sábado, 18 de febrero de 2012

“GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD” (Lc 2, 24)

Este artículo ha sido escrito por Jorge Monsalve, colombiano y miembro de la Escuela Bíblica Villa Paúl, Funza, Cundinamarca.



Es uno de los versículos de la navidad que mas me agrada, ya que trae un mensaje que alienta a las personas a buscar un bien común.
Hasta ahí está bien, pero en la realidad cotidiana ya es otro tema.
Buena voluntad requiere un compromiso cotidiano de entendimiento, y compresión hacia los demás, sabiendo que poseen, al igual que nosotros, virtudes y defectos.
Cada vez más se presentan casos de intolerancia ciudadana, Basta sólo un instante, un segundo de no reflexión para que se desate una tragedia. Eso es lo que a diario dejan muchos episodios de intolerancia: una estela de conflictos con consecuencias que se habrían podido evitar, que dejan grandes heridas en las personas, familias, y en la comunidad.
La intolerancia se ve reflejada en estúpidas y necias sentencias como las siguientes:
“Si no estás conmigo estás contra mí”;
“Todo o nada”;
“Fuera de la iglesia no hay salvación”;
“El estado soy yo”;
“Si pierdo las elecciones democráticamente, haré oposición para no dejar gobernar al que me ganó”;
“Soy demócrata, siempre y cuando, los demás comulguen con mis ideas”;
“Los que tienen un espíritu contrario al nuestro son enemigos peligrosos”;
“Yo hago lo que ustedes quieran, siempre y cuando, hagan ustedes lo que yo quiero”,
Y otras tantas que nos dividen y destruyen.
Por eso, hay que buscar en qué estamos fallando en nuestra vida, por qué perdemos el rumbo y nos volvemos indiferentes e intolerantes al prójimo,
¿Qué comprendemos como tolerancia?
Es respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque no sean de nuestro agrado o conveniencia.
Además, el verbo tolerar es sufrir, llevar con paciencia.
La tolerancia no implica aceptación, ni complicidad con quienes tengan costumbres reñidas con la moral, la ética, el respeto, la justicia y las buenas costumbres.
Debemos erradicar de nuestras costumbres los malos hábitos de censurar y prejuzgar a quienes no son iguales a nosotros, que tienen los mismos errores y con el mismo deseo de superación social y espiritual.
Meditemos sobre la intolerancia, porque muchos de nuestros problemas y de nuestros conflictos son consecuencia de esta actitud irreflexiva que gobierna los sentimientos y actos de quienes aún no aprendieron a ser tolerantes.
La clave está en la buena voluntad.
Entonces habremos escuchado que en Belén ha nacido un niño…
Para que, al igual que los humildes pastores, gocemos con la llegada del Mesías, que nace y se hace presente cada día.

No hay comentarios: