UTOPÍAS... LO QUE SE SIENTE Y SE PIENSA CUANDO HAY INSOMNIO Y LO QUE HACE QUE UN SUEÑO SE ESFUME O SE HAGA REALIDAD...
viernes, 10 de diciembre de 2010
NAVIDAD: SEGÚN SEA EL CRISTO, ASÍ SERÁ EL CRISTIANO
Por acercarse la gran celebración de la Navidad, que por cierto, en lugar de cuestionar al mundo parece que más bien no le incomoda y legitima su injusticia e indiferencia, quiero compartirles dos oraciones de autores diferentes, una de Eduardo Galeano y otra de la Comisión de la Unión de los Superiores Mayores para la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación, con algunas adaptaciones para la Familia Vicentina. Ambas nos cuestionan y retan a vivir la Navidad de otra manera. Creo que las preguntas de fondo son ¿En qué Cristo creo? ¿En la versión romántica y adormecedora que encaja muy bien con el sistema consumista capitalista y que no lleva a ningún compromiso ante la realidad o en la versión de los Evangelios, del niño que se hizo la vulnerabilidad completa, que nació en las condiciones mínimas, que se hizo nadie para decir al mundo que para Dios todos los nadies sí valen y son lo primero para Él?
Dependiendo del Cristo de tu fe, así será tu cristianismo. Por eso "Felices los que toman en serio su fe en el Cristo encarnado."
*LOS NADIE*
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir
de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a
cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los
nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie
derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.
*Eduardo Galeano*
BIENAVENTURANZAS PARA EL COMPROMISO SOCIAL
Felices los que permanecen disponibles y comparten sencillamente lo que poseen.
Felices los que lloran por la ausencia de felicidad a su alrededor y en el mundo.
Felices los que optan por la dulzura y el diálogo aun cuando esto parezca largo y difícil.
Felices los que saben encontrar nuevas formas de dar su tiempo, de compartir su ternura y de sembrar esperanza.
Felices los que escuchan con el corazón para descubrir que los otros son un regalo.
Felices los que prueban a dar el primer paso, el que es necesario para construir la paz con los hermanos y hermanas del mundo.
Felices los que conservan sus corazones abiertos a la admiración, a la acogida y al cuetionamiento.
Felices los que toman en serio su fe en el Cristo encarnado.
NAVIDAD ES EL TIEMPO EN EL QUE SE ACEPTA UN REGALO, QUE A SU VEZ DEBES REGALAR, SIN QUE POR ESO TE QUEDES SIN ÉL.
viernes, 15 de octubre de 2010
SALMO 22: La lamentación y el grito de angustia ante el drama del dolor y el sufrimiento humano.
I. Para iniciar:
(Puedes orar este salmo en completo silencio, con música instrumental de fondo o al aire libre)
Para orar este salmo, te invito a hacer un viaje por el interior de tu ser. Trata de descubrir cómo te sientes, que hay dentro de ti en este momento. Para ello te servirá hacer unos ejercicios previos de respiración hasta que ésta se vuelva lenta y profunda. Luego déjate llevar por un viaje misterioso y apasionante hacia tu interior. Pregúntate durante unos minutos hasta que obtengas una respuesta: ¿Cómo me siento hoy? ¿Cómo estoy? ¿Qué estoy sintiendo?
Después de hacer este viaje hacia tu interior, siente, al ritmo lento y profundo de tu respiración, cómo el Espíritu de Dios te llena y reviste cada vez que inhalas el aire por tu nariz, y, cada vez que exhalas lentamente el aire de tus pulmones, siente cómo sale de ti todo aquello que te tensiona, te preocupa y te hace perder el equilibrio interior. Has este ejercicio durante un par de minutos.
Finalmente, estás en sintonía y equilibrio con el Espíritu de Dios. Su Espíritu y tu espíritu danzan juntos y sincronizados una misma melodía.
II. El salmo y mi vida:
En este momento, lee pausada y atentamente el salmo y cuando alguna palabra o frase te llame mucho la atención en tu interior, detente ahí y repítela cuantas veces sea necesario, dejando que haga eco en todo tu ser. Luego continúa la lectura de la misma forma hasta terminar el salmo. Al finalizar, quédate unos minutos en silencio o con música instrumental de fondo, dejando que tus sentimientos y pensamientos choquen o se abracen con los del personaje del salmo.
La lamentación y el grito de angustia
ante el drama del dolor y el sufrimiento humano.
2¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has abandonado?,
¿por qué estás ajeno a mi grito, al rugido de mis palabras?
3Dios mío, te llamo de día y no respondes, de noche no hallo descanso;
4aunque tú habitas en el santuario, gloria de Israel.
5En ti confiaban nuestros padres, confiaban y los ponías a salvo;
6a ti clamaban y quedaban libres, en ti confiaban y no los defraudaste.
7Pero yo soy un gusano, no un ser humano:
vergüenza de la humanidad, asco del pueblo;
8al verme se burlan de mí, hacen muecas, menean la cabeza:
9Acudió al Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre si tanto lo ama.
10Fuiste tú quien me sacó del vientre, me confiaste a los pechos de mi madre;
11desde el seno me encomendaron a ti
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
12No te quedes lejos, que el peligro se acerca y nadie me socorre.
13Me acorrala un tropel de novillos, toros de Basán me cercan;
14abren contra mí sus fauces: leones que descuartizan y rugen.
15Me derramo como agua, se me descoyuntan los huesos;
mi corazón, como cera, se derrite en mi interior;
16mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar.
¡Me hundes en el polvo de la muerte!
17Unos perros me acorralan, me cerca una bandada de malvados.
Me inmovilizan las manos y los pies, 18puedo contar todos mis huesos.
Ellos me miran triunfantes:
19se reparten mis vestidos, se sortean mi túnica.
20Pero tú, Señor, no te quedes lejos, fuerza mía, ven pronto a socorrerme;
21libra mi vida de la espada, mi única vida, de las garras del mastín;
22sálvame de las fauces del león, defiéndeme de los cuernos del búfalo.
23Contaré tu fama a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea:
24Fieles del Señor, alábenlo, descendientes de Jacob, glorifíquenlo,
témanlo descendientes de Israel,
25porque no ha desdeñado ni despreciado la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio, lo escuchó.
26Te alabaré sin cesar en la gran asamblea:
cumpliré mis votos ante los fieles.
27Comerán los pobres hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡No pierdan nunca el ánimo!
28Lo recordarán y se volverán al Señor todos los confines de la tierra,
se postrarán en su presencia todas las familias de los pueblos;
29porque el Señor es Rey, él gobierna a los pueblos.
30Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
en su presencia se encorvarán los que bajan al polvo.
Mi vida la conservará.
31Mi descendencia le servirá,
hablará de mi Dueño a la generación venidera
32contará su justicia al pueblo por nacer:
Así actuó el Señor .
Teniendo presente toda tu historia de vida, ¿en qué momentos y por qué has sentido que Dios te ha abandonado? ¿Te has sentido alguna vez como un gusano, como si fueras el asco de tu familia, del pueblo, como si no fueras un ser humano? ¿Cómo, con quién, dónde y cuándo has experimentado la fidelidad de Dios que te rescató de las fieras y te sacó del polvo de la muerte? (Tómate el tiempo necesario para reflexionar y responder)
III. El salmo y la realidad:
Lee de nuevo el salmo, pero esta vez pasa a contemplar la realidad de tu país, ciudad, pueblo o barrio. Durante unos pocos minutos haz un análisis de la realidad y luego comienza la lectura pausada y atentamente.
(Lectura del salmo)
Ahora que has finalizado la lectura del salmo, pregúntate: ¿Quién o quiénes son los considerados como gusanos, como si no fueran seres humanos en la sociedad? ¿Quiénes están siendo descuartizados por la injusticia y quiénes son las fieras que abren sus fauces contra ellos? ¿A quiénes se les puede contar los huesos por el hambre, la enfermedad, la violencia o cualquier otra situación de pecado social? ¿Qué debes hacer tú para que los pobres coman hasta saciarse, para que el despreciado y marginado descubra el rostro de Dios, para que el que sufre encuentre consuelo y justicia, y para que todos ellos no pierdan nunca el ánimo? ¿Descubres el rostro desfigurado de Dios en las personas que son víctimas de la injusticia y del pecado social y personal? (Tómate el tiempo necesario para reflexionar y responder)
IV. Oración conclusiva:
Finalmente, después de haber reflexionado y respondido a estas u otras preguntas, ¿Qué te hace decirle al Señor este salmo y a qué te compromete?
Haz tu propia oración conclusiva de forma escrita y, si quieres, puedes quemarla como un acto de ofrecimiento a Dios, expresando así tu compromiso ante Él y ante tantas personas que son víctimas sufrientes. Si no la quemas, llévala contigo todos los días en tu billetera o bolso y órala en cualquier momento del día.
Concluye este momento en una actitud de agradecimiento, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
viernes, 10 de septiembre de 2010
PROFETAS DE NUESTROS DÍAS: CARTA PUBLICADA POR LA COMISIÓN INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ DE COLOMBIA
ESTO PUEDE AYUDARNOS A DESCUBRIR EL ROSTRO OCULTO DE LA VERDAD EN COLOMBIA... NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO, DICE EL DICHO POPULAR... DIOS NOS GRITA DESDE LA VOZ DE LAS PERSONAS MÁS SUFRIENTES A VIVIR PROFÉTICAMENTE...
Carta al Padre John Dear, S. J., jesuita estadounidense que ha recorrido muchas zonas de guerra del mundo como activista de la paz y ha sufrido la cárcel por oponerse a las políticas criminales de su país. Ha publicado muchos libros sobre espiritualidad cristiana de la paz y ha visitado varias regiones de Colombia.
Estimado y recordado John:
Recibe un fraterno y cariñoso saludo.
Te escribo muy preocupado por el hecho de que en nuestra universidad jesuita de Georgetown hayan vinculado como docente al Presidente saliente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez. No ceso de recibir mensajes de personas y grupos que sufrieron enormemente durante su gobierno, que reclaman y cuestionan la actitud de nuestra Compañía o su falta de discernimiento ético al tomar este tipo de decisiones.
Es posible que las directivas de Georgetown hayan recibido conceptos positivos de colombianos de altas posiciones económicas o políticas, pero es difícil que ignoren al menos las profundas controversias éticas que levantó su gobierno y los cuestionamientos y sanciones que recibió de muchos organismos internacionales que tratan de proteger la dignidad humana. El sólo hecho de que durante su carrera política, desde que era Gobernador del Departamento de Antioquia (1995-1997) hubiera fundado y protegido tantos grupos paramilitares, llamados eufemísticamente “Convivir”, que asesinaron y desaparecieron a millares de personas y desplazaron multitudes cometiendo otras muchas atrocidades, ya implica una exigencia de censura ética para encomendarle cualquier responsabilidad en el futuro. Pero no sólo continuó patrocinando esos grupos paramilitares sino que los mantuvo y los complementó con un nuevo modelo de paramilitarismo legalizado, como son las redes de informantes, las redes de cooperantes y el nuevo tipo de empresas de seguridad privada que involucran a varios millones de civiles en actividades militares relacionadas con el conflicto armado interno, mientras le mentía a la comunidad internacional con una falsa desactivación de los paramilitares.
Además, fue escandalosa durante su gobierno la práctica de los “falsos positivos” consistente en asesinar civiles, principalmente campesinos, y después de muertos vestirlos de combatientes para justificar su muerte. Con ello pretendía mostrar victorias militares falsas sobre los rebeldes y eliminar a los activistas de los movimientos sociales que buscan justicia.
La corrupción durante su gobierno fue más que escandalosa, no sólo por la presencia de narcotraficantes en los puestos públicos sino porque el Congreso y muchos cargos de gobierno fueron ocupados por delincuentes. Hoy hay más de cien congresistas en procesos criminales, todos ellos del entorno electoral más cercano del Presidente Uribe.
Fue escandalosa la compra de conciencias para manipular los aparatos de justicia, lo que terminó destruyendo, en niveles muy profundos, la conciencia moral del país. También fue escandalosa la corrupción con que sus ministros más cercanos manejaron la política agraria para favorecer a los más ricos con los dineros públicos, mientras impedía y estigmatizaba los proyectos sociales. La corrupción de sus hijos, para enriquecerse a costa de ventajas de poder, escandalizó en su momento a toda la nación. También utilizó el organismo de seguridad que estaba directamente bajo su control (el Departamento Administrativo de Seguridad) para espiar mediante controles telefónicos clandestinos, a las Cortes de Justicia, a los políticos de la oposición, a los movimientos sociales y de derechos humanos.
Fueron en extremo escandalosos los mecanismos corruptos de los cuales se valió para lograr su reelección a la Presidencia en 2006, lo cual ha llevado a ministros y colaboradores cercanos suyos ad portas de la cárcel. El manejo que hizo de coordinación entre el Ejército y los grupos paramilitares llevó a que durante su período se produjeran 14.000 ejecuciones extrajudiciales. Sus estrategias de impunidad para quienes desde el Estado o el Paraestado perpetraron crímenes de lesa humanidad, pasarán a la historia por su atrevimiento.
La decisión de los jesuitas de Georgetown de ofrecerle una cátedra a Álvaro Uribe, no sólo ofende profundamente a los colombianos que aún conservan principios éticos sino que pone en alto riesgo la formación ética de los jóvenes que acuden a nuestra universidad en Washington. ¿Dónde queda la ética de la Compañía de Jesús?
Te escribo estas líneas porque estoy seguro que tú compartes nuestras preocupaciones y quizás podrás hacerlas llegar a los jesuitas de Georgetown y a otros círculos de opinión en tu entorno de simpatizantes por la justicia.
Recibe un fuerte abrazo.
Javier Giraldo Moreno, S. J.
viernes, 27 de agosto de 2010
martes, 24 de agosto de 2010
jueves, 29 de julio de 2010
LA PEDOFILIA Y LA AFECTIVIDAD
Según aparece en Wikipedia, desde el punto de vista médico-científico, existe un grupo de comportamientos sexuales llamado parafilia, en el que el placer no se encuentra en una relación sexo-genital sino en otro tipo de actividades. Las parafilias son consideradas inofensivas siempre y cuando no se provoque daño a otra persona, no se atente contra su vida y contra su dignidad. Dentro del grupo de las parafilias está la pedofilia o paidofilia, que consiste en la excitación o placer sexual obtenido a través de actividades o fantasías sexuales con niños y niñas, principalmente entre los 8 y 12 años.
