Según aparece en Wikipedia, desde el punto de vista médico-científico, existe un grupo de comportamientos sexuales llamado parafilia, en el que el placer no se encuentra en una relación sexo-genital sino en otro tipo de actividades. Las parafilias son consideradas inofensivas siempre y cuando no se provoque daño a otra persona, no se atente contra su vida y contra su dignidad. Dentro del grupo de las parafilias está la pedofilia o paidofilia, que consiste en la excitación o placer sexual obtenido a través de actividades o fantasías sexuales con niños y niñas, principalmente entre los 8 y 12 años.
Si bien es cierto que el comportamiento pedófilo es producto de una serie de componentes históricos físico-psicológico-sociales de la persona. En este caso me referiré específicamente al aspecto de la afectividad, dejando claro que ésta no está separada de todos los demás componentes.
La afectividad es básicamente la expresión de los sentimientos y emociones, las muestras de amor del ser humano. La afectividad implica, entonces, al ser humano integral, es decir, cuerpo y psique (mente, espíritu, corazón, etc.), lo tangible e intangible del ser humano. La afectividad es fundamental en el ser humano en su totalidad, en la persona en la totalidad y complejidad de sus dimensiones de la vida.
La afectividad, si se puede decir que es básicamente la fuente de la expresión del amor humano, es fundamental en la relacionalidad personal, en la construcción social y sus múltiples relaciones. Esto a su vez, implica que la realidad socio-cultural que existe hoy es el resultado de lo que hemos ido construyendo históricamente como seres humanos. De cierta manera, heredamos una realidad socio-cultural que vamos modificando de acuerdo a concensos de grupos sociales o pueblos. es así como se generan estructuras socio-culturales que no son estáticas sino dinámicas. Son estructuras en continuo movimiento.
Hoy más que en otras épocas de la historia, las estructuras socio-culturales que hemos construido atentan directamente contra una afectividad sana e integral. Esto quiere decir que nuestra manera de expresar el amor, los sentimientos y emociones que nos plenifican como seres humanos está siendo seriamente minada, destruida, desintegrada.
Padres o madres de familia que deben trabajar 10, 12 y hasta 16 horas al día, dejando solos a sus hijos e hijas, lo cual implica que otras figuras representativas se van convirtiendo en los referentes educativo-formativos para la niñez y la juventud. Estas figuras representativas referentes pueden ser, desde los abuelos, tíos, cualquier otro familiar, maestr@s, vecin@s, emplead@s o amistades, hasta la televisión, la radio, la prensa, el internet y toda la gama de posibilidades que se generan de sus combinaciones.
¿Qué tipo de afectividad puede "construirse" cuando se da un tipo de realidad como ésta?
A esto se debe agregar el consumismo, el individualimo, la desintegración familiar y la disfuncionalidad familiar, el erotismo voraz y desenfrenado, el alcoholismo (drogadicción legal) y la drogadiccìón en general, la probreza y miseria creciente en muchos pueblos, etc.
¿Que tipo de relaciones interpersonales se están generando? ¿Cómo se aprende a relacionarse en una realidad socio-cultural así?
Ignacio Ellacuría invitaba a que como sociedad nos hicieramos un coproanálisis (un exámen clínico-médico de heces fecales), pues de esa manera se lograría determinar cuales son las verdaderas enfermedades socio-culturales que padecemos. Sólo así será posible comenzar un tratamiento adecuado para sanarnos. Una de las heces fecales, la mierda de nuestra realidad socio-cultural actual es la pedofilia.
El comportamiento pedofílico es el resultado de una afectividad destruida, vulnerada, desintegrada; y ésto a su vez es el resultado de una realidad socio-cultural que nosotros mismos hemos "heredado y construido". Sin embargo nos resulta más fácil señalar el producto final del proceso digestivo socio-cultural (las heces fecales o mierda), indicar su mal aspecto y su pésimo olor, pues deja en evidencia lo que hemos consumido, nuestras enfermedades y padecimientos como sociedad. Por eso señalamos con facilidad la mierda y no quien la produjo y la lanzó fuera.
Podríamos preguntarnos, ¿en qué medida contribuimos para que la afectividad humana esté siendo vulnerada, destruida? ¿Cómo participamos en la prostitución y pornografía infantil? ¿Qué hacemos para que el consumismo, la globalización y el individualismo no destruyan nuestra sociedad y cultura?
Con todo esto quiero indicar que el problema de la pedofilia no es una cuestión que nos sea ajena. De una manera u otra todos tenemos responsabilidad directa o indirecta en las situaciones que nos afectan.
Según algunos datos estadísticos, entre ellos los de la ONU, más del 20% de los pedófilos (hombres y mujeres) son parientes de las víctimas. Las personas pedófilas son inmaduras, solitarias (lo cual no quiere decir que sean personas solteras o que no convivan con alguna pareja fija), con complejos de culpa, sentimientos religiosos contradictorios, con baja autoestima y con dificultades para establecer relaciones sexuales normales (heterosexuales u homosexuales). La pedofilia es la parafilia que la sociedad ve con mayor horror y contra la cual se reacciona con mayor condenación, debido a las consecuencias que acarrea para la niñez afectada y el impacto social que tiene.
Es un dato controversial el aumento de la permisividad hacia la pedofilia. En la actualidad hay unas 552 organizaciones bien estructuradas. Los sitios pedófilos en Internet han aumentado en un 200% o un poco más en los últimos años. Sólo en el año 2000, hace ya 10 años, según el reporte de la ONU, hubo alrededor de 230 millones de niños y niñas que sufrieron abuso sexual.
Según la Escuela Sexoanalítica Canadiense, cerca del 50% de las personas pedófilas fueron abusadas sexualmente cuando estaban en la edad de la niñez. Además, se indica que las personas pedófilas tienen capacidad de elección y, por tanto, son responsables de sus acciones. Esto implica que toda acción pedófila debe ser castigada y no deber quedar en el anonimato, es una acción que debe ser penalizada por la ley. Sin embargo la acción social no debe apuntar sólo a la solución inmediata, sino en solucionar el problema de fondo, que como ya se indicó anteriormente, tiene unas raíces socio-culturales con vínculos económicos, políticos y religiosos.
Las diferentes iglesias y confesiones religiosas no son ajenas a esta situación dolorosa. Es claro que no existe una relación directa entre curas y pedófilos o entre homosexualidad y pedofilia o entre celibato y pedofilia, sino que la relación directa es entre afectividad desintegrada y pedofilia, y entre destrucción socio-cultural y pedofilia. Los casos de pedofilia entre el clero y los religiosos católicos oscila entre un 4% ó 5%. Este porcentaje es inferior al porcentaje de pedofilia entre personas casadas y de otras iglesias y confesiones religiosas. Los porcentajes más altos de pedofilia se dan entre los maestros, los policías, los médicos, los psicólogos y otras profesiones. Se puede concluir que todas las profesiones relacionadas con niños y jóvenes atraen a personas que buscan el contacto ilícito con menores de edad.
¿Cómo podemos reconstruir nuestra realidad socio-cultural y, por tanto, nuestra afectividad como seres humanos?
¿Cómo exigir justicia reconociendo que el victimario es de cierta manera víctima del sistema socio-cultural?
¿Cómo podemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad directa o indirecta en esta situación dolorosa y denigrante?
UTOPÍAS... LO QUE SE SIENTE Y SE PIENSA CUANDO HAY INSOMNIO Y LO QUE HACE QUE UN SUEÑO SE ESFUME O SE HAGA REALIDAD...
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