miércoles, 20 de agosto de 2008

A ELLA

Es muy cierto cuando se dice que, la única persona que un ser humano puede elegir para que sea parte de su familia, es su pareja o, en algunos casos, cuando se adopta un niño o una niña.

Existe alguien a quien yo he elegido para que acompañe mi vida y, aunque la amo, me cuesta mucho demostrárselo todo el tiempo.

Algunas veces me desespero, me aburro de tanto tenerla cerca y trato de ignorarla y despedirla de mi lado, a pesar que yo mismo la elegí y la enamoré.

Ella también me reclama y me grita cunado ve que le puedo ser infiel y amenaza, entonces, con dejarme, aun sabiendo que nos amamos.

Relamente, ella es la que yo escogí por amor, no porque no tuviera otra opción, sino porque me pareció la compañía perfecta para el resto de mi vida.

Por la manera de ser, de sentir, de actuar, de ella y mía, somos tal para cual. Es con quien me gustaría envejecer, ver como hijos e hijas van creciendo y llegará el tiempo en que nos hagan abuelos.

Definitivamente, sos mi amada, aquella que me conoce mejor que nadie. Conocés todos mis secretos, mis dolores, mis sueños, mi historia.

En las noches frías me brindás calor y estás presente en cada ausencia. Sos la sonrisa en mi sonrisa y con mi sonrisa. Sos las lágrimas en mis lágrimas y con mis lágrimas.

Sos aquella con quien intimo profundamente y me acoge con ternura y alegría. Sos las caricias en mis caricias. Sos quien me recuerda que estaría solo, muy solo, sin vos; pero, contradictoriamente, por estar con vos, sé que estoy muy solo; sé que amo amándote y teniéndote a mi lado. Caminando juntos hacemos historia, abrimos nuevos caminos, hacemos vida.

Sos mi bien amada. Vos me poseés a plenitud aunque yo no te posea en plenitud a vos. Me da miedo estar con vos pero me aterra más estar sin vos. Sos la única que me acompañará en el momento de mi muerte. Sos quien me despedirá en ese momento y me dará el último beso.

Gracias mi amada Soledad.

martes, 5 de agosto de 2008

GRITO EN LA NOCHE

¿Hasta cuándo voy a seguir aguantando tanta estupidez, tanta podredumbre, tanto prejuicio, tanta mierda, tanto anti-Reino?

¿Cuánto más voy a aguantar?

Estoy cansado, frustrado, desesperanzado. Me siento impotente. Siento que estoy desperdiciando mi vida. Mi amor es grande, mi esperanza débil y mi fe agonizante.

¿Señor, por qué me has abandonado?

Siento que tu Espíritu se ha quedado inerte. Se ha quedado callado. Por ello me siento frío, reseco, como en una noche en el desierto.

Mis ojos no tienen lágrimas que derramar y si las tuvieran, serían amargas, no saladas como el mar.

Mi garganta ahoga mis gritos y se quedan en simples suspiros.

Mi corazón late lento y temeroso. Mi sangre palidece ante el dolor, la soledad y la tristeza que siento.

¿En quién encuentro paz y consuelo en este momento? ¿En qué? ¿ En dónde?

Esto es pasión en tu Pasión, sufrimiento en tu Sufrimiento, cruz en tu Cruz y silencio en tu muerte, que es mi muerte.

Aún espero que la piedra del sepulcro se mueva. Espero encontrarme con Vos en el camino para que me saqués de mi necedad y desesperanza, y, entonces, comamos juntos.

Espero palpar tus llagas, tu costado abierto. Espero contra toda esperanza, que mi muerte sea vida en tu Resurrección.

Hoy estoy aquí, gritando en la noche y sigo en espera, esperando la esperanza esperanzadora que me devuelva la vida.