Si bien es cierto que el comportamiento pedófilo es producto de una serie de componentes históricos físico-psicológico-sociales de la persona. En este caso me referiré específicamente al aspecto de la afectividad, dejando claro que ésta no está separada de todos los demás componentes.
La afectividad es básicamente la expresión de los sentimientos y emociones, las muestras de amor del ser humano. La afectividad implica, entonces, al ser humano integral, es decir, cuerpo y psique (mente, espíritu, corazón, etc.), lo tangible e intangible del ser humano. La afectividad es fundamental en el ser humano en su totalidad, en la persona en la totalidad y complejidad de sus dimensiones de la vida.
La afectividad, si se puede decir que es básicamente la fuente de la expresión del amor humano, es fundamental en la relacionalidad personal, en la construcción social y sus múltiples relaciones. Esto a su vez, implica que la realidad socio-cultural que existe hoy es el resultado de lo que hemos ido construyendo históricamente como seres humanos. De cierta manera, heredamos una realidad socio-cultural que vamos modificando de acuerdo a concensos de grupos sociales o pueblos. es así como se generan estructuras socio-culturales que no son estáticas sino dinámicas. Son estructuras en continuo movimiento.
Hoy más que en otras épocas de la historia, las estructuras socio-culturales que hemos construido atentan directamente contra una afectividad sana e integral. Esto quiere decir que nuestra manera de expresar el amor, los sentimientos y emociones que nos plenifican como seres humanos está siendo seriamente minada, destruida, desintegrada.
Padres o madres de familia que deben trabajar 10, 12 y hasta 16 horas al día, dejando solos a sus hijos e hijas, lo cual implica que otras figuras representativas se van convirtiendo en los referentes educativo-formativos para la niñez y la juventud. Estas figuras representativas referentes pueden ser, desde los abuelos, tíos, cualquier otro familiar, maestr@s, vecin@s, emplead@s o amistades, hasta la televisión, la radio, la prensa, el internet y toda la gama de posibilidades que se generan de sus combinaciones.
¿Qué tipo de afectividad puede "construirse" cuando se da un tipo de realidad como ésta?
A esto se debe agregar el consumismo, el individualimo, la desintegración familiar y la disfuncionalidad familiar, el erotismo voraz y desenfrenado, el alcoholismo (drogadicción legal) y la drogadiccìón en general, la probreza y miseria creciente en muchos pueblos, etc.
¿Que tipo de relaciones interpersonales se están generando? ¿Cómo se aprende a relacionarse en una realidad socio-cultural así?
Ignacio Ellacuría invitaba a que como sociedad nos hicieramos un coproanálisis (un exámen clínico-médico de heces fecales), pues de esa manera se lograría determinar cuales son las verdaderas enfermedades socio-culturales que padecemos. Sólo así será posible comenzar un tratamiento adecuado para sanarnos. Una de las heces fecales, la mierda de nuestra realidad socio-cultural actual es la pedofilia.
El comportamiento pedofílico es el resultado de una afectividad destruida, vulnerada, desintegrada; y ésto a su vez es el resultado de una realidad socio-cultural que nosotros mismos hemos "heredado y construido". Sin embargo nos resulta más fácil señalar el producto final del proceso digestivo socio-cultural (las heces fecales o mierda), indicar su mal aspecto y su pésimo olor, pues deja en evidencia lo que hemos consumido, nuestras enfermedades y padecimientos como sociedad. Por eso señalamos con facilidad la mierda y no quien la produjo y la lanzó fuera.
Podríamos preguntarnos, ¿en qué medida contribuimos para que la afectividad humana esté siendo vulnerada, destruida? ¿Cómo participamos en la prostitución y pornografía infantil? ¿Qué hacemos para que el consumismo, la globalización y el individualismo no destruyan nuestra sociedad y cultura?
Con todo esto quiero indicar que el problema de la pedofilia no es una cuestión que nos sea ajena. De una manera u otra todos tenemos responsabilidad directa o indirecta en las situaciones que nos afectan.
Según algunos datos estadísticos, entre ellos los de la ONU, más del 20% de los pedófilos (hombres y mujeres) son parientes de las víctimas. Las personas pedófilas son inmaduras, solitarias (lo cual no quiere decir que sean personas solteras o que no convivan con alguna pareja fija), con complejos de culpa, sentimientos religiosos contradictorios, con baja autoestima y con dificultades para establecer relaciones sexuales normales (heterosexuales u homosexuales). La pedofilia es la parafilia que la sociedad ve con mayor horror y contra la cual se reacciona con mayor condenación, debido a las consecuencias que acarrea para la niñez afectada y el impacto social que tiene.
Es un dato controversial el aumento de la permisividad hacia la pedofilia. En la actualidad hay unas 552 organizaciones bien estructuradas. Los sitios pedófilos en Internet han aumentado en un 200% o un poco más en los últimos años. Sólo en el año 2000, hace ya 10 años, según el reporte de la ONU, hubo alrededor de 230 millones de niños y niñas que sufrieron abuso sexual.
Según la Escuela Sexoanalítica Canadiense, cerca del 50% de las personas pedófilas fueron abusadas sexualmente cuando estaban en la edad de la niñez. Además, se indica que las personas pedófilas tienen capacidad de elección y, por tanto, son responsables de sus acciones. Esto implica que toda acción pedófila debe ser castigada y no deber quedar en el anonimato, es una acción que debe ser penalizada por la ley. Sin embargo la acción social no debe apuntar sólo a la solución inmediata, sino en solucionar el problema de fondo, que como ya se indicó anteriormente, tiene unas raíces socio-culturales con vínculos económicos, políticos y religiosos.
Las diferentes iglesias y confesiones religiosas no son ajenas a esta situación dolorosa. Es claro que no existe una relación directa entre curas y pedófilos o entre homosexualidad y pedofilia o entre celibato y pedofilia, sino que la relación directa es entre afectividad desintegrada y pedofilia, y entre destrucción socio-cultural y pedofilia. Los casos de pedofilia entre el clero y los religiosos católicos oscila entre un 4% ó 5%. Este porcentaje es inferior al porcentaje de pedofilia entre personas casadas y de otras iglesias y confesiones religiosas. Los porcentajes más altos de pedofilia se dan entre los maestros, los policías, los médicos, los psicólogos y otras profesiones. Se puede concluir que todas las profesiones relacionadas con niños y jóvenes atraen a personas que buscan el contacto ilícito con menores de edad.
¿Cómo podemos reconstruir nuestra realidad socio-cultural y, por tanto, nuestra afectividad como seres humanos?
¿Cómo exigir justicia reconociendo que el victimario es de cierta manera víctima del sistema socio-cultural?
¿Cómo podemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad directa o indirecta en esta situación dolorosa y denigrante?
Si bien es cierto que el comportamiento pedófilo es producto de una serie de componentes históricos físico-psicológico-sociales de la persona. En este caso me referiré específicamente al aspecto de la afectividad, dejando claro que ésta no está separada de todos los demás componentes.
