viernes, 19 de agosto de 2011

POR AMOR A JESÚS Y AL PROYECTO DEL REINO DE DIOS

Hans Küng:
‘Hay un cisma en la Iglesia entre la cúpula jerárquica y las bases’
03.08.11 – Mundo
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1&lang=ES&cod=58929

Entrevista a Hans Küng

Hans Küng:
"Diagnóstico: enferma terminal. ¿Se puede salvar aún la Iglesia?”. "El papado actual es una institución de dominio que divide. El Papa divide a la Iglesia”.
‘Diagnóstico: Enferma terminal. ¿Se puede salvar aún la Iglesia?’ Esta es la pregunta que se plantea en su último libro, publicado en Alemania por la editorial Piper Verlag, el teólogo crítico y especialista en ética mundial Hans Küng en su último libro.
“En la situación actual no puedo guardar silencio”, dice Hans Küng. En su opinión la Iglesia Católica en encuentra inmersa en una grave crisis. Crisis que es necesario describir con objetividad y sin prejuicios antes de aplicar la terapia adecuada. Crisis que se plasma, entre otras cosas en censura, absolutismo y estructuras autoritarias.

Pregunta: Sr. Küng, me ha llamado la atención que su libro está impregnado de un cierto alarmismo. No podía seguir callando, debía escribir este libro en este momento concreto. Metáforas como "enfermedad”, "recaída”, "subida de fiebre” abundan en su libro. ¿A qué se debe este alarmismo?

Küng: Alarma sí, pero no alarmismo. Si me permite, lo explico inmediatamente. He de decirle con toda sinceridad que en estos momentos, tan sólo un par de meses después de su publicación, veo las cosas incluso más negras que el color de la portada de mi libro. Tenemos una iniciativa de diálogo con los obispos que ha quedado en agua de borrajas. Creo que el sociólogo de la religión, Michael Ebertz (Friburgo), tiene razón cuando habla de una segunda crisis en la Iglesia Católica, después de la crisis de los delitos sexuales. El episcopado se muestra obviamente incapaz de comunicarnos qué es lo que ha pasado, para que se pueda encauzar debidamente el diálogo. Seguimos sin saber cómo proceder para iniciar dicho diálogo, los obispos no se ponen de acuerdo y quieren excluir determinados temas. Recientemente hemos asistido a una serie de acontecimientos muy desagradables que justifican tanto mi análisis como mi alarma.

Pregunta: Usted ha llegado a decir que estamos en la segunda fase de la crisis. Ha hablado de falta de disposición a dialogar. Aclárenos, por favor, este punto.

Küng: Suponemos que los obispos han aprendido que no pueden seguir actuando de una forma tan autoritaria como hasta ahora, que han de escuchar al pueblo. Pero no es así, ni siguiera han aprendido eso. Creo que ¡nosotros somos el pueblo! La gente dice: se nos está agotando la paciencia, queremos participar en las decisiones, también en nuestras parroquias. Queremos elegir a nuestros obispos, queremos ver a mujeres en los diferentes cargos, queremos que haya agentes de pastoral, hombres y mujeres, que sean ordenados/as sacerdotes. Son consignas y demandas que reflejan el descontento de la gente. De hecho, se ha producido un cisma dentro de la Iglesia entre los que, ahí arriba, piensan que pueden seguir actuando con el estilo de siempre y el pueblo y una buena parte del clero liberal.

Pregunta: ¿Qué reacciones ha desatado su libro hasta la fecha?

Küng: Se lo he enviado a todos los obispos alemanes y hasta ahora las reacciones han sido, cuando menos, cordiales. También se lo he enviado al Papa Benedicto con una cortés carta en la que le expongo como, en el fondo, mi intención es ayudar a la Iglesia, aunque tenga una idea diferente de cómo deberíamos proceder. Él me ha hecho llegar su agradecimiento, lo que me parece un gesto positivo. Tengo sumo cuidado en intentar conducir el debate con objetividad, sin traspasar la barrera de la ofensa personal y sin que la cuestión devenga en un asunto personal.

Pregunta: ¿Qué reacciones ha provocado entre los laicos?

Küng: En pocas ocasiones he recibido tantas cartas agradeciéndome el libro, a pesar de tratarse, de hecho, de un análisis algo “depre” que puede producir desaliento. Me agradecen mucho que afirme que la recuperación es posible. El libro está repleto de propuestas concretas. No me puedo quejar de las reacciones, todo lo contrario, me anima mucho recibir casi a diario cartas de tanta gente, muchas veces de gente sencilla.

Pregunta: ¿Cuáles son para Ud. los principales síntomas de esta crisis de la Iglesia Católica que diagnóstica en el libro?

Küng: Básicamente que las parroquias se están secando lentamente, en parte a causa del mensaje dogmático que viene reiteradamente prescrito desde arriba. Naturalmente tenemos también el problema de los cargos eclesiales. En el libro lo ilustro con el ejemplo de mi propia comunidad en Suiza. Durante mucho tiempo hemos tenido cuatro sacerdotes (los "cuatro caballeros”); hoy no queda ninguno. Seguimos teniendo a dos jubilados y a un diácono. El diácono lo hace fenomenal, un alemán, por cierto. No obstante, no puede presidir la eucaristía por no haber sido ordenado sacerdote. Y no puede ser ordenado sacerdote porque está casado. Es completamente absurdo. Hemos de abordar una serie de puntos muy concretos: 1. el celibato ha de ser opcional. 2. las mujeres han de tener acceso a los cargos eclesiales. 3. se ha de permitir que los divorciados participen en la eucaristía; 4. se han de establecer comunidades eucarísticas entre las diferentes confesiones sin esperar otros 400 años.

Pregunta: Estos son algunos puntos para la terapia. Volvamos al diagnóstico. ¿Cómo denominaría Ud. la enfermedad que afecta al núcleo de la Iglesia Católica?

Küng: La enfermedad es el sistema romano. Lo introdujeron los Papas de la denominada Reforma gregoriana, en honor a Gregorio VII. Así fue como se introdujo el papismo, el absolutismo papal, según el cual una sola persona en la Iglesia tiene la última palabra. Esto produjo la escisión de la Iglesia Oriental que no aceptó dichas modificaciones. De esa época procede el predominio del clero sobre los laicos. Padecemos un celibato para todo el clero que se introdujo en el siglo XI. Aquí pienso que está el origen de la enfermedad. Ahí surgió el germen. Se intentó erradicarlo con la Reforma pero en Roma encontró resistencia.

