UTOPÍAS... LO QUE SE SIENTE Y SE PIENSA CUANDO HAY INSOMNIO Y LO QUE HACE QUE UN SUEÑO SE ESFUME O SE HAGA REALIDAD...
sábado, 22 de octubre de 2011
PESCAR SERES HUMANOS: PONER LA VIDA EN PELIGRO PARA QUE OTROS TENGAN VIDA
Mc 1, 16-20
¿Qué es el seguimiento de Jesús? ¿Qué implica ese seguimiento? ¿Qué consecuencias tiene seguirlo? ¿Qué sentido tiene? Estas son algunas preguntas que la lectura de la perícopa puede suscitar.
La perícopa nos ubica en un escenario específico: el mar de Galilea(1, 16a); con unos personajes determinados: Jesús(1, 17a); Simón y Andrés(1, 16b); Santiago, Juan(1, 19b), Zebedeo y los jornaleros(1, 20b); y con un oficio o trabajo común: la pesca(1, 16c.18.19b.20b).
El mar de Galilea, como escenario específico o telón de fondo, parece tener la intencionalidad de ubicarnos en la región del Norte, la región más fértil y la más deseada y peleada en Palestina. En muchas ocasiones, los reyes de Jerusalén se impusieron sobre esta región y, por lo mismo, Galilea se convirtió en tierra de gente inconforme ante esas injusticias, con mucha conciencia crítica. Prácticamente, Galilea fue vista por la región de Judea como gente rebelde, como judíos un poco desviados.
Además, no es simplemente Galilea como región la que se presenta en esta perícopa, es el mar de la región de Galilea. El mar tiene una carga simbólica muy fuerte en la literatura bíblica, asociada al mal. Es el lugar donde peligra la vida, donde la muerte tiene mucha fuerza. Pero también es el lugar donde Dios puede mostrar su poder cuando calma su oleaje, su fuerza, su ira; cuando camina sobre él, cuando lo divide. Es el lugar donde se prueba y comprueba que la muerte no tiene la última palabra, sino Dios que está por encima de él y lo controla, garantizando la vida en medio de él.
Sin duda el personaje central de esta perícopa es Jesús, el que camina en la región de Galilea, bordeando el mar. Él es quien toma la iniciativa en las acciones: bordea y camina, ve y dice, llama, invita y ofrece (1, 16a.17.19a.20a). Simón, Andrés, Santiago y Juan reaccionan ante la iniciativa y las acciones de Jesús: dejan, siguen, van detrás (1, 18.20b). Por supuesto que existe unas acciones implícitas de estos cuatro hombres en la perícopa: ven y escuchan. Sin estas acciones previas no les hubiese sido posible dejar, seguir, ir detrás. Y, finalmente, existen unos personajes referenciales-complementarios en la perícopa: Zebedeo y los jornaleros. Ellos simplemente están, presencian el hecho del llamado y de la respuesta de seguimiento de Santiago y Juan. Pareciera que son personajes que nos permiten involucrarnos como observadores, como testigos de lo sucedido, y cuestionarnos de frente a la radicalidad de la decisión-respuesta de los llamados: el seguimiento de Jesús.
El oficio o trabajo a realizar como fruto del seguimiento es el mismo: pescar (1, 17b). Sin embargo, lo que se pescará ya no serán peces, sino seres humanos. Es decir que el trabajo u oficio a realizar se hará en un mar igualmente peligroso: la realidad de la vida, el mundo. Será un trabajo difícil, donde la vida seguirá estando en riesgo. A veces se pescará, a veces no. A veces habrá tormentas, a veces no. Lo importante es intentar a tiempo y destiempo el “sacar peces del mar”. Los seres humanos viven la dura realidad del mar, es decir, de todo aquello que pone en peligro su vida, de lo que atenta contra su dignidad, de lo que pone en riesgo sus relaciones, del pecado que le aleja de Dios. El seguimiento supone ruptura con una vida anterior: dejar las redes, al padre y su sistema económico-laboral. El texto muestra una ruptura con el sistema tradicional-patriarcal-autoritario. Está implícita la “metanoia”, la conversión, el cambio de mentalidad.
En el llamado al seguimiento que Jesús les hace a estos cuatro hombres, en ningún momento les promete que los peligros desaparecerán; no les asegura que no tendrán riesgos ni les garantiza un premio. Lo que les ofrece es trabajo, y trabajo arduo. Les propone poner el peligro sus vidas para que otros tengan vida. El verdadero seguimiento de Jesús, entonces, no pasa por la seguridad de la propia vida, sino por el riesgo y la actitud decidida de lanzarse detrás de Él.
Esta perícopa cuestiona seriamente nuestro seguimiento de Jesús hoy, nuestro ser como Vida Consagrada, específicamente como Sociedad de Vida Apostólica y nuestra misión de evangelizar a los pobres.
¿Qué pasaría si yo asumiera el seguimiento de Jesús con la actitud radical de estos cuatro hombres?
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