La afectividad es básicamente la expresión de los sentimientos y emociones, las muestras de amor del ser humano. La afectividad implica, entonces, al ser humano integral, es decir, cuerpo y psique (mente, espíritu, corazón, etc.), lo tangible e intangible del ser humano. La afectividad es fundamental en el ser humano en su totalidad, en la persona en la totalidad y complejidad de sus dimensiones de la vida.
La afectividad, si se puede decir que es básicamente la fuente de la expresión del amor humano, es fundamental en la relacionalidad personal, en la construcción social y sus múltiples relaciones. Esto a su vez, implica que la realidad socio-cultural que existe hoy es el resultado de lo que hemos ido construyendo históricamente como seres humanos. De cierta manera, heredamos una realidad socio-cultural que vamos modificando de acuerdo a concensos de grupos sociales o pueblos. es así como se generan estructuras socio-culturales que no son estáticas sino dinámicas. Son estructuras en continuo movimiento.
Hoy más que en otras épocas de la historia, las estructuras socio-culturales que hemos construido atentan directamente contra una afectividad sana e integral. Esto quiere decir que nuestra manera de expresar el amor, los sentimientos y emociones que nos plenifican como seres humanos está siendo seriamente minada, destruida, desintegrada.
Padres o madres de familia que deben trabajar 10, 12 y hasta 16 horas al día, dejando solos a sus hijos e hijas, lo cual implica que otras figuras representativas se van convirtiendo en los referentes educativo-formativos para la niñez y la juventud. Estas figuras representativas referentes pueden ser, desde los abuelos, tíos, cualquier otro familiar, maestr@s, vecin@s, emplead@s o amistades, hasta la televisión, la radio, la prensa, el internet y toda la gama de posibilidades que se generan de sus combinaciones.
¿Qué tipo de afectividad puede "construirse" cuando se da un tipo de realidad como ésta?
A esto se debe agregar el consumismo, el individualimo, la desintegración familiar y la disfuncionalidad familiar, el erotismo voraz y desenfrenado, el alcoholismo (drogadicción legal) y la drogadiccìón en general, la probreza y miseria creciente en muchos pueblos, etc.
¿Que tipo de relaciones interpersonales se están generando? ¿Cómo se aprende a relacionarse en una realidad socio-cultural así?
Ignacio Ellacuría invitaba a que como sociedad nos hicieramos un coproanálisis (un exámen clínico-médico de heces fecales), pues de esa manera se lograría determinar cuales son las verdaderas enfermedades socio-culturales que padecemos. Sólo así será posible comenzar un tratamiento adecuado para sanarnos. Una de las heces fecales, la mierda de nuestra realidad socio-cultural actual es la pedofilia.
El comportamiento pedofílico es el resultado de una afectividad destruida, vulnerada, desintegrada; y ésto a su vez es el resultado de una realidad socio-cultural que nosotros mismos hemos "heredado y construido". Sin embargo nos resulta más fácil señalar el producto final del proceso digestivo socio-cultural (las heces fecales o mierda), indicar su mal aspecto y su pésimo olor, pues deja en evidencia lo que hemos consumido, nuestras enfermedades y padecimientos como sociedad. Por eso señalamos con facilidad la mierda y no quien la produjo y la lanzó fuera.
Podríamos preguntarnos, ¿en qué medida contribuimos para que la afectividad humana esté siendo vulnerada, destruida? ¿Cómo participamos en la prostitución y pornografía infantil? ¿Qué hacemos para que el consumismo, la globalización y el individualismo no destruyan nuestra sociedad y cultura?
Con todo esto quiero indicar que el problema de la pedofilia no es una cuestión que nos sea ajena. De una manera u otra todos tenemos responsabilidad directa o indirecta en las situaciones que nos afectan.
Según algunos datos estadísticos, entre ellos los de la ONU, más del 20% de los pedófilos (hombres y mujeres) son parientes de las víctimas. Las personas pedófilas son inmaduras, solitarias (lo cual no quiere decir que sean personas solteras o que no convivan con alguna pareja fija), con complejos de culpa, sentimientos religiosos contradictorios, con baja autoestima y con dificultades para establecer relaciones sexuales normales (heterosexuales u homosexuales). La pedofilia es la parafilia que la sociedad ve con mayor horror y contra la cual se reacciona con mayor condenación, debido a las consecuencias que acarrea para la niñez afectada y el impacto social que tiene.
Es un dato controversial el aumento de la permisividad hacia la pedofilia. En la actualidad hay unas 552 organizaciones bien estructuradas. Los sitios pedófilos en Internet han aumentado en un 200% o un poco más en los últimos años. Sólo en el año 2000, hace ya 10 años, según el reporte de la ONU, hubo alrededor de 230 millones de niños y niñas que sufrieron abuso sexual.
Según la Escuela Sexoanalítica Canadiense, cerca del 50% de las personas pedófilas fueron abusadas sexualmente cuando estaban en la edad de la niñez. Además, se indica que las personas pedófilas tienen capacidad de elección y, por tanto, son responsables de sus acciones. Esto implica que toda acción pedófila debe ser castigada y no deber quedar en el anonimato, es una acción que debe ser penalizada por la ley. Sin embargo la acción social no debe apuntar sólo a la solución inmediata, sino en solucionar el problema de fondo, que como ya se indicó anteriormente, tiene unas raíces socio-culturales con vínculos económicos, políticos y religiosos.
Las diferentes iglesias y confesiones religiosas no son ajenas a esta situación dolorosa. Es claro que no existe una relación directa entre curas y pedófilos o entre homosexualidad y pedofilia o entre celibato y pedofilia, sino que la relación directa es entre afectividad desintegrada y pedofilia, y entre destrucción socio-cultural y pedofilia. Los casos de pedofilia entre el clero y los religiosos católicos oscila entre un 4% ó 5%. Este porcentaje es inferior al porcentaje de pedofilia entre personas casadas y de otras iglesias y confesiones religiosas. Los porcentajes más altos de pedofilia se dan entre los maestros, los policías, los médicos, los psicólogos y otras profesiones. Se puede concluir que todas las profesiones relacionadas con niños y jóvenes atraen a personas que buscan el contacto ilícito con menores de edad.
¿Cómo podemos reconstruir nuestra realidad socio-cultural y, por tanto, nuestra afectividad como seres humanos?
¿Cómo exigir justicia reconociendo que el victimario es de cierta manera víctima del sistema socio-cultural?
¿Cómo podemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad directa o indirecta en esta situación dolorosa y denigrante?
martes, 27 de julio de 2010
SOBRE LA PEDOFILIA
¿QUÉ OPINIÓN TE MERECE LA PEDOFILA Y LOS ESCÁNDALOS QUE SUENAN Y SE DIFUNDEN EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN?
¿CUÁLES CREÉS QUE SON LAS CAUSAS REALES DE ESTA REALIDAD HUMANA?
¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LA PEDOFILIA Y LA AFECTIVIDAD Y SEXUALIDAD HUMANA?
¿CUÁLES CREÉS QUE SON LAS CAUSAS REALES DE ESTA REALIDAD HUMANA?
¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LA PEDOFILIA Y LA AFECTIVIDAD Y SEXUALIDAD HUMANA?
miércoles, 7 de julio de 2010
EL ASADO Y EL REINO DE DIOS
El Reino de Dios es como un "Asado" en el que todo el mundo se reúne en torno a una gran parrilla, sin distinción de credo, sexo, procedencia y se come carne, papas, guacamol, chirmol, picante y se acompaña de una buena bebida. Este "Asado" es una realidad ya anticipada del Reino de Dios, cuyos destinatarios finales son las personas marginadas, excluidas y más pobres. Cuando este asado sea extendido y no haya quien se quede pasando hambre... El Reino de Dios será una realidad plena.
miércoles, 9 de junio de 2010
JESÚS: HASTA EXCLUIRSE POR DIGNIFICAR A LOS EXCLUIDOS
Jesús fue una persona sumamente conflictiva debido a su opción radical por la defensa de la vida. Es totalmente reveladora la actitud de Jesús ante las personas excluidas de su tiempo, veamos un hecho que nos presenta Mc 1, 39-45:
Y Jesús empezó a visitar las sinagogas de aquella gente, recorriendo toda Galilea. Predicaba y expulsaba demonios.
Se le acercó un leproso, que se arrodilló ante él y le suplicó: “Si quieres, puedes limpiarme.” Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, queda limpio.” Al instante se le quitó la lepra y quedó sano. Entonces Jesús lo despidió, pero lo ordenó enérgicamente: “No cuentes esto anadie, pero vete y preséntate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que ordena la Ley de Moisés, pues tú tienes que hacer tu declaración.”
Pero el hombre, en cuanto se fue, empezó a hablar y a divulgar lo ocurrido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares solitarios. Pero la gente venía a él de todas partes.
Este relato contiene una fuerza que nos resulta difícil de entender en nuestra sociedad y cultura, pues expresa el empeño y el compromiso de Jesús por defender la dignidad de la vida; y también la conflictividad que ello desencadena.
En efecto, en la actualidad, curar a un leproso es una acción buena y meritoria. En la sociedad en que vivió Jesús, este asunto se veía de otra manera. En la Biblia y en el judaísmo de aquel tiempo, la lepra era uno de los peores males que podían afectar al ser humano (Cfr. Lv 13; Nm 12), conllevaba la Exclusión total de la persona enferma. Quien tenía semejante desgracia era, no sólo un enfermo incurable y repugnante (pues para los rabinos, curar a un leproso eran tan difícil como resucitar a un muerto), sino además, y sobre todo, un impuro, un castigado por Dios (Nm 12, 9ss.; Lv 13, 45ss.; 2 Re 5, 27; 2 Cro 26, 16-21), ya que la lepra era “la hija primogénita de la muerte” (Job 10, 13), y el que la padecía quedaba fuera, excluido del grupo, lejos de la gente y tenía que vivir en descampado y tenía que gritar su estado de impureza para que nadie se le acercara, pues la gente estaba temerosa de quedar físicamente contagiada y religiosamente contaminada (Lev 13, 45-46).
En otras palabras, el leproso era no el marginado, sino el excluido total: físicamente, socialmente y religiosamente. Ahora bien, Jesús liberó a este hombre de semejante Exclusión, y lo liberó por completo. Jesús le devolvió la salud y, sobre todo, le restituyó la dignidad que la religión establecida le había quitado, ya que, las convicciones religiosas le metían a la gente en la cabeza la idea de que Dios era el que, ante todo y sobre todo, rechazaba a la persona desgraciada que padecía la lepra.
El relato no sólo afirma que Jesús liberó a aquel hombre de la Exclusión, sino, además, que eso le costó a Jesús pasar a ser él un excluido. ¿Por qué? La ley religiosa judía prohibía tocar a los leprosos, de manera que quien los tocaba incurría también en impureza (Lv 5, 3; Nm 5, 2-3). Y Jesús decidió curar al leproso tocándolo (Mc 1, 41). Además, en cuanto se vio sano y purificado, el hombre se dedicó a pregonar, a los cuatro vientos, lo que Jesús había hecho con él. Es la expresión de alegría porque Dios aceptaba y acepta a las personas que la religión y la sociedad excluye.
Jesús se vio inmiscuido en una realidad sumamente delicada y comprometedora, pues él bien conocía la Ley. Estaba desautorizando las prescripciones de una religión alienada que oprimía y excluía a las personas más desgraciadas y asumiendo las consecuencias que le trajera el no-excluir.
La consecuencia inmediata: “Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares solitarios.” El hecho de que Marcos esté sugiriendo que Jesús tenía que quedarse en lugares solitarios, despoblados, en las afueras del pueblo, nos puede indicar hasta dónde llegó la solidaridad de Jesús con las personas más excluidas de aquella sociedad. Jesús se convirtió en un leproso, en un impuro y por ello debía correr la misma suerte del hombre que padecía la lepra, que estaba excluido. Marcos está sugiriendo que Jesús quedó excluido para la religión y la sociedad.
Como se ha dicho muy bien, “se produce así una subversión teológica: los que piensan pertenecer por propio derecho al pueblo de Dios y excluyen de él a otros, quedan fuera del Reino, mientras los excluidos por ellos son admitidos en él. El Reino de Dios y la institución y ley judía son inconciliables”.
Un rasgo típico, exegéticamente comprobado, de Jesús, es su comida con las personas excluidas y marginadas. En el mundo oriental el gesto de compartir la mesa, expresa una relación de confianza total que se explaya en la paz, la fraternidad, y el perdón. A esto hay que añadir además que, entre judíos, la comida implicaba una comunidad ante Dios. La literatura del Qumrám deja muy claro que la comunidad de mesa sólo estaba abierta a los “puros” .
Conviene dejar claro que Jesús no se solidariza con las personas excluidas por razones éticas. Jesús se ha puesto a su lado, no porque sean mejores o menos pecadoras, sino simple y sencillamente, porque “están fuera”, porque están excluidas de las condiciones de vida digna, y porque Dios actúa así.
martes, 11 de mayo de 2010
¡ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA: TE SEGUÍS PROSTITUYENDO!
Es verdaderamente lamentable el darse cuenta que en Estados Unidos aún exista gente que actúe con tal nivel de irracionalidad, tal como lo hace la gobernadora de Arizona, Jan Brewer. Al parecer, la racionalidad llevada al extremo cae en la brutalidad.
Resulta increible creer que una nación con alto grado de "civilización", con los mayores avances tecnológico-científicos y con el poder hegemónico militar y económico-comercial, tenga tan pésima memoria histórica, y que se olvide que quienes habitaron y poblaron dicha tierra fueron extranjeros, inmigrantes, sin papeles legales y sin la connotación de criminales.
Es difícil creer que una nación que hoy es potencia mundial niegue que se ha constituido en lo que es, gracias al trabajo duro de millones de personas que han emigrado a esas tierras.
El grado de inhumanidad que están alcanzando al aprobar leyes como esas es inaceptable. Están negando la realidad de otra persona, de otro ser humano.
¿Será un delincuente quién desea una mejor calidad de vida? ¿Será un delincuente quien sale de su tierra en busca de oportunidades de trabajo para darle lo necesario a su familia?