Con el Vaticano II se intentó luchar contra todo esto. Tuvo un éxito parcial, aunque no se permitió debatir ni sobre el celibato ni discutir sobre el papado. Se puede considerar que el Concilio tuvo éxito a medias. En estos momentos la situación es calamitosa. En Roma, en lugar de haber aprendido algo, como hubiera sido de esperar, y haber emprendido el camino de la liberalización, los dos Papas restauracionistas -Wojtyla y Ratzinger- han hecho lo contrario. Han hecho todo lo posible para que el Concilio y la Iglesia retrocedan a una fase preconciliar.

Pregunta: ¿Se refiere al Concilio Vaticano II que intentó producir una cierta apertura?

Küng: Sí, los frutos del Concilio Vaticano II fueron excelentes: integró el paradigma de la Reforma en la Iglesia, incorporó las lenguas vernáculas a la liturgia, todo el pueblo participa hoy activamente en la liturgia, se revalorizó el papel de los laicos y el de la Iglesia Oriental. Incluso se ha producido una integración de los paradigmas de la Ilustración, de la Modernidad. Desde entonces se reconoce la libertad de culto y los derechos humanos; y tenemos una actitud positiva hacia las religiones del mundo y hacia el mundo secular. Pero éstos son precisamente los puntos en lo que Roma quiere retroceder. Roma lo tiene todo organizado para retener el poder.

Pregunta: Si le he entendido correctamente, desde hace unas décadas, en la Iglesia Católica, se ha producido una recaída, un retroceso, una fuerte concentración en el sistema de dominio romano ¿esto es lo que Ud. Critica?

Küng: Sí. Esto queda de manifiesto en los siguientes puntos: primero, se han ido publicando continuamente documentos sin preguntar al episcopado y sin consultar a nadie previamente. Se trata de documentos de la curia que subrayan la pretensión de estar en posesión de la verdad, el monopolio sobre la verdad de la Iglesia Católica. En segundo lugar, tenemos toda la desafortunada normativa relacionada con la moral sexual que se ha ido publicado. Esta es la línea. En tercer lugar, tenemos la política de elección de personas. De forma sistemática, para los puestos de obispo y otros cargos de la curia se eligen exclusivamente personas fieles a esa línea. He escrito un capítulo entero sobre los motivos por los que los obispos guardan silencio: porque ya han sido seleccionados, porque previamente se han comprometido, porque en la ordenación han de prestar juramento al Papa, porque no pueden hablar libremente. Por eso escuchamos de todos la misma opinión. Los obispos se encuentran en una situación de gran presión, por una parte la que les llega de arriba, por otra parte la de la comunidad creyente.

Pregunta: ¿Por lo tanto, Ud. dirige sus críticas también contra el monopolio de poder y el monopolio de la verdad del Papa?

Küng: Sí, exactamente.

Pregunta: ¿Esa sería la principal herida?

Küng: Me imagino que si hubiéramos tenido otro Papa en la línea de Juan XXIII, la institución de Pedro sería algo magnífico. Podría ser una institución de guía pastoral, que inspira, que une. El papado actual es una institución de dominio que divide. El Papa divide a la Iglesia. Esta es una tesis que no se toma suficientemente en serio. Según las últimas encuestas, el 80% de los católicos alemanes quieren reformas.

El 20% que no las quieren son, por desgracia, los que sí son tomados en serio. Algunos obispos sostienen que entre los católicos hay dos grupos. No es cierto, no se trata de dos grupos. La mayoría quiere reformas. Es tan sólo una minoría de personas, con presencia en los medios, las que están en contra de las reformas. Ellos no representan a la Iglesia que deseamos tener. Como pueblo de Dios queremos una Iglesia en la que nos sintamos incluidos todos, no queremos un pequeño grupo dominante que controle todo.

Pregunta: Hay algo que no entiendo bien. Si Ud. critica al Papa actual y lo compara con otros Papas más liberales, entonces no es un problema de la estructura de la Iglesia, sino de la personalidad del Papa.

Küng: También recae en la personalidad del Papa. Joseph Ratzinger procede de un entorno conservador. Yo también procedo de un entorno conservador. Esto no es ninguna vergüenza, incluso se podría tornar como una ventaja. Pero él ha interiorizado este entorno. El vivió principalmente en Alemania sin conocer bien el mundo. Después se trasladó a Roma donde ha vivido en un gueto artificial en el que no se percibe lo que sucede en el resto del mundo. Al leer algunas declaraciones suyas, como el decreto que publicó sobre las otras Iglesias siendo aún cardenal, uno se pregunta: ¿dónde vive este hombre realmente, en la luna? Ahora ha anunciado una campaña de evangelización nada convincente. ¿Cómo se quiere evangelizar al mundo con un catecismo que pesa literalmente 1 kg? ¿Pretende torturar a la gente? Además está la cuestión de la Enseñanza de la Iglesia. El habla expresamente de la "enseñanza del Papa”.

Esto, por supuesto, no hay persona ilustrada que se lo tome en serio. ¿Quién va a admitir a estas alturas que una sola persona reclame para sí el poder legislativo, ejecutivo y judicial sobre una comunidad de más de mil millones de personas? En tercer lugar, se está dando un impulso problemático al tipo de religiosidad popular tradicional que se quiere promover. Se producen estas terribles escenas en la que un Papa besa la sangre de su predecesor en su relicario de plata. Pero, bueno ¿dónde estamos? Esto es oscurantismo medieval.

Pregunta: Aprecio que se indigna cuando habla del Papa actual.

Küng: No, no se trata del Papa actual.

Pregunta: En su libro le critica con dureza. Habla, por ejemplo, de boato y despilfarro, de estructuras autoritarias. ¿Se le podría reprochar: Küng habla con cierto resentimiento?

