Chiapas, México.
...y cada una,
cada uno fuimos llegando, invitadoas...interesadoas...al amanecer, al
atardecer, durante la noche o a media mañana...desde la Argentina de Monseñor
Angelleli, Chile que trae al corazón al pueblo Mapuche y la gran urbe de
Santiago... Colombia, Bolivia...de la cintura del la América Latina ... Panamá,
con corazón Chapin...Nicaragua, San Salvador, tierra de nuestro querido y
reconocido santo desde el mismo día que murió, por la gente del pueblo San
Romero de América...México, Chiapas...tierra que camino el Caminante... el
jTatic Samuel, el cuidador de los pueblos...México, Tlaxcala con ritmo y corazón
Colombiano...llegamos a San José, Costa Rica...tierra que adoptó a nuestro
hermano mayor y compañero de camino el chileno Pablo Richard...Cuba y Brasil
nos dieron la bienvenida con la voz y el corazón de nuestra hermana Silvia Regina, que compartió
su corazón con nosotroas...y nos acompaño en la pareja de Luiz y
Maristela...sí... hay que caminar juntos, juntas, juntoas...
Iniciamos esta
experiencia... fuimos subiendo...o bajando?...aprendiendo o desaprendiendo? no
sabemos...lo único que sabemos es que vamos caminando juntoas... algo
buscamos... algo queremos... algo nos ha llevado hasta ahí, dejando casa,
familia, trabajo, comunidad pastoral...dejamos...aunque traemos...traemos lo
que hemos dejado, familia, casa, trabajo, comunidad pastoral, pues por eso,
esas, esos, estamos aquí.
Y el salón se
hizo nuestro espacio, nuestro útero...donde se generaba vida, nueva
vida...lugar donde se mezclaban ideas, pensamientos...cruzando miradas y
sonrisas… donde compartimos los sufrimientos, las alegrías, las hazañas, los
dones, las capacidades...lugar de acuerdos y desacuerdos, que nos unían más...y
pusimos en la mesa de estudio como en la de los alimentos la experiencia del
campesino, la del agricultor, la de la madre de familia, la de las mujeres, la
de los padres de familia, la de los homosexuales, la de los pastores, la de la
pastora, la de los presbíteros, la de los jóvenes, la de los universitarios, la
de la religiosa, la de las laicas, la de los y las docentes, la del religioso,
la del amigo, la de la amiga... y brotó la solidaridad, se cocinó la sororidad,
fraternidad...poco a poco... a fuego lento en medio de éste caminar...mientras
jugábamos, bailábamos, dormíamos, comíamos, orábamos, discutíamos,
escuchábamos, descansábamos, aprendíamos...nos disculpábamos...nos aceptábamos.
Y descubrimos que
no había necesidad de pensar, de creer, de expresar, de decir lo mismo para
estar juntas, juntos, juntoas...lo que si era importante que todoas tuviésemos
era la capacidad o disposición de Amar...ofrecer el corazón…descubrirnos en el
otro, otra, otroa y descubrir al otro, otra, otroa... descubrir que el sueño de
una casa, una comunidad de hermanos, hermanas...es posible gracias a nuestras
diferencias...mientras la caminada seguía y el sol o la noche o la tarde se
ponía vislumbrábamos un horizonte que por nuestra experiencia no nos parecía
lejano, creímos tocarlo, palparlo...¡es posible! Más de una, uno, gritábamos en
nuestro corazón que palpitaba y ardía, cuando ya nos re-conocíamos en los
otros, otras...cuándo aquel, aquella, y sus aquellos y aquellas ya no nos eran
indiferentes pues ya teníamos sus historias corriendo en nuestras
venas...abuelos, abuelas, esposas, esposos, hijos, hijas...
Y
amaneció...cuando nos dimos cuenta que había que bajar o subir, dejar o
quedarse y los sentimientos se encontraron...¡que a gusto estamos aquí!... y
con el corazón lleno de nombres bajamos o subimos o dejamos o nos fuimos,
motivadas, motivados a seguir caminando, acompañando, aprendiendo,
construyendo... amando...una nueva constelación se formó, un nuevo retoño de
amistades surgió...cuando lo reconocimos y nos reconocimos al com-partir el pan
de la vida y la palabra.
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