Es bueno tener presente que toda realidad cambia. Todo imperio ha tenido su momento de auge y ha caído. Parece que en Estados Unidos se están dedicando a sembrar odio, división, guerras, violencia, explotación, marginación y exclusión, intolerancia, etc. ¿Qué esperan cosechar? ¿Será que si se siembran hierbas amargas se cosecharan uvas?
Los millones de migrantes que han hecho su vida en Estados Unidos y sus descendientes, que ya son estadounidenses de nacimiento, ¿están olvidando su pasado? ¿están negando sus raíces? ¿por qué guardan silencio complice? ¿la gente de tu tierra originaria dejó de ser tu hermana?
Estados Unidos, ¿qué esperás para convertirte? ¿querés seguir vendiéndote al mejor postor? (dinero, petróleo, racismo, contaminación, guerras, armas, etc).
Todavía estás a tiempo. Ojalá que reconozcás en lo inmigrantes a tus hermanos y hermanas. La vida de los migrantes es preciosa ante los ojos de Dios. No lo olvidés.
domingo, 14 de marzo de 2010
APOCALIPSIS: CRITERIOS DE LECTURA E INTERPRETACIÓN
Apocalipsis, etimológicamente, significa: desvelar, revelar, dar a conocer, manifestar. Pretende dar a conocer una revelación. Mensaje dado en lenguaje simbólico. La literatura apocalíptica existe en al Antiguo y el Nuevo Testamentos. Tiene profunda relación con la historia y continuidad con el género profético y sapiencial.
La apocalíptica nace siempre en contextos históricos críticos, como expresión vivida y advertida por parte del pueblo al sentirse agredido por potencias agresoras y dominadoras. El Apocalipsis transporta al pasado, al inicio del plan de Dios o al inicio de alguna etapa importante de ese plan. Estando en el pasado, se apunta la mirada hacia el futuro, a partir de la realidad presente que necesita de respuestas. Entonces, una parte de ese futuro ya pertenece al pasado y al presente.
Características del pensamiento apocalíptico:
1. Realidades ocultas pero reveladas a través de personas elegidas.
2. Comunicación globalizante: referentes al universo cósmico, a la historia universal.
3. Esoterismo: Lo secreto debe ser divulgado a través de los símbolos para los iniciados.
4. Angelología: Mensajes transmitidos y explicados por ángeles.
5. Pesimismo, dualismo, sobrenaturalismo: Aparente dominación del mal a causa de los incrédulos e idólatras. El mal contra el bien si tregua. Al final, está la visión del bien venciendo el mal, con ello se da esperanza, consuelo y ánimo para el presente.
Formas literarias típicas de la apocalíptica:
1. El simbolismo: Instrumento más adecuado para entrelazar la revelación divina y la realidad histórica. Deja siempre abierto el campo de reflexión aplicación histórica de la revelación divina.
2. El sueño: representaba en la mentalidad bíblica, un modo de contacto entre Dios y el ser humano, una forma de relación que necesita ser interpretada a la luz de la realidad histórica y de Dios mismo.
3. La visión: Al evolucionar el sueño y volverse más complejo, se convierte en visión.
4. Las cifras: El contenido de las visiones suele expresarse en cifras simbólicas que tienen relación con el cosmos, fenómenos naturales, nombres, acontecimientos, animales, colores, números, etc.
Finalidad del Apocalipsis: Dar consuelo y esperanza a las comunidades perseguidas y abrumadas, que serán salvadas por la acción divina que se manifestará de forma absoluta y universal en la historia.
Sus mensajes teológicos fundamentales son: Dios, Jesucristo, el Espíritu, las comunidades cristianas, la escatología y la historia (pasado, presente y futuro).
Criterios hermenéuticos elementales: el aspecto literario, el simbolismo (catástrofes cósmicas, los animales, los números, los colores, la referencia simbólica del Antiguo Testamento.
Según Carlos Mesters, encontramos siete consejos que Juan dejó escritos en el Apocalipsis:
1. Leer y escuchar en comunidad. (1, 3.4.11)
2. Sin aumentar ni quitar nada. (22, 18-19)
3. Usar la inteligencia. (13, 18; 17, 9)
4. Tener sed de verdad y vida. (22, 17)
5. Abrirse a la acción del Espíritu Santo. (22, 6.10; 1, 3; 2, 7.11.17.29; 3, 6.13.22)
6. Hacer que el mensaje se vuelva oración. (22, 17)
7. Practicar la palabra oída. (22, 7; 1, 3; 22, 10)
Finalmente, un último consejo: Juan escribió el Apocalipsis en forma de carta y dirigida a comunidades perseguidas por el imperio romano. Por ello, los siete consejos anteriores solo funcionan si se lee la carta del Apocalipsis en una casa de las comunidades perseguidas hoy: En las casas de los pobres y de los oprimidos de nuestros pueblos, entendiendo y defendiendo sus causas en pro de la justicia. Quienes se quedan al lado de los que oprimen y persiguen al pueblo, no van a poder entender el mensaje que el Apocalipsis tiene para nosotros hoy. Es necesario ubicarse históricamente y tomar postura clara y definida.
jueves, 18 de febrero de 2010
EL PECADO DE LA EXCLUSIÓN
Conceptualización
El pecado personal y social
En la raíz de todas las contradicciones personales y sociales, que ofenden en modo diverso el valor y la dignidad de la persona humana, se halla una herida en lo más íntimo del ser humano. Nosotros, a la luz de la fe, la llamamos pecado; comenzando por el pecado original, originado y originante, que cada uno lleva por el mero hecho de ser humano y que nos recuerda nuestra contradicción y contingencia, hasta el pecado que cada uno comete, abusando de su propia libertad .
El pecado es, básicamente, ruptura de relaciones, en primer lugar con Dios, es una alienación; es ruptura con los demás seres humanos; y ruptura con toda la creación, con la naturaleza, con el cosmos. Es claro que la ruptura de relación con Dios desemboca dramáticamente en la división entre los hermanos .
El misterio del pecado comporta una doble herida, la que el pecador abre en su propio ser y en su relación con el prójimo. Ya aquí, entonces se puede hablar de de la dimensión personal y la dimensión social del pecado. Todo pecado es personal bajo un aspecto, y bajo otro aspecto, todo pecado es social.
El pecado, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona, porque es un acto de libertad humana en particular, pero por el hecho inherente de que el ser humano es sociable, es un ser de relaciones con el Otro, el otro y lo otro, el pecado personal siempre afecta a otros.
Algunos pecados, además, constituyen, por su objeto mismo, una agresión directa al prójimo. Estos pecados, en particular, se califican como pecados sociales. Es social todo pecado cometido contra la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona. Todo pecado es una agresión directa a los derechos fundamentales del ser humano, comenzando por el derecho inalienable a la vida, o contra la integridad física de alguien; todo pecado contra la libertad de los demás. Es pecado social todo pecado contra el bien común .
El pecado estructural
El pecado tiene un aspecto enmascarador, ideológico e ideologizante al que el ser humano recurre para poder afirmarse, legitimarse. Cualquier intento de explicar el pecado que no dé cuenta de este enmascaramiento justificador, es sospechoso.