Küng: No. Creo que sigo teniendo la capacidad de poder hablar muy bien con el Papa personalmente. Seguimos manteniendo correspondencia y él sabe que mi preocupación es simplemente la Iglesia; pero que tengo una concepción diametralmente opuesta a la suya en lo que al camino a seguir se refiere. Me interesa resaltar que no hemos llegado a esta situación por el Papa Ratzinger, sino como evolución desde el s. XI. Aunque Joseph Ratzinger y su predecesor hayan hecho todo lo posible para volver a un paradigma medieval de la cristiandad.

Pregunta: Sr. Küng, ¿el sistema romano no se asienta en el Nuevo Testamento y en la Historia de la Iglesia?

Küng: No. La misma palabra "jerarquía” no la encontrará en el Nuevo Testamento. Sí que aparece seis veces la palabra "diaconía” con la famosa frase: "el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”. En esa misma línea tenemos también la escena del lavamiento de pies. Pero el Papa quiere ser señor entre los señores. Aparece como un faraón moderno. Si observamos las ceremonias en San Pedro, una sola persona está en el centro, mientras los obispos se mantienen a distancia, como figurantes. Nadie tiene nada que decir, sólo hay uno que habla, sólo hay uno que lo decide todo. Esta no es una Iglesia de nuestro tiempo. Y no se corresponde en absoluto con el Nuevo Testamento ni con su época, donde reinaba la hermandad, donde las mujeres estaban presentes y donde había una comunidad carismática, como se ve en las comunidades paulinas.

Todo lo contrario de lo que se practica hoy en día. Hoy reina una estructura medieval que, en principio, sólo se encuentra en los países árabes. Nos recuerda al comunismo: se basa en el secretario de un partido único que decide todo. El resto ha sido elegido en función de su lealtad a la línea papal. Lo mismo pasa con los obispos. Aunque, cada vez hay menos creyentes que aceptan este sistema autoritario. Ni en Arabia se acepta ya a los autócratas. Yo sostengo que en la Iglesia Católica los autócratas tampoco tienen ningún futuro.

Pregunta: Ha dicho que la Iglesia Católica no está a la altura de la época moderna. No obstante, se podría objetar que esa es precisamente su ventaja. ¿Qué piensa Ud. que debería transformarse? ¿En una empresa moderna acorde a los tiempo? En ese caso, no ofrecería ninguna alternativa.

Küng: No es que yo sea un partidario absoluto de la modernización. La Iglesia debería, en primer lugar, volver a sus orígenes. Se trata de ver si todavía podemos apelar a Jesús de Nazaret o no. En mi libro describo una escena: es impensable que Jesús de Nazaret apareciera en una ceremonia del Papa, no tendría sitio. Es simplemente una manifestación de poder pomposa e imperial, donde todos aplauden y los señores de este mundo participan para ser vistos y recoger votos. Esa imagen no tiene nada que ver con la Iglesia que Jesús quería, es decir no tiene nada que ver con la comunidad de discípulos de Jesús.

No se trata de modernizar a cualquier precio. En determinadas circunstancias, precisamente habrá que ofrecer resistencia a la Modernidad, justamente en los aspectos en los que es inhumana. He escrito suficientes libros críticos con la Modernidad, por ejemplo: "Anständige Wirtchaften” (Una Economía Honrada), que trata sobre la falta de moral de la economía. Lo que no puede ser es que adoptemos como solución la Edad Media, cuando lo que deberíamos es dar el paso de la Modernidad a la Posmodernidad.

Pregunta: Hans Küng apela a Jesús, el Papa apela a Jesús. ¿Qué puede hacer un laico ante estos dos intentos de legitimación?

Küng: Debería leer la Biblia, así se daría cuenta de donde está Jesús. Cuando Ratzinger en calidad de teólogo, también como Papa, escribe sobre Jesús -aunque realmente no debería escribir libros sino dirigir la Iglesia- lo hace sobre el Cristo dogmático que camina sobre la tierra. No habla que Jesús contradecía a las instituciones religiosas de su tiempo; que al final fue asesinado por los que se consideraban ortodoxos. Todo lo contrario, habla siempre del Cristo de los dogmas, de la Iglesia y de la administración.

Pregunta: Volvamos a los obispos. Ha mencionado que son todos muy fieles a la línea papal, y que se trata, de hecho, de un grupo hermético y estancó. ¿Cómo se ha llegado a esto?

Küng: Es como si el Papa pudiera nombrar él sólo a todos los obispos. Sobre todo si se comprometen con su línea. Sucede literalmente como en el partido comunista, donde nadie tiene nada que decir salvo el jefe de Moscú. Por eso dicen todos lo mismo. Si hablas individualmente con los obispos, te dicen: "Tiene Ud. razón, por supuesto, pero…”.

Si tan solo hubiera un obispo en la República Federal Alemana que, por fin, dijera cómo está la situación, que así no se puede seguir, que se han de abordar reformas, se le echarían encima Roma y el Vaticano, que intervendrían a través del nuncio, etc. También tendría al resto de los obispos enfrente, en especial a la facción de Meisner, que intenta ejercer el terror sicológico en la Conferencia Episcopal y, naturalmente, a toda la curia romana. Tendría en contra a todo ese pequeño grupo de conservadores y sus agencias de prensa, las que difunden continuamente noticias. Tendría que ser muy fuerte. Aunque contaría, al menos, con el apoyo del pueblo.

Pregunta: En el centro de su crítica está el sistema romano. Esta cuestión ya la hemos abordado. En la conversación previa a la entrevista ha comentado que preferiría no hablar de los casos de abuso sexual. No obstante, lo menciono porque hay un punto que deberíamos aclarar: ¿estos casos de abuso sexual son, desde su punto de vista, parte de un problema estructural? En su crítica al papado, habla Ud. precisamente de problemas estructurales.

Küng: Por supuesto. Siempre ha habido una animadversión hacia la sexualidad, no sólo en la Iglesia, también en la Antigüedad. Pero tenemos el problema del celibato del clero cuyo origen se remonta a las normas impuestas por los Papas del s. XI. No quiero decir, en absoluto, que el celibato desemboque necesariamente en la homosexualidad o en el abuso sexual.

