por doctrina social de la Iglesia, para luego poder concluir si la doctrina social de la Iglesia puede ser una ideología o no.


Ideología

El término ideología fue formulado por Destutt de Tracy en 1796, y originalmente denominaba la ciencia que estudia las ideas, su carácter, origen y las leyes que las rigen, así como las relaciones con los signos que las expresan1.

Con el tiempo, esta concepción fue cambiando. Medio siglo más tarde, Marx dirá:

"Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres son reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vía. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. no tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia."2

Podemos decir entonces, que la ideología, para el materialismo histórico marxista, forma parte de la superestructura, junto con el sistema político, la religión, el arte y el campo jurídico. Está determinada por las condiciones materiales de las relaciones de producción o estructura económica y social y el reflejo que produce es llamado “falsa conciencia”.3

Dicho con otras palabras, la ideología es un conjunto de ideas que actúa como un lubricante para mantener fluidas las relaciones sociales, pretendiendo su conservación o su transformación o la restauración de un sistema previamente existente, pero que crean una conciencia falsa, proporcionando el mínimo consenso social mediante la justificación del predominio de las clases dominantes y del poder político.

En sociología, se entiende por ideología cuando una idea determinada es ampliamente compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. Además, interpreta y justifica los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales, a cuyos intereses sirve, y explica la realidad de una forma asumible y tranquilizadora para que pueda mantenerse la interpretación o justificación previa, tal como estaba en el imaginario individual y colectivo, independientemente de la circunstancia real4.

A tal punto ha llegado la transformación del término ideología, que se ha quedado con una concepción negativa, que pretende despojar al ser humano de su libertad, sumergiéndolo en la mentira, convirtiéndolo en parte de una masa que se pretende manipular y, si triunfa, dominar. Se puede decir que son una especie de herramientas de control, dominación y alienación social.

La mayoría de las ideologías han tenido su origen en una corriente filosófica, siendo una versión muy simplificada y, a veces, distorsionada, de la filosofía original, lo que se produce, de forma general, cuando un pensamiento original se convierte en “…ismo”5.



Doctrina social de la Iglesia

En primer lugar, se hace necesario decir que la enseñanza social de la Iglesia se origina del encuentro del Evangelio y de sus exigencias éticas, y los problemas de la vida social del ser humano. Esta interrelación se convierte en asunto para la reflexión moral, de tal forma que la Iglesia busca dar respuestas, sobre todo a las diversas situaciones de miseria y los problemas relacionados con el desarrollo, la industrialización, la globalización y, en especial, los problemas socio-económicos6.

Debido a que esta doctrina social de la Iglesia se ha venido formando con el tiempo, ha adquirido una identidad propia, con un perfil teológico bien definido, que, además, está sustentada filosóficamente y complementado con las ciencias humanas y sociales.

Las fuentes de la doctrina social son: La Sagrada Escritura, las enseñanzas de los santos Padres, los grandes teólogos morales y el Magisterio. Puede decirse con certeza que su fundamento y objeto es la dignidad de la persona humana con sus derechos inalienables, que están en el centro de la verdad sobre el ser humano. Su sujeto es la comunidad de creyentes en Jesucristo. Sus contenidos son: la visión del ser humano y de la sociedad, como sujeto central de la antropología cristiana7.

La doctrina social de la Iglesia, en cuanto parte integrante de la concepción cristiana de la vida, tiene un carácter eminentemente teológico, por tanto científico. La vida y el Evangelio se interpelan mutuamente en el plano del anuncio del Evangelio y la promoción humana. Por ello, se puede decir que encierra lo antropológico, lo teológico y lo espiritual; expresándose en la caridad, la justicia y la paz8.

Evidentemente, la doctrina social tiene una finalidad netamente pastoral, pues busca generar e impulsar la promoción integral del ser humano a través de una praxis de liberación cristiana. Eso quiere decir que, esta doctrina social de la Iglesia provee una serie de principios que iluminan cada época y en cualquier situación de la realidad social, anunciando la verdad sobre el ser humano y su dignidad y derechos, denuncia las situaciones de injusticia, y coopera con los cambios positivos de la sociedad para el verdadero progreso humano9.