Estas consideraciones nos introducen al tema del pecado estructural o ambiental. El pecado se puede ideologizar, porque no sólo constituye nuestra a-normalidad y nuestra aberración, sino que constituye nuestra atmósfera, nuestra normalidad. El pecado se ve tan normal en nuestra realidad, que es muy fácil camuflarlo de bien, como si no existiera tal pecado. Se ha convertido en una especie de “ecosistema”, que pasamos desapercibido, y mientras el pecado ambiental va cobrando víctimas, lo vemos como algo natural del entorno .
En el Evangelio de Juan se encuentra una noción de lo que ahora llamamos el pecado estructural. Él le llama “pecado del mundo”, o simplemente “mundo” (Cfr. Jn 1, 10.29). Se habla aquí del pecado del mundo, no solamente del pecado de algunas personas, es una cuestión que abarca una realidad que está en el “mundo”, como algo ambiental. El mundo no le reconoció y por eso asesinó a Jesús. Es claro que ese pecado ambiental, que está en el mundo, atenta contra la vida de inocentes, tiene sus víctimas.
Ahora bien, así sin más, pareciera que el pecado es una realidad etérea, abstracta, pero sabemos muy bien que, bíblicamente, el mundo tiene relación directa con el ser humano, a quien le fue entregado todo lo creado para que lo administrara (Cfr. Gn 1, 28; 2, 15). Eso nos indica, sin profundizar demasiado pues no es el tema de investigación, que el pecado del mundo, el mundo mismo presenta una realidad de pecado instalado en él, pero no por cuenta de él mismo, sino del ser humano que, en su relación rota con Dios, con sus hermanos y con todo lo creado, ha “creado” una “atmósfera” de pecado .
El ser humano es un ser en relación, con una capacidad y necesidad inherentes de relacionarse, sin embargo esa “relacionalidad” humana necesita de mediaciones. Utiliza instituciones tales como el matrimonio, la familia, la vecindad, etc. Pero también va construyendo estructuras sociales, que están constituidas por las instituciones que son producto de esa “relacionalidad” humana. Es así como el pecado va instalándose en instituciones y estructuras que sostienen una sociedad.
La convivencia humana es siempre un hecho activo y pasivo a la vez. Mi actuación en el mundo repercute en otras personas, y el actuar de otras personas repercute en mí, así la relación no sea directa. Los seres humanos entablamos la convivencia, pero también vamos siendo poco a poco marcados y condicionados por ella, algunos llegan a afirmar que llegamos a ser determinados por ella, quizás sea una exageración o quizás no.
El pecado estructurante
Es muy frecuente que, en la relación social, el ser humano piense sólo en sí mismo y es su provecho. La persona sospecha, además, que las otras personas actuarán igual que ella, con lo que la actitud egoísta se refuerza. La relación social entonces va con un prejuicio que le dará un sesgo definido. Por ello se dice popularmente: “el que pega primero, pega dos veces”. Es una manera de decir que más vale pegar primero, porque la otra persona está esperando para hacer lo mismo.
Entonces el pecado personal se va implantando sobre la vía del egoísmo y la sospecha en el egoísmo de la otra persona. Es así como se implanta el pecado en el hecho social, porque ya está anidado en el corazón del individuo. Eso hace que en las relaciones sociales primen los intereses personales a los intereses comunes. Por tanto, se genera una atmósfera de tensión en las relaciones sociales en las que ganará el más fuerte, y sus intereses se implantarán sobre los intereses de las otras personas. Esto es válido para las relaciones económicas, culturales, políticas, sociales y religiosas. Este sería el hecho activo.
El pecado estructurado
Como ya se mencionó anteriormente, el ser humano es un ser en relación, está socialmente situado, y ello implica necesariamente un entorno, un “ecosistema social”. El entorno lo constituyen básicamente las demás personas. Esta “relacionalidad” humana se realiza a través de mediaciones que llamamos “estructuras”, que están compuestas por diversidad de instituciones.
Este “ecosistema social” “está constituido por valores, ideologías u objetivos comunes (pues, sin un mínimo de éstos, aunque sólo sea el valor compartido del respeto por los que no piensan igual y del derecho de cada cual a pensar como quiera, ya no puede haber mundo ni entorno). Está hecho también por un flujo de influjos y hasta “ejemplos” o incitaciones mutuas que brotan del hecho de cada vida es vida ante los demás. Está hecho, igualmente, por una serie de necesidades o demandas coincidentes y objetivadas y de prácticas que esas necesidades generan (comercio, viajes, relaciones laborales y mil cosas más).”
Al hablar, entonces, del “ecosistema social”, estamos reconociendo que en él es donde se implanta el mal, el que ha dado por llamarse pecado estructural, lo cual no es propiamente el pecado personal, pero sí es constituyente de la persona. El pecado estructural no niega ni anula el pecado personal, pues reconoce su raíz en él. Lo que se reconoce es que todas esas estructuras sociales no han sido configuradas en base a la fraternidad, la justicia o el amor. Quizás no sería tan osado afirmar que todas éstas estructuras sociales que informan, forman y conforman nuestro “ecosistema social” están “contaminadas” de valores contrarios al proyecto del Reino de Dios.
Por ello, la fraternidad, la justicia y el amor, deberán surgir la mayoría de las veces, contra la corriente, contra estructuras, contra el “ecosistema social”. Luchar, entonces, por transformar estas estructuras anti-evangélicas en estructuras evangélicas es una necesidad urgente y digna de ser priorizada.
Por eso, nuestros Obispos en Puebla nos hacían ver esta situación tan difícil, “la Iglesia discierne una situación de pecado social, de gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos y que tienen la capacidad de cambiar: “que se le quiten las barreras de explotación... contra las que se estrellan sus mejores esfuerzos de promoción””.
Los Obispos, atentos a la realidad, vieron las contradicciones: países católicos y grandes barreras de explotación, grandes esfuerzos de promoción humana y bajos o nulos resultados. Esto hace pensar, reconocer y desenmascarar lo que está atrás de lo que se ve como la normalidad. Es el pecado metido en la estructura que configura la realidad social, económica, política, cultural e incluso religiosa: “Finalmente, como Pastores, sin entrar a determinar el carácter técnico de esas raíces, vemos que en lo más profundo de ellas existe un misterio de pecado, cuando la persona humana, llamada a dominar el mundo, impregna los mecanismos de la sociedad de valores materialistas.”
El pecado personal y social
En la raíz de todas las contradicciones personales y sociales, que ofenden en modo diverso el valor y la dignidad de la persona humana, se halla una herida en lo más íntimo del ser humano. Nosotros, a la luz de la fe, la llamamos pecado; comenzando por el pecado original, originado y originante, que cada uno lleva por el mero hecho de ser humano y que nos recuerda nuestra contradicción y contingencia, hasta el pecado que cada uno comete, abusando de su propia libertad .
El pecado es, básicamente, ruptura de relaciones, en primer lugar con Dios, es una alienación; es ruptura con los demás seres humanos; y ruptura con toda la creación, con la naturaleza, con el cosmos. Es claro que la ruptura de relación con Dios desemboca dramáticamente en la división entre los hermanos .
El misterio del pecado comporta una doble herida, la que el pecador abre en su propio ser y en su relación con el prójimo. Ya aquí, entonces se puede hablar de de la dimensión personal y la dimensión social del pecado. Todo pecado es personal bajo un aspecto, y bajo otro aspecto, todo pecado es social.