En absoluto. Pero cuando decenas de miles de curas han de reprimir su sexualidad y, por muy buenos párrocos que sean, no pueden tener esposa ni familia, entonces tenemos un problema estructural. Estas condiciones hay que cambiarlas definitivamente. Aunque parece que es un tema sobre el que no se debe debatir. El Obispo de Rottenburg da una conferencia fabulosa sobre el Espíritu Santo, al que hay que abrirse, y se manifiesta a favor del diálogo; pero, al día siguiente, leo en la prensa -para gran decepción de muchos dentro y fuera de la diócesis- que el mismo obispo, que habla tan maravillosamente, ha suspendido una jornada sobre sexualidad en su propia academia. ¿Qué nos queda?

Pregunta: Esa jornada estaba prevista para finales de junio y el tema era la moral sexual actual.

Küng: Sí, y en lugar de asistir y defender sus ideas en las que está tan bien formado, escurre el bulto. Desautoriza a la directora de la academia y a todos los que quieren asistir. De esa forma deja claro que el diálogo del que habla no es más que una frase vacía.

Pregunta: ¿Cómo piensa que está actuando la Iglesia Católica con relación a los casos de abuso sexual?

Küng: Se sigue sin adoptar una postura clara, por ejemplo, sobre si los agresores deberán responder ante un tribunal civil o cómo se va a proceder, tal y como se deduce de las últimas noticias que llegan de Roma y de Estados Unidos. En Alemania dicen que ya se han disculpado y se da el caso por cerrado. Al mismo tiempo, ningún obispo quiere hablar de que sean cuestiones estructurales, ni de que hay que abordar de una vez por todas temas como el celibato de los hombres o la ordenación de mujeres. Pero, ¿por qué no?. Lo que se esconde detrás de ello, desde mi perspectiva, es simple y llana cobardía, lo contrario de esa franqueza apostólica que cabría esperar y de la que se habla en la Biblia, al igual que los apóstoles hablaban con libertad. Los obispos actuales callan. Y, si hay ocasión de ejercer su poder, lo ejercen.

Es una vergüenza que se abucheé al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana en el Día de la Iglesia. ¿Por qué? Porque él de forma arbitraria ha tomado la palabra con el fin de criticar el Memorando de los teólogos. Cuando el Memorando de los teólogos -firmado ya por 300- está redactado en términos exquisitos. Así no se puede seguir.

Pregunta: Hasta aquí el diagnóstico de la crisis. En este contexto recurre Ud. continuamente a la metáfora de la enfermedad, pasemos ahora a las propuestas para la terapia. Ud. tiene una imagen concreta de la reforma de la Iglesia. De nuestra conversación deduzco que la reforma que el Sr. Küng tiene en mente pasa por eliminar totalmente la institución de la Iglesia.

Küng: No, qué va, todo lo contrario. Me gustaría que reconstruyéramos la institución de la Iglesia desde abajo, por supuesto, con base en el Nuevo Testamento y en el humanitarismo.

Pregunta: Entonces, ¿hay que deshacerse totalmente de las estructuras actuales o no?

Küng: Hay que abolir, por supuesto, el absolutismo del Papa. Aunque se puede mantener y apoyar perfectamente una institución que dirija la pastoral, presidida por un obispo en Roma, siempre que sea en la dirección del evangelio. Podría tener incluso una función ecuménica. Lo que critico es que una única persona quiera decidirlo todo y, por ejemplo, que destituya a un obispo, como ha vuelto a hacer el Papa Ratzinger, por primera vez desde el Concilio.

Tenemos el caso del obispo Morris de Australia. Se le destituyó porque dijo que no le quedaban curas y pedía la abolición del celibato y que se admitiera a mujeres al sacerdocio. Cuando se cesa a una persona de su cargo de esta forma sólo cabe concluir: esta no es la Iglesia de Jesucristo, esto es un sistema que exige una total identificación y ni siquiera a sus obispos les permite la menor divergencia.

Pregunta: No obstante, la institución del papado ¿le parecería aceptable si el Papa fuera más liberal, más abierto? ¿O diría que esta función del papado ya no está en consonancia con los tiempos que corren?

Küng: No. Siempre he estado a favor del equilibrio, del check and balance. Es bueno que haya una comunidad, también es bueno que haya algunas autoridades. Un hombre como Juan XXIII tuvo un efecto maravilloso en la Iglesia. Hizo más en cinco años que Wojtyla con sus docenas de viajes. Cambió toda la situación. Fue una gran oportunidad. No obstante, Sr. Caspary, he de confesarle que hoy tengo más confianza en las parroquias y no le quiero privar de una buena noticia que he recibido. Dos parroquias de Bruchsal, las comunidades romano-católicas de St. Peter y la comunidad parroquial de Paul Gerhardt, evangélica, escriben: "Damos por terminada la división que durante casi 500 años ha vivido la cristiandad en nuestra zona”.

Y añaden -espero que se publique pronto-: "Reconocemos que en todas las parroquias firmantes se vive igualmente como seguidores de Cristo y como comunidades de Jesucristo. Reconocemos que en nuestras parroquias Jesucristo nos invita a la mesa del Padre y sabemos que Él no excluye a nadie que quiera seguirle. Por la presente, manifestamos expresamente nuestra recíproca hospitalidad”.

Espero que haya muchas parroquias en Alemania que hagan lo mismo. Si los de arriba no quieren, a nivel parroquial podemos dar por superada y finalizada la escisión.

Pregunta: ¿Cómo se imagina Ud. esa Iglesia construida desde abajo? ¿Cuáles serían sus fundamentos institucionales? ¿No habría un riesgo de caos, de que la Iglesia se dividiera aún más en múltiples direcciones?

Küng: Lo que acaba de oír de Bruchsal es precisamente lo contrario a una escisión. Acerca a las parroquias. Y en la época del Concilio disfrutamos de gran unidad en la Iglesia. La división actual viene de arriba porque se ha intentado invalidar el Concilio, porque algunos están convencidos de que hay que volver a introducir la misa en latín y cosas por el estilo. Ante estos hechos hay que protestar. Se puede ofrecer resistencia como en el caso de las monaguillas.

