Porfesor, Colegio San Vicente de Paúl
Santiago, Veraguas, Panamá.
El
magnate estadounidense Donald Trump ya se apresta como cada año a organizar el
concurso de belleza “Miss Universo”, el cual es un negocio muy lucrativo. Pero este año nos ha sorprendido con su
aspiración a ser presidente de su país, la cual es una iniciativa política.
El
Trump negociante escoge cada año a un país sede para el torneo de las misses, y
a cada país que va parece sentirse muy bien, él elogia dichos países, los anima
y estimula a que sean buenas sedes.
Claro, en cada certamen él genera ganancias monetarias verdaderamente
colosales, ¿Algo le toca al país anfitrión? Honestamente no sé; lo que sí se
sabe es que es mucho menos de lo que amasa la organización “Miss Universe Inc.”
Es
curioso que los citados países sedes no siempre han sido las grandes capitales
mundiales, ha habido sedes en vías de desarrollo y hasta naciones
tercermundistas. Pero, ¡eh aquí mi
sorpresa! En este momento para el Trump candidato, México es un país de drogadictos, criminales
y violadores y que había que levantar un
muro entre la frontera de Estados Unidos y México. México, concluyó, no es nuestro amigo. Estas palabras no fueron
un desliz imprudente del lenguaje, no, lo dijo de manera pública y
enérgica. Es más, se ha mantenido en esa posición. Ella le va a ganar votos dentro de las
esferas republicanas, pensará en su estrategia electorera.
El
egoísmo del señor Trump no tiene asidero racional, ¿por qué México es un
excelente país, según el Trump comerciante, pero es denigrante para el Trump
candidato? No son dos Trump, es uno
solo; pero como un moderno Maquiavelo usa dos discursos contradictorios de
acuerdo a su conveniencia. En uno de los
dos miente (no se puede ser y no ser en el mismo sentido y al mismo
tiempo); y obviamente, las supuestas
verdades a medias, son también medias mentiras.
¿Elegirá
el noble e inteligente pueblo estadounidense a este señor como presidente? Viene precedido de fama de millonario (9,000
millones de dólares) es el 139° hombre más rico del mundo. A pesar de esto, le falta mucho aún para
alcanzar a Carlos Slim, el más rico del mundo, casualmente mexicano. Pero, no nos llamemos a engaño, Trump tiene mucho poder, como comerciante ha
tenido mucho éxito, también como exportador de la cultura anglosajona. Incluso, nosotros lo hemos apoyado.
Nos
encantan los reinados de belleza. A las
familias panameñas nos enorgullece que nuestra hija gane un concurso de
oratoria, o de canto, o una olimpiada de Física o Matemática, o un concurso
literario, etc., pero el culmen de los orgullos es que nuestra hija sea reina
de algo. Por ello, hemos permitido que una empresa de concursos
de una cultura distinta a la nuestra, les imponga a nuestras damas, un código de belleza de ellos, no de
nosotros. Que Trump exija a las lindas
mujeres africanas que si quieren ser
“bellas”, deben alisarse el cabello, porque las hebras afro no entran en
el catálogo anglosajón que prima en la organización.
También
hemos permitido que dicha transnacional acompleje a nuestras latinoamericanas
que deben torturarse para, no parecer latinoamericanas. Las palabras ofensivas del Señor Trump son
sólo la cereza sobre el pastel, pero también debían ser el acicate de la
dignidad para exigirle a este individuo, respeto.
Él tiene mucho dinero, pero es escaso de calidad humana.
En
México, como en Panamá hay población aborigen, hay campesinos, hay una hermosa
mezcla étnica, hay gente pobre que, a veces y dolorosamente se ve forzada a
emigrar. Lo que él dijo de ellos,
también toca a Panamá y a Latinoamérica en general. Qué refrescante ha sido,
moralmente hablando, que la organización del concurso en Panamá haya decidido,
en protesta, no asistir y se haya unido a las empresas televisivas y de otras
índoles que han roto lazos comerciales con Donald, y a la gran cantidad de
países que, así como el nuestro, se han empinado sobre intereses y complejos de
inferioridad, para decir: no a Miss Universo, y sí al y legítimo y sano orgullo de
Latinoamérica.