miércoles, 28 de agosto de 2013

Pobreza, cualidad extrema de los campesinos latinoamericanos, en el cuento “Es que somos muy pobres” de Juan Rulfo



 Pobreza, cualidad extrema de los campesinos latinoamericanos, en el cuento “Es que somos muy pobres” de Juan Rulfo


                                                                                              Por Ana Cecilia Hernández
                                                                                 

La pobreza es cualidad extrema en los países latinoamericanos.  Cada país, cada pueblo de nuestros territorios sufre las consecuencias de la aridez y de la pobreza en un mundo deshonroso que ha dejado a sus hijos morir lentamente de hambre y de tristeza.  Leonardo Boff, teólogo de la liberación,  en torno al tema acota lo siguiente: “Es como si hubiésemos olvidado totalmente nuestros orígenes ancestrales de la cooperación originaria que nos permitió ser humanos…  la ética vigente es egoísta y excluyente. No se pone al servicio de la vida de todos y de su necesario cuidado, sino que está al servicio de los intereses de algunos individuos o grupos” (Boff, Leonardo.  Servicio Koinonia, Nro. 521)

El cuento “Es que somos muy pobres”, de Juan Rulfo es una historia humana - similar a millares de historias de nuestros campesinos pobres de la América Ibérica - que se centra en la desolación que produce la muerte de una vaca (la serpentina), único recurso-dote que poseía Tacha, tercera de las hijas de un matrimonio pobre. 

Tras torrenciales lluvias, el río  crece, se desborda e inunda los bajíos y arrasa lo que encuentra a su paso, produciendo angustia y desesperanza en los miembros de la familia, quienes ven perdido el más valioso patrimonio que poseen, la vaca.

 El cuento muestra la preocupación de los padres de Tacha por la suerte que pueda correr al no contar ya con la dote, obsequio amoroso y sacrificado del padre en su cumpleaños: “porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito”

Tristeza, desaliento y resignación son los ingredientes que preparan la mezcla letal del determinismo en una realidad social que para los personajes es imposible cambiar porque están destinados a padecerla.

La respuesta aseverativa plasmada en la afirmación “es que somos muy pobres” y que intitula el cuento rulfista de la colección “El llano en llamas” de 1953, plantea una concepción tremendista de la vida, sujeta a un destino inexorable.  Se trata de una respuesta que presenta como causal indiscutible la premisa de que lo que pasa a los pobres les pasa porque son pobres.

Los sucesos que evidencian tal concepción determinista de la vida están intrínsecos en el mensaje que subyace en la primera oración del texto y que augura presagios nefastos: “aquí todo va de mal en peor”.  Las razones iniciales son obvias para el personaje (un chico miembro de la familia) que las relata de manera progresiva: la muerte de la tía Jacinta, la lluvia persistente, la pérdida de la cosecha, la muerte de la vaca de Tacha.

En la relación de los hechos hay una idea que prevalece: la fatalidad, manifiesta en la analogía que hay entre la inundación, la pérdida de la vaca y la muy posible prostitución de Tacha, la hija menor de doce años.

El contenido del cuento es totalmente pesimista, pues afirma, por ejemplo, que Tacha, al perder la vaca(la cual fue arrastrada río abajo) se ha quedado sin recursos y sin posibilidad de conseguirse a un hombre que la tome por esposa: “y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre”, “con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quién se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita”; por  tanto el destino que le espera es que se vuelva prostituta, en virtud del antecedente de sus dos hermanas, y porque son muy pobres. 


En el  determinismo del cuento de Rulfo hay un pasado remoto asociado a la pobreza de la familia y del pueblo quienes solo tienen fuerzas emocionales para pensar en sus problemas.  También se nota un pasado lejano que alude a la prostitución de las hermanas, cuyo único destino era ese, pues sus vidas pobres no le permitían acceder a  opciones más “decentes”;  también se destaca un pasado reciente: la pérdida del patrimonio familiar.  Juntos prevén un futuro incierto y nefasto para Tacha, su prostitución: “La apuración que tienen en mi casa ¨[presente]es lo que pueda suceder el día de mañana [futuro], ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada” [pasado reciente]. Aquí la familia vislumbra con certeza y convicción que tras el desastre de la inundación, nada positivo ha de  venir. Están condenados.