Los creyentes dijeron simplemente: queremos que haya monaguillas y listo. Ahora, los de arriba intentan establecer que, al menos en las misas en latín, no haya mujeres. Necesitamos que haya una resistencia activa, de lo contrario la Iglesia se va a pique. Estamos en una situación desesperada, hemos perdido prácticamente a toda la generación joven. Esta es la diferencia con respecto a los países árabes donde cientos de miles salen a la calle. ¿Hay hoy 100.000 que salgan a la calle a pedir reformas en la Iglesia Católica? Continuamente me encuentro con padres que me dicen: "Sabe Ud. me da tanta pena que, siendo católicos convencidos, después de haber tenido siempre un buen ambiente familiar en casa, no consigamos que nuestros hijos participen en la Iglesia.”

Pregunta: Ha hablado de desobediencia civil. ¿Puede concretar? ¿Qué hacen los curas en las parroquias?

Küng: Los párrocos, en su mayoría, practican una desobediencia discreta. Si un padre evangélico se acerca a recibir la comunión, no le preguntan si es evangélico, tal y como se ha llegado a hacer en las jornadas de jóvenes de Colonia. Tampoco anuncian, tal y como se les vuelve a exigir, que de conformidad con el Papa, sólo determinadas personas puedan participar en la eucaristía. Los párrocos, los buenos párrocos, prescinden de esas normas y se las arreglan bastante bien. Aunque yo apoyaría que hubiera más párrocos como los de Bruchsal que sacaran a la luz su resistencia, de forma que la gente se dé cuenta que avanzamos.

Pregunta: ¿Es capaz la Iglesia Católica de iniciar ella misma la reforma desde dentro?

Küng: Bueno, conozco el sistema desde dentro y lucho por que se produzcan las reformas. Sé que tengo millones de personas de mi parte. En este sentido es cuestión de tiempo. Simplemente no podemos avanzar basándonos en un señor absoluto que prescribe lo que hay que hacer en el dormitorio (palabra clave: la píldora…) y que establece todas las normas desde su limitado campo de visión. Creo que la política papal ha demostrado ya ser un fiasco y no nos debería corromper más. La única pregunta que también se hizo el partido de la Unión Soviética, el partido comunista, es ésta: ¿hay algún Gorbachov que nos pueda sacar de este letargo?

Pregunta: ¿Quiere decir eso que estaría a favor a de algo así como una Perestroika en la Iglesia? Eso requiere una personalidad muy carismática.

Küng: Reclamo una Glasnot y una Perestroika en la organización y administración, en la pastoral y la legislación, y especialmente para las finanzas de la Iglesia. Me gustaría saber cómo se pagan las cosas realmente en Roma, quién reparte el bacalao.

Pregunta: Ese sería otro tema. La Perestroika sería para Ud…

Küng: … la independencia, sí.

Pregunta: Veremos si sus ideas y su visión de la Perestroika caen en suelo fértil y qué pasa en los próximos 20 años dentro de la iglesia católica. Una vez leído su libro, me inclinaría por un cierto escepticismo y pesimismo. No obstante, se encuentra entre las cosas buenas, pienso.

Küng: Sólo puedo apelar y esperar que haya suficiente gente que se ponga en pie y, por fin, se rebele.

[Entrevista de Ralf Caspary al profesor Hans Küng]
Audio y transcripción original:
http://www.swr.de/swr2/programm/sendungen/wissen/ist-die-kirche-noch-zu-retten/-/id=660374/nid=660374/did=8085352/1gkcaxu/index.html
Traducción del original alemán a cargo de Ana Moreno - anamorenop@yahoo.es]


viernes, 12 de agosto de 2011

EVANGELIO Y HAMBRUNA

Dom 14 8 11 Primer dogma: Que la niña de Somalia coma
11.08.11 | 08:14. Archivado en mujer, religión-religiones, Nuevo Testamento, Domingo, dia de la Palabra, Amor, Pobreza, Política