Decimos entonces, que la doctrina social de la Iglesia presenta una serie de principios y un conjunto de enseñanzas que pretender orientar la vida social del ser humano. Sin embargo, lo más importante es concretar estas palabras en hechos sociales que transformen la realidad. Por ello, Juan XXIII afirmaba que la “una doctrina social no debe ser materia de mera exposición. Ha de ser, además, objeto de aplicación práctica.

Finalmente, se puede decir que la comprensión de la doctrina social de la Iglesia incluye la lectura de los hechos sociales a partir de la revelación de Dios, de tal forma que se traduzca en una praxis social aplicable a las distintas situaciones históricas, y al actuar protagónico de la comunidad de creyentes en Jesucristo.

“El cristiano sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Difundir esta doctrina constituye, por tanto, una verdadera prioridad pastoral, para que las personas, iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción: “La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia””10.


Conclusión

A partir del acercamiento a la concepción de ideología y doctrina social de la Iglesia, expreso varias razones por las cuales, considero yo, la doctrina social de la Iglesia no puede ser considerada una ideología:

1.La ideología busca mantener, transformar o rescatar algún sistema de principios de carácter social-económico-político, para satisfacer ciertos intereses personales o de grupos privilegiados que ostentan el poder. Legitiman el statuo quo. Mientra que la doctrina social de la Iglesia da unos criterios, unas enseñanzas y orientaciones que buscan transformar la realidad, para garantizar la vida del ser humano y su dignidad integral, así como un orden justo de las relaciones sociales y sus dimensiones.

2.La ideología tiene un carácter absolutista, que busca imponerse por cualquier medio. En cambio, la doctrina social de la Iglesia ofrece con libertad, propone y no impone, vive el criterio de la libertad y sabe que no posee las soluciones pero sí orienta hacia ellas.

3.Las ideologías tienden a ser estáticas y cerradas. La doctrina social de la Iglesia tiene un carácter dinámico en la historia y en cada lugar, muestra apertura a los signos de los tiempos.

4.El fundamento de la ideología está en la filosofía. En cambio, el fundamento de la doctrina social de la Iglesia está en la teología.

5.En el centro de la ideología están las cuestiones de carácter político-social-económico. En el centro de la doctrina social de la Iglesia está el ser humano con sus deberes y derechos inalienables, con los valores de la caridad, la justicia y la paz.



“La doctrina social de la Iglesia no ha sido pensada desde e principio como un sistema orgánico, sino que se ha formado en el curso del tiempo, a través de las numerosas intervenciones del Magisterio sobre temas sociales… Una clarificación decisiva en este sentido la encontramos, precedida de una significativa indicación en la Laborem exercens, en la encíclica Sollicitudo rei socialis: la doctrina social de la Iglesia “no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente al de la teología moral”. No se puede definir según parámetros socioeconómicos. No es un sistema ideológico o pragmático, que tiende a definir y componer las relaciones económicas, políticas y sociales…”11



1. http://es.wikipedia.org/wiki/Ideolog%C3%ADa. Consultado 02 de junio de 2009.
2. http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/Marx-Ideologia.htm. Consultado 02 de junio de 2009.
3. Cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Ideolog%C3%ADa. Consultado 02 de junio de 2009.
4. Cfr.Ibid.
5. Ejemplos: Platón, platonismo; Marx, marxismo; etc.
6. Cfr. Congregación para la doctrina de la fe. Instrucción Libertatis conscientia sobre la libertad cristiana y la liberación. 22 de marzo de 1986. No. 72.
7. Cfr. Pablo VI. Carta Encíclica Populorum progressio. 26 de marzo de 1967. No. 13.
8. Cfr. Pablo VI. Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi. 8 de diciembre de 1975. No. 29, 31.
9.Cfr. Juan Pablo II. Carta Encíclica Laborem exercens. 14 de septiembre de 1981. No. 1.
10. Consejo Pontificio “Justicia y Paz”. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Printer Colombia. 2005. No. 7.
11. Ibid. No. 72.