Pero hay elemento adicional que refuerza  la conciencia fatalista del campesinado: la religión, único amparo emocional y que con su efecto colateral, ha impregnado de un espíritu de resignación el humor y el corazón de los pobres. Sobre el tema,  la revista  La palabra y el hombre expresa:  se atribuyen poderes a Dios para intervenir en el mundo … esta creencia induce al individuo a ser obediente y sumiso, no solo frente a Dios, sino frente a todo aquello que se eleve por encima de él” (Campbell, Ysla,  abril-junio 1991, p. 284)

En el cuento, el campesino intenta buscar una explicación  al hecho de que las hermanas se hayan convertido en “pirujas”,  a pesar de la conducta irreprochable de la familia que nunca les alentó ni aprobó el  inmoral comportamiento. Al no encontrar una justificación terrenal más allá del hecho de ser pobres,  la familia busca, entonces, respuestas en la religión y el destino preestablecido para los pobres: “Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios”.  La búsqueda de una explicación razonable a tan anómala conducta de las hijas, hace que la madre se angustie y padezca  sufrimientos y pesares: “Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: que Dios las ampare a las dos". Para el campesino pobre, en   lo supraterrenal y lo divino están las respuestas.


En este cuento lo sobrenatural se encarna en los designios de la naturaleza-representante de Dios en la tierra- y en las pérdidas que trae consigo. Ambos elementos, Naturaleza y Dios, constituyen fuerzas dominantes y avasalladoras que dan impulso a la pasividad, la cual emerge de antiguas conductas de sumisión, germinadas en la tierra fértil del vasallaje de las épocas coloniales,  reforzadas con hábitos y tradiciones ancestrales, y complementadas con la ignorancia,  el escaso acceso a la educación y la imposición de modelos económicos que hacen al rico más poderoso, y al pobre más frágil.  Otra vez Boff señala: “El genio del capitalismo siempre ha encontrado salidas para su propósito de acumulación ilimitada”, y agrega al respecto de la producción y la acumulación de riquezas: “Es necesario producir, pero respetando el alcance y los límites… , no meramente para acumular sino para atender … las demandas humanas”. ( Boff Leonardo, Servicio Koinonia, Nro. 500).  Y sirva el caso colombiano como referencia para evidenciar una realidad de la cual el campesino latinoamericano, aún en este siglo XXI no ha podido escaparse: “52% de la gran propiedad está en manos de 1,15% de la población, lo que indica que se trata de uno de los índices de distribución de riqueza más precarios no solo en la región, sino en el mundo” (PNUD. Informe de Desarrollo Humano, 2011)

Es esa realidad dictatorial que no puede con las cifras que ha impuesto el mundo del capital y la riqueza, pues aun cuando el pobre no sabe de cifras, sí sabe de sus consecuencias: la desolación y la resignación, y un  destino incierto como el de Tacha.

Un pasado de sometimientos y ultrajes ha marcado a los pueblos campesinos con igual intensidad en el presente y con clara proyección  hacia el futuro, y es que  en  tiempos actuales aún no se ha logrado reivindicar al campesino tal y como se  merece.  Estudios sociológicos y antropológicos en la región latinoamericana demuestran  que las políticas de estado tienden a favorecer la culturización occidental, en pro de un desarrollo globalizado que excluye, casi siempre, al campesinado, dado que se interpreta que no tiene mayores aportes que hacer a su propia superación.  La  Revista colombiana de sociología reproduce de Carlos Salgado lo siguiente: “Las políticas están dirigidas a un alguien indiferenciado, pobre, excluido… y que ha de ser redimido por los programas” (Revista colombiana de sociología, vol. 35, 2012).

 Los gobiernos tienden a presentar agendas diseñadas y enfocadas en planes sociales, económicos y culturales preestablecidos, y a los que  el campesino no ha tenido acceso en sus fases de gestación y programación. Sigue expresando Salgado: “Omiten un concepto claro de lo campesino y hacen eco de la visión propia de las teorías convencionales sobre el desarrollo…  y convierten a la modernización en su propósito principal” (Revista colombiana de sociología, vol. 35, 2012).

La pobreza es una cualidad extrema en los países de América Latina porque desde antiguo se hizo huésped omnipresente en los hogares de la gente pobre, como el de Tacha. Talmente lo ha  planteado Rulfo en el simbolismo de su magistral obra en la que se desvela  una siniestra simbiosis   entre Tacha y el Río, pues  mientras la creciente sigue subiendo… los dos pechitos de ella… comenzarán a hincharse para empezar a trabajar por su perdición”, así como el río crece y devasta, arrastrando todo con furia en pos de la destrucción.









1 comentario:

Unknown dijo...

Me parece estupendo este argumento, ma ha servido mucho en cuento a conocer a mas profundida la tematica de la pobreza dentro d la obra de Rulfo como a enterarme de la vida tan triste que llevan los campesinos latinoamericanos.