Domingo 20, tiempo ordinario, ciclo A. Va a venir el Papa a Madrid, para reunir a cientos de miles (¿dos millones?) de jóvenes ricos, recordándoles el principio del evangelio. Pues bien, según el evangelio de este domingo, ese principio del evangelio no es la Eucaristía Sacramental (por santa que sea), ni la Oración cerrada (por necesaria y excelsa que sea…). El principio del Evangelio es dar de comer a la niña hambrienta y enferma.
Este pasaje nos sitúa de manera directa ante el hambre de los niños en Somalia, cristianos o musulmanes (el hambre no tiene religión). Jesús ha discutido con los buenos judíos… y quiere retirarse por un tiempo a la zona pagana de Tiro. Allí sale a su encuentro una madre cananea, pagana, pidiéndole por su hija… Jesús quiere evadirse, tiene otras cosas que hacer (cosas de judíos, de discípulos estrictos). Pero la mujer insiste, y Jesús descubre que su tarea primera es alimentar a los niños, sean o no paganos.
Esta madre pagana de Tiro (hoy sería musulmana) enseña a Jesús la mayor de las lecciones. Jesús, siendo Dios, aprende. Hoy nos salen al encuentro las madres de Somalia, con niñas que no están "enfermas" en sentido médico... Simplemente tienen hambre. Podemos responder como Jesús: Primero están los hijos.... Pero la mujer insiste, y Jesús aprende, dando de comer su pan a la niña. ¿Aprenderemos nosotros?
Mateo 15,21-28. El hambre de la niña enferma
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: --
--Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
Atiéndela, que viene detrás gritando.
Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel."
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme."
Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos."
Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos."
Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.
Una mujer pagana, una hija enferma
Esta mujer es “cananea”, signo viviente de los pueblos que a lo largo de siglos han luchado contra los judíos en la misma tierra Palestina y/o de su entorno, desde la época de los jueces y de Elías hasta la restauración de Esdras-Nehemías y las guerras de los macabeos. Ella representa a toda la gentilidad.
El texto la presenta simplemente como mujer (gynê). Es muy posible que un judío habría malinterpretado la ausencia de esposo: ¡No es legítima, ella encarna la prostitución de cananeos y gentiles! Pues bien, ella aparece ante el Kyrios (es decir, ante el Señor poderoso de Israel) como necesitada, sin más. Todo el mundo gentil, la humanidad entera ha venido a condensarse en esta madre con su hija enferma.
El signo de humanidad es una mujer que no logra transmitir vida a su hija, que parece dominada por un demonio impuro… un demonio que, en el contexto posterior, se identifica con el hambre (no tiene pan…, no puede compartir el pan de la mesa de los hijos). La buena ley israelita las habría rechazado, porque contaminan a los puros judíos (cf. Esd 9-10). Pero Mateo la presenta como maestra mesiánica de Jesús.
Una discusión teológica y social:
a. Jesús le dice: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Ésta es la teología oficial, la teología de una Iglesia que se cierra en sus fieles, “las ovejas descarriadas” de la Iglesia
b. Pero la mujer insiste: "Señor, socórreme." No le interesa la teología de Jesús, ni los principios de la Escritura israelita… Le interesa su hija, quiere a su hija, quiere darle pan. Y ese “querer” de la madre aparecerá enseguida como más importante que todos los dogmas del buen Jesús “eclesial”, enviado a las ovejas de Israel.
c. Jesús también insiste en lo suyo, defendiendo otra vez su teología: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Jesús distingue así lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo no conveniente… Hay buenos “hijos de Dios”, raza pura que se debe alimentar y proteger…Los demás, los otros (cananeos, paganos… ¿musulmanes? ) son perros. No es bueno alimentar a los perros, hay que cuidar a los hijos. Estas palabras del Jesús de Mateo son quizá las más duras del evangelio, son palabras del Jesús dogmático…
d. Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos." Ella no discute la teología, da la razón a Jesús… Pero argumenta desde otra perspectiva: También los perros tienen derecho, derecho a las migajas… un trozo de pan que les sobra a los hijos…
Una mujer que cambia a Jesús. Cambiar la teología al ver la necesidad de la hija
Ésta es una conversación muy dura, pero inmensamente clara, en la que Jesús se deja cambiar por el argumento y dolor de esta mujer pagana. Desde su propia impotencia (engendra a su hija y no logra ofrecerle pan, quizá porque los “hijos se lo comen todo”), esta madre presenta su problema a Jesús. Es imperfecta (no logra transmitir vida madura a su hija), pero busca a Jesús.
El evangelio ha dejado en segundo lugar (ha silenciado o superado) otros rasgos que serían esenciales para el judaísmo legalista: la posible idolatría de la mujer (adora a dioses falsos), su identidad política (es cananea, no acepta el orden social del judaísmo), para destacar sólo el hecho de que ella es una madre humanamente fracasada, pero que cree en Jesús y que puede ser curada (ella y en especial su hija).
El texto dice expresamente que es cananea, opuesta a la buena “iglesia” de los judíos puros, que son hijos de Dios. Pero la misma mujer se encarga de decir a Jesús que ante el dolor por su hija resultan secundarias las diferencias de raza y religión. Jesús no había venido para conversar con ella, ni para curar a su hija, pues bastantes problemas ha tenido en Galilea, al enfrentarse con las leyes de pureza que está imponiendo un tipo de judaísmo de escribas y fariseos. Él había venido a ocultarse, pero Dios guía su camino, para que suceda este encuentro con la mujer pagana y su niña enferma.
Jesús ha empezando respondiendo con buena teología:
Él tiene que ocuparse de su Iglesia, no puede dar el pan de los hijos… a los perros. Así responde, como está mandado, según la tradición y teología israelita: primero han de comer los judíos, en abundancia mesiánica. Sólo después, como una consecuencia, cuando los judíos hayan “comido” podrá extenderse la hartura del banquete final a los “perrillos”, es decir, a los gentiles. Esa palabra es fuerte, pero Jesús debe decirla, si quiere mantener la tradición israelita. No habla en nombre suyo, sino en nombre de la ley y teología de su pueblo, en nombre de sus Doce enviados israelitas.
Pero la mujer tiene un argumento mejor que el de Jesús: el hambre de su hija.
Ella acepta la teología israelita (primero los hijos….), pero añade que también los perros tienen un derecho… La mesa de los hijos esta llena… Sobran panes, sobre en occidente millones de bienes de consumo… Ella sólo pide unas migajas. Así responde, respetando la prioridad israelita, pero profundizando en ella, de forma sorprendente, en línea de sabiduría universal. Esta mujer acepta las palabras de Jesús (distingue entre hijos y perrillos), pero las invierte recordándole al Señor (Kyrios) de Israel que su banquete es abundante, que sobra pan (se desborda de la mesa), que es tiempo de hartura universal.
No pide para el futuro (cuando se sacien finalmente, del todo, los hijos...) sino para el presente, para este mismo momento, suponiendo que los hijos (si quieren) pueden encontrarse ya saciados y les sobra. De esa manera convence a Jesús con la lógica de su maternidad frustrada (se le muere la hija) y esperanzada. Ésta es una mujer que cree, cree con su amor de madre, sabe que el amor de su maternidad tiene sentido y que Jesús, mesías de Israel, debe ayudarla en el camino de maduración de su hija. Ante su necesidad pasan a segundo plano los argumentos de pureza e impureza, de buen pueblo y mal pueblo, el signo de los Doce hijos judíos y de la multitud de los gentiles.
Significativamente, según el evangelio, en este momento clave de la trama de Jesús, cuando se rompe el nacionalismo religioso israelita y el pan del reino se abre a los gentiles (los perrillos), ha sido necesaria esta mujer pagana, que aparece como maestra de Jesús. Ella sabe algo que Jesús ignora, porque tiene una hija hambrienta...Esta mujer aparece así nueva Eva de la reconciliación: no rechaza a los "hijos" antiguos (a los israelitas que son hijos); pero quiere un puesto para los "perrillos" en la mesa grande del banquete mesiánico.
Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.
A Jesús le convence el argumento de la mujer, de manera que acepta su lógica de madre (persona) y aprende por ella a actuar como Kyrios universal. Ella le ha convencido para que llegue hasta las últimas consecuencias de su mensaje: el banquete de pan compartido, la mesa abundante de nueva familia (la iglesia) ha de abrirse a todos los seres humanos. Así supera o rompe el muro que escindía a judíos y gentiles. En la casa de frontera de Tiro, Jesús ha recibido el impulso de fe de esta madre pagana que le ha “convertido” al mesianismo universal, diciéndole algo que él no había experimentado antes, de un modo concreto.
Para poder decir lo que ha dicho y hacer lo que ha hecho, Jesús ha tenido que exponer a esta mujer su proyecto (¡primero los hijos, no es bueno alimentar a los perros…), pero después se ha dejado convencer por ella, por su logos de mujer, por su razonamiento, que va en la línea del razonamiento de Dios.
Esta mujer pagana y, sólo ella, le ha hecho comprender el plan de Dios. Por eso, Jesús ha tenido que ponerse en su lugar, escuchando lo que ella le ha dicho, sintiendo lo que ha sentido, desde el otro lado de la pureza israelita. Sólo así, escuchando a esta mujer, Jesús puede aprender y aprende algo que no se podía desde el interior del judaísmo. Para saber de vedad hay que pasar a la otra orilla, mirando desde el otro lado. Es lo que hace esta mujer, ayudando a Jesús.
UN JESÚS QUE CAMBIA, UNA IGLESIA QUE DEBE CAMBIAR
Jesús acepta el argumento de la mujer, como Mesías que debe escuchar a los hombres y mujeres, dentro y fuera de Israel. Este Jesús no tiene la respuesta ya fijada, no posee una verdad inmutable. Su respuesta y verdad se mantiene y despliega en diálogo con esta mujer, que le ofrece su palabra de dolor esperanzado, de manera que todos los argumentos del mesianismo puramente intra-israelita cesan ante ella. Esta mujer, humanidad sufriente, es principio hermenéutico del nuevo mesianismo.
Ella es sin duda una mujer concreta que sufre por su hija, pero, al mismo tiempo, es signo de todo el paganismo, de aquello que Pablo presentaba como el mundo de los griegos (gentiles), tan opuesto al judaísmo (cf. Gal 3,28; Rom 10,12). Como buen judío (¡que no conoce lo que sienten los gentiles!), Jesús había empezado exponiendo la dogmática israelita, distinguiendo hijos de “perrillos” y diciendo a la mujer: «¡espera!».
La mujer cananea no niega el “dogma” judío, no discute la precedencia de Israel, pero encuentra en el gesto de de Jesús (que ha ofrecido mesa abundante, con muchas sobras, para los hijos) un hueco abierto a la esperanza de los gentiles, pues sabe que en ese banquete hay pan suficiente para todos. Jesús no tiene que cambiar su “dogma”, sino ampliarlo, conforme al principio que él mismo ha expuesto en las multiplicaciones. Esta mujer no quiere quitar el pan a nadie, no es vengativa, reivindicativa o egoísta, sino que hace algo mucho más profundo: se introduce en el movimiento de gracia (de pan) del mensaje-vida de Jesús, y desde la periferia de ese movimiento pide unas sobras de pan para su hija, apareciendo así como la primera hermeneuta de la multiplicación de los panes, de manera que entiende aquello que los discípulos no habían entendido cruzando el mar en barca.
EL PRIMER DOGMA DE LA IGLESIA
No es el Creo de Nicea, ni la Eucaristía de los buenos en los Cuatro Vientos (cosas muy importantes). El primer dogma es que las madres puedan dar de comer a sus hijos e hijas… madres cananeas o somalíes.
El texto nos dice que Jesús cambió ante el argumento de la madre, que le habla de su hija enferma/hambrienta…
El evangelio de este domingo nos invita a cambiar, con Jesús… para que todas las madres puedan dar de comer a sus hijos hambrientos de pan y de palabra.