El pecado, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona, porque es un acto de libertad humana en particular, pero por el hecho inherente de que el ser humano es sociable, es un ser de relaciones con el Otro, el otro y lo otro, el pecado personal siempre afecta a otros.
Algunos pecados, además, constituyen, por su objeto mismo, una agresión directa al prójimo. Estos pecados, en particular, se califican como pecados sociales. Es social todo pecado cometido contra la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona. Todo pecado es una agresión directa a los derechos fundamentales del ser humano, comenzando por el derecho inalienable a la vida, o contra la integridad física de alguien; todo pecado contra la libertad de los demás. Es pecado social todo pecado contra el bien común .
El pecado estructural
El pecado tiene un aspecto enmascarador, ideológico e ideologizante al que el ser humano recurre para poder afirmarse, legitimarse. Cualquier intento de explicar el pecado que no dé cuenta de este enmascaramiento justificador, es sospechoso.
Estas consideraciones nos introducen al tema del pecado estructural o ambiental. El pecado se puede ideologizar, porque no sólo constituye nuestra a-normalidad y nuestra aberración, sino que constituye nuestra atmósfera, nuestra normalidad. El pecado se ve tan normal en nuestra realidad, que es muy fácil camuflarlo de bien, como si no existiera tal pecado. Se ha convertido en una especie de “ecosistema”, que pasamos desapercibido, y mientras el pecado ambiental va cobrando víctimas, lo vemos como algo natural del entorno .
En el Evangelio de Juan se encuentra una noción de lo que ahora llamamos el pecado estructural. Él le llama “pecado del mundo”, o simplemente “mundo” (Cfr. Jn 1, 10.29). Se habla aquí del pecado del mundo, no solamente del pecado de algunas personas, es una cuestión que abarca una realidad que está en el “mundo”, como algo ambiental. El mundo no le reconoció y por eso asesinó a Jesús. Es claro que ese pecado ambiental, que está en el mundo, atenta contra la vida de inocentes, tiene sus víctimas.
Ahora bien, así sin más, pareciera que el pecado es una realidad etérea, abstracta, pero sabemos muy bien que, bíblicamente, el mundo tiene relación directa con el ser humano, a quien le fue entregado todo lo creado para que lo administrara (Cfr. Gn 1, 28; 2, 15). Eso nos indica, sin profundizar demasiado pues no es el tema de investigación, que el pecado del mundo, el mundo mismo presenta una realidad de pecado instalado en él, pero no por cuenta de él mismo, sino del ser humano que, en su relación rota con Dios, con sus hermanos y con todo lo creado, ha “creado” una “atmósfera” de pecado .
El ser humano es un ser en relación, con una capacidad y necesidad inherentes de relacionarse, sin embargo esa “relacionalidad” humana necesita de mediaciones. Utiliza instituciones tales como el matrimonio, la familia, la vecindad, etc. Pero también va construyendo estructuras sociales, que están constituidas por las instituciones que son producto de esa “relacionalidad” humana. Es así como el pecado va instalándose en instituciones y estructuras que sostienen una sociedad.
La convivencia humana es siempre un hecho activo y pasivo a la vez. Mi actuación en el mundo repercute en otras personas, y el actuar de otras personas repercute en mí, así la relación no sea directa. Los seres humanos entablamos la convivencia, pero también vamos siendo poco a poco marcados y condicionados por ella, algunos llegan a afirmar que llegamos a ser determinados por ella, quizás sea una exageración o quizás no.
El pecado estructurante
Es muy frecuente que, en la relación social, el ser humano piense sólo en sí mismo y es su provecho. La persona sospecha, además, que las otras personas actuarán igual que ella, con lo que la actitud egoísta se refuerza. La relación social entonces va con un prejuicio que le dará un sesgo definido. Por ello se dice popularmente: “el que pega primero, pega dos veces”. Es una manera de decir que más vale pegar primero, porque la otra persona está esperando para hacer lo mismo.
Entonces el pecado personal se va implantando sobre la vía del egoísmo y la sospecha en el egoísmo de la otra persona. Es así como se implanta el pecado en el hecho social, porque ya está anidado en el corazón del individuo. Eso hace que en las relaciones sociales primen los intereses personales a los intereses comunes. Por tanto, se genera una atmósfera de tensión en las relaciones sociales en las que ganará el más fuerte, y sus intereses se implantarán sobre los intereses de las otras personas. Esto es válido para las relaciones económicas, culturales, políticas, sociales y religiosas. Este sería el hecho activo.
El pecado estructurado
Como ya se mencionó anteriormente, el ser humano es un ser en relación, está socialmente situado, y ello implica necesariamente un entorno, un “ecosistema social”. El entorno lo constituyen básicamente las demás personas. Esta “relacionalidad” humana se realiza a través de mediaciones que llamamos “estructuras”, que están compuestas por diversidad de instituciones.
Este “ecosistema social” “está constituido por valores, ideologías u objetivos comunes (pues, sin un mínimo de éstos, aunque sólo sea el valor compartido del respeto por los que no piensan igual y del derecho de cada cual a pensar como quiera, ya no puede haber mundo ni entorno). Está hecho también por un flujo de influjos y hasta “ejemplos” o incitaciones mutuas que brotan del hecho de cada vida es vida ante los demás. Está hecho, igualmente, por una serie de necesidades o demandas coincidentes y objetivadas y de prácticas que esas necesidades generan (comercio, viajes, relaciones laborales y mil cosas más).”
Al hablar, entonces, del “ecosistema social”, estamos reconociendo que en él es donde se implanta el mal, el que ha dado por llamarse pecado estructural, lo cual no es propiamente el pecado personal, pero sí es constituyente de la persona. El pecado estructural no niega ni anula el pecado personal, pues reconoce su raíz en él. Lo que se reconoce es que todas esas estructuras sociales no han sido configuradas en base a la fraternidad, la justicia o el amor. Quizás no sería tan osado afirmar que todas éstas estructuras sociales que informan, forman y conforman nuestro “ecosistema social” están “contaminadas” de valores contrarios al proyecto del Reino de Dios.
Por ello, la fraternidad, la justicia y el amor, deberán surgir la mayoría de las veces, contra la corriente, contra estructuras, contra el “ecosistema social”. Luchar, entonces, por transformar estas estructuras anti-evangélicas en estructuras evangélicas es una necesidad urgente y digna de ser priorizada.
Por eso, nuestros Obispos en Puebla nos hacían ver esta situación tan difícil, “la Iglesia discierne una situación de pecado social, de gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos y que tienen la capacidad de cambiar: “que se le quiten las barreras de explotación... contra las que se estrellan sus mejores esfuerzos de promoción””.
Los Obispos, atentos a la realidad, vieron las contradicciones: países católicos y grandes barreras de explotación, grandes esfuerzos de promoción humana y bajos o nulos resultados. Esto hace pensar, reconocer y desenmascarar lo que está atrás de lo que se ve como la normalidad. Es el pecado metido en la estructura que configura la realidad social, económica, política, cultural e incluso religiosa: “Finalmente, como Pastores, sin entrar a determinar el carácter técnico de esas raíces, vemos que en lo más profundo de ellas existe un misterio de pecado, cuando la persona humana, llamada a dominar el mundo, impregna los mecanismos de la sociedad de valores materialistas.”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)