http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2011/08/11/dom-6-8-11-primer-dogma-que-la-nina-de-s

HAMBRUNA Y JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

Los viajes del Papa y los viajes de Jesús
09.08.11 | 08:59. Archivado en Iglesia católica




Sin duda, mucha gente pensará que es un despropósito relacionar los viajes del Papa con los viajes de Jesús. Veinte siglos separan unos viajes de otros. Y casi todas las circunstancias, que rodearon y rodean una cosa y otra son tan distintas, que relacionar aquello con esto no puede tener otra finalidad que terminar diciendo que aquellos viajes no tienen nada que ver con éstos. Con lo que, a fin de cuentas y si todo esto es así, lo que aquí se pretendería sería sencillamente desprestigiar al Papa.
Por supuesto, a quien piense como acabo de indicar no le faltan razones para hacerlo. Pero también digo que, si el solo título de este artículo pone nerviosas a algunas personas, quizá se pueda pensar razonablemente que, al menos de entrada, nadie tendría por qué tener prevenciones de que, a propósito del viaje del Papa, se diga algo de cómo, por qué, para qué y con quién viajaba Jesús. ¿No decimos que el Papa es el Vicario de Cristo en la tierra? El Diccionario de la RAE dice que Vicario es el “que tiene las veces, poder y facultades de otro o le representa”. Pues - digo yo -, si el Papa representa a Jesús, salvando todas las diferencias, algo tendrán que ver estos viajes con aquellos.
Y así es. Jesús viajaba para hablar de Dios. Y para eso viene el Papa a Madrid. Jesús viajaba para buscar a los alejados de Dios. Y para eso se ha organizado la Jornada Mundial de la Juventud, ya que hay razones para pensar que los jóvenes son uno de los sectores de la población más alejados de la fe en Dios. Jesús viajaba para consolar a los que sufren. Y no cabe duda que la visita del Papa servirá de consuelo a no pocas personas atribuladas. Todo esto es cierto. Pero también es verdad que Jesús viajaba de forma que las “multitudes”, que acudían a él para escucharle, eran gentes que los evangelios designan normalmente mediante la palabra griega “óchlos”, que aparece 170 veces en los evangelios. Y que designa, no sólo una cantidad grande de gente, sino además gente ignorante, de condición social humilde y que era considerada por los piadosos como “gente que desconocía la ley religiosa y estaba maldita”, según decían los más observantes religiosos (Jn 7, 49). Si los autores de los evangelios disponían de otras palabras griegas (“démos”, “láos”, “éthnos”...) para designar al pueblo que acudía a Jesús, ¿por qué normalmente utilizan la palabra más despectiva que tenían a mano? ¿Qué atractivo extraño tenía aquél itinerante incansable que fue Jesús?
Al hacerme estas preguntas, no pretendo cuestionar ni el costo económico que va a tener el viaje del Papa, ni lo que pretenden quienes han organizado este viaje, ni lo que buscan los que van a viajar hasta Madrid para escucharlo. Yo me pregunto algo que es mucho más grave, más apremiante, más fuerte: estando como están las cosas en los países del cuerno de África, donde cientos de miles de criaturas se mueren de hambre y de escasez, y en vista de que los países más poderosos del mundo no le ponen remedio a esa situación tan angustiosa, ¿por que el Papa no se va, de momento al menos, a Somalia y Kenia, y se queda allí, en los campos de refugiados, hasta que no se le ponga un remedio eficaz a esta situación de tantos seres inocentes que se debaten entre la vida y la muerte? Si hay fundadas esperanzas de que un gesto así del Papa fuera un zarandeo a la conciencias de tantos multimillonarios que podrían aliviar el presente estado de cosas, ¿por qué no lo hace el Papa? ¿No es más necesario, más importante, más humano, más evangélico, en este dramático momento, irse con los pobres moribundos que entrar triunfante en el apoteósico recibimiento que se le va a hacer en Madrid?
Y conste que me voy a poner el parche antes de que me salga el grano. Porque son muchos los que van a decir que todo esto es demagogia barata, utopía inútil, etc, etc. Pero aun a riesgo de que se me eche en cara todo eso, y mucho más, no voy a dejar de decir lo que siento, ante una necesidad tan patente y que tanto clama al cielo. Es más, si lo digo, no es para atacar a la Iglesia o al Papa. Todo lo contrario. Lo digo porque tengo la convicción firme de la fuerza que tienen la Iglesia y el Papa para mover corazones y conciencias cuando está en juego la vida o la muerte de tantos seres débiles, los más indefensos y desamparados.
Por supuesto, que el Papa se reúna con los jóvenes y les remueva las conciencias, les indique el camino del Evangelio y les descubra horizontes de humanidad. Pero, por favor, lo primero es lo primero. Y, sin duda alguna, lo más urgente, en este momento, es salvar la vida de tantas personas que son los “nadies” de este mundo. Y termino afirmando que esto no es sólo para el Papa y los obispos. Es para todos. Para mí el primero. Para que todos tengamos el coraje de afrontar una situación que no admite espera.
http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2011/08/09/los-viajes-del-papa-y-los-viajes-de-jesu

lunes, 1 de agosto de 2011

PIEDRA EN EL ZAPATO (¿Sueño prohibido?)


Recalcando lo obvio, estoy haciendo referencia a las piedras que molestan a quienes tienen zapatos, a los “calzados”, no a los “descalzos”. La persona “descalza”, aunque siente las piedras en el suelo al caminar, su piel se ha tenido que acostumbrar al dolor que provocan las piedras del camino.
Cuando uno se pone a pensar en las piedras que a veces se le han metido en el zapato, inmediatamente se recuerda lo incómodo que es, no dejan caminar con rapidez, y se desea con todo el ser detenerse, quitarse el zapato y sacarse la fastidiosa y maldita piedra que nos molesta.
La piedra en el zapato es pequeña, bastante pequeña, su diámetro puede ser de unos 3 o 4 milímetros promedio, sin embargo, uno siente que en el zapato se lleva una piedra grande, de mucho mayor tamaño del que realmente es.
Una piedra en el zapato nos puede recordar que no estamos descalzos; nos recuerda que la suela de nuestros zapatos tiene contacto constante con las piedras del camino. La piedra en el zapato nos hace caer en la cuenta que somos sensibles, que somos de carne y hueso, que fácilmente nos podemos herir los pies al caminar y nos hace darnos cuenta que en el camino hay muchas piedras. Decimos: “menos mal que se inventaron los zapatos”.
Si nos pusiéramos a pensar cuál es la vocación, la razón de ser de la "piedra en el zapato", diríamos que es incomodar, no dejar caminar en paz a los “calzados”, pues a lo mejor eso nos recuerda, nos hace pensar en los “descalzos”. La piedra en el zapato puede servir para reconocer mi “comodidad” de frente a la “incomodidad” de muchos otros pies descalzos.
Es decir, la vocación de la piedra en el zapato es fastidiar, incomodar, no dejar caminar a prisa y en paz, para luego ser sacada con desprecio del zapato, maldecida y arrojada lejos. No es más su vocación.
Creo que ésta es la vocación cristiana, la vocación del verdadero seguimiento de Jesús.
Jesús fue la piedra en el zapato por excelencia, aquella piedra que incomodó y no dejó caminar en paz a los “calzados”, la piedra que fue expulsada, desechada, despreciada y maldecida, y arrojada lejos.
Jesús de Nazaret intentó recordar a “los calzados”, siendo "piedra en el zapato", que tanto ellos como los “descalzos” son seres humanos. Buscó recordarles a los “calzados” que a algunos pies les toca soportar todo el tiempo las piedras; quiso hacerles ver a los “calzados” su indiferencia ante esa realidad.Y aún más, pues dejó claro que muchos "calzados" lo están, porque han dejando "descalzos" a muchísimos.
Jesús vino a traer la buena noticia para todos los “descalzos”, siendo solidario con ellos y asumiendo consecuentemente esa opción, a tal punto de ser considerado lo más detestable para todos aquellos que caminan calzados: "piedra en el zapato".
Para los “descalzos”, no existen piedras en el zapato, sino solamente las piedras en el camino. Esas piedras en el camino que, generalmente, son de mucho mayor tamaño que las piedras en el zapato de los “calzados”, son la dura y difícil realidad de los caminos por donde transitan “calzados” y “descalzos”.
Jesús nos recuerda que Dios es un Padre que se hace un “descalzo” más, y se hace solidario con los que tienen que transitar esos caminos empedrados todo el tiempo. De esta manera, nuestro Padre Dios quisiera que juntos, “calzados” y “descalzos”, buscáramos la manera de poder transitar por el camino, todos “calzados” o todos “descalzos”, pero sin privilegios de unos sobre otros.
Por eso Jesús asumió la vocación de “piedra en el zapato”, buscando el proyecto del Reinado de Dios y asumió el destino de toda piedra en el zapato…

“Si alguno quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Ver: Mc 8, 34; Mt 16, 24; Lc 9, 23).

Estoy convencido que la vocación de toda persona bautizada, de quien se llama cristian@, es ser “piedra en el zapato”… No sé si algún día lo llegue a asumir con todas las consecuencias que me traiga… mientras tanto, sigo siendo de los “calzados”, aunque diga que he sido enviado para evangelizar a los “